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Columnistas

De Michelle Bachelet en Guatemala

Por Ilka Oliva Corado  

Me pregunto si después de la reunión que sostuvo la presidenta de Chile, Michelle Bachelet con el mandataria guatemalteco Otto Pérez Molina la llevaron a hacerse una limpia a donde Maximón, porque era sumamente necesaria; quiere su valor darle la mano y conversar con un genocida que no solo ha evadido la justicia sino que además es el presidente del país y desde ahí dirige sus bandas criminales que tienen a Guatemala sumida en la pobreza y el terror de una dictadura militar.

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Por Ilka Oliva Corado  

Me pregunto si después de la reunión que sostuvo la presidenta de Chile, Michelle Bachelet con el mandataria guatemalteco Otto Pérez Molina la llevaron a hacerse una limpia a donde Maximón, porque era sumamente necesaria; quiere su valor darle la mano y conversar con un genocida que no solo ha evadido la justicia sino que además es el presidente del país y desde ahí dirige sus bandas criminales que tienen a Guatemala sumida en la pobreza y el terror de una dictadura militar.

Una limpia con Agua Florida y ruda por lo más mínimo. Esa imagen de una mujer pro justicia y de izquierda, y un perpetrador de crímenes de lesa humanidad de ultraderecha, bien puede estar salida de un cuento de ficción. Fue un enorme privilegio para Guatemala haber tenido la visita de Michelle: aire fresco, ilusión, la claridad de un gobierno que le apuesta al avance, al cambio y a la inclusión. Años luz dividen a Chile de Guatemala. Todo lo contrario hace la dictadura militar que excluye, intimida, soborna, oprime y estanca el progreso del país. En Chile existe un Nunca Más, en Guatemala la constante desmemoria colectiva y la negación rotunda del genocidio.

La dictadura de Otto Pérez Molina está desmoronando el país: lo vende, lo calumnia, lo transgrede, lo silencia, lo desmenuza, lo desaparece y lo ha vuelto terror de feminicidios, trata de personas con fines de explotación sexual y esclavitud laboral. Abre las puertas al narcotráfico y le facilita la vía a las grandes mafias del crimen organizado. Echa a patadas a los más vulnerables del extracto social y los obliga a la emigración indocumentada. Beneficia a la oligarquía clasista y de ultraderecha.

El gobierno de Michelle no es perfecto, como no lo son los de Cristina, Maduro, Evo, Correa, Dilma, Mujica, y Raúl. Ninguno lo es pero, ¿qué es perfecto en esta vida? Son gobiernos que le apuestan a la independencia absoluta, a ya no ser el patio trasero de Estados Unidos. A no dejar a Latinoamérica en manos de oligarcas, de estafadores, de corruptos: de detestables vende patrias.

Más allá de la generalización del avance en conjunto, del camino bolivariano, en Chile se avanza en Derechos Humanos, recién se acaba de aprobar la unión civil, lo que representa un enorme avance. Se ha aprobado la Reforma del Sistema Educativo, con lo que las desigualdades estructurales pasarían a la historia. Michelle firma el proyecto de ley para la despenalización del aborto.

Mientras tanto en Guatemala las escuelas públicas se caen a pedazos, no se les paga el salario justo a los maestros y encima llega con retraso de tres y seis meses. En el Congreso se pretende presentar un proyecto de ley para que el estudio de la biblia sea obligatorio en las escuelas. Pero a ningún pelele de esos se le ha ocurrido presentar un proyecto de ley que vuelva obligatoria la clase de educación física y formación musical. Un proyecto de ley que obligue al gobierno a no faltarle el respeto a la infancia guatemalteca y que la provea de recursos para acceder a la educación formal.

Mientras que en Chile se lucha por la despenalización del aborto apoyado por la misma presidenta, en Guatemala Pérez Molina ni se mosquea con la cantidad alarmante de niñas abusadas y embarazadas producto de la violación. Aprueba los matrimonios forzados de niñas. Y además se da tres golpes de pecho junto a religiosos y oligarcas para negar rotundamente la aprobación del aborto y los matrimonios entre personas del mismo género. Así es pues como Chile avanza y Guatemala retrocede y se hunde con su pueblo sumiso y cómodo.

Es importante el Encuentro Empresarial que se dio entre Chile y Guatemala, con la visita de Michelle. Pero más importante aún es aprender del pueblo chileno, de su dignidad, su memoria histórica, su unidad, su lucha constante por avanzar en áreas que en Guatemala nunca lograremos si como sociedad seguimos en la indiferencia y la doble moral. Mientras Chile da pasos certeros en cambios estructurales y de relevancia, en Guatemala seguimos negando que hubo genocidio y cómodos y cruzados de brazos nos conformamos con una dictadura que cada día nos hunde más.

Ojalá un día Guatemala aprenda de países como Chile, Argentina, Cuba, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Uruguay y Brasil que le apuestan al socialismo, a una verdadera democracia, por lo tanto a tener dignidad, identidad, inclusión y memoria histórica. Para ir empezando…

@ilkaolivacorado

 

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