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¿Cómo se fija el precio de esas cosas, ministro?

Por José Roberto Acosta  

Como uno de los últimos pasos en el sospechoso proceso para que los dineros de Isagén al fin lleguen a donde prometió el Gobierno, la calificadora de riesgos Fitch Ratings asignó un AA+ a los bonos híbridos que emitirá la FDN, por valor de $2,5 billones, y que el Fondo para el Desarrollo adquirirá con parte de los dineros de Isagén.

Calificación un nivel por debajo de la máxima nota posible de AAA. Sin embargo, este requisito no es importante, como no lo fueron las altas calificaciones otorgadas por Fitch a varias entidades financieras internacionales que terminaron quebradas en la crisis del año 2008.

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Por José Roberto Acosta  

Como uno de los últimos pasos en el sospechoso proceso para que los dineros de Isagén al fin lleguen a donde prometió el Gobierno, la calificadora de riesgos Fitch Ratings asignó un AA+ a los bonos híbridos que emitirá la FDN, por valor de $2,5 billones, y que el Fondo para el Desarrollo adquirirá con parte de los dineros de Isagén.

Calificación un nivel por debajo de la máxima nota posible de AAA. Sin embargo, este requisito no es importante, como no lo fueron las altas calificaciones otorgadas por Fitch a varias entidades financieras internacionales que terminaron quebradas en la crisis del año 2008.

Lo importante es determinar un precio racional para esos bonos, lo cual es difícil, pues no cuentan con un mercado abierto y líquido que refleje, con una cotización de mercado, el nivel de riesgo que asume la FDN al ceder esos recursos, de todos los colombianos, en créditos a unos pocos constructores privados, los cuales ya han logrado financiación pero a costos muy elevados, como lo fue la emisión de bonos del Proyecto Pacífico III, que fijaron una tasa de rendimiento de inflación (actualmente 8,2 %) más 7 %, es decir, pagando el 15,2 % anual de interés, cifra escandalosa que obliga a que las carreteras, si alguna vez se entregan, carguen peajes lo suficientemente caros para pagar semejantes intereses y pagar también la rentabilidad neta esperada por los concesionarios privados. Tema financiero que debe ser evaluado por gremios de transportadores, entidades de control y consumidores, que parecen comerse el cuento de que estas obras sólo tienen lados buenos.

Estos bonos y otros venenosos instrumentos financieros difíciles de valorar a precios de mercado se han multiplicado gracias a la permisividad reglamentaria del Ministerio de Hacienda, que autorizó los peligrosos autopréstamos con los recursos de pensiones privadas mediante el decreto 1385 de 2015. También amplió, en los portafolios pensionales, la máxima dosis tóxica en estas inversiones del 5 % al 10 %, con el cómplice beneplácito de una Superintendencia Financiera que, además, ha sido impotente ante la crisis del mercado extrabancario de libranzas, con líos de valoración también, y que ya se expande como pólvora.

Los afiliados a los fondos de pensiones privados, todo inversionista y en general los ciudadanos, merecen entender estas truculencias financieras.

@jrobertoacosta1

El Espectador, Bogotá.

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