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El despelote fiscal

Por José Roberto Acosta  

Las utilidades de Ecopetrol difícilmente llegarán este año a los $3 billones y las demás rentas minero-energéticas caerán de los $30 billones actuales a menos de la mitad, desfinanciándose terriblemente el marco fiscal.

Sería un milagro lograr el 3% de crecimiento este año y por ello el Gobierno reaccionó con el Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo (PIPE 2.0), cuyo eje central es comernos en el desayuno el almuerzo, pues en el largo plazo ya estaremos muertos, echando mano a una trampa estadística como es adelantar para este año desembolsos de obras públicas futuras, pues, aunque sea difícil de creer, tan sólo con el desembolso se contabiliza el crecimiento de obras civiles, así no se ponga un solo ladrillo.

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Por José Roberto Acosta  

Las utilidades de Ecopetrol difícilmente llegarán este año a los $3 billones y las demás rentas minero-energéticas caerán de los $30 billones actuales a menos de la mitad, desfinanciándose terriblemente el marco fiscal.

Sería un milagro lograr el 3% de crecimiento este año y por ello el Gobierno reaccionó con el Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo (PIPE 2.0), cuyo eje central es comernos en el desayuno el almuerzo, pues en el largo plazo ya estaremos muertos, echando mano a una trampa estadística como es adelantar para este año desembolsos de obras públicas futuras, pues, aunque sea difícil de creer, tan sólo con el desembolso se contabiliza el crecimiento de obras civiles, así no se ponga un solo ladrillo.

Es tal el desespero que en ese PIPE 2.0 se considera la utilización de “supuestos excesos” del Fondo Nacional de Pensiones de las Entidades Territoriales (Fonpet), como si el pasivo pensional ya estuviera resuelto, al tiempo que esta semana el Conpes dio vía libre para contratar empréstitos con los bancos de desarrollo hasta por US$5.500 millones, equivalentes a más de dos Isagén, no para financiar proyectos específicos, como serían las obras de 4G, sino “distintos rubros del Presupuesto General de la Nación”, entre los que se destaca el escandaloso pago de nóminas paralelas, que pululan en entidades como el Sena y las CAR y que se usan para repartir la mermelada a la clientela de los politiqueros que apoyan al Gobierno.
 
Esto desemboca en el primer informe de la Comisión de Expertos para la Equidad y la Competitividad Tributaria, el cual advierte al ministro de Hacienda que “asumiendo que el gasto público se mantiene como porcentaje del PIB en los niveles de 2014, el Gobierno necesita recursos adicionales cercanos a 1,5% del PIB en 2018 (alrededor de $11 billones) y a 3,3% del PIB en 2020 (aproximadamente $25 billones) para cumplir el compromiso de la Regla Fiscal”. Es decir, se vienen impuestos adicionales a los que ya nos ahogan, y en momentos en que el crecimiento se desploma.
 
¿Dónde queda el propósito anticíclico de la política fiscal? ¿Dónde está el control del gasto? ¿Dónde está el seguimiento del cumplimiento de la Regla Fiscal de departamentos y municipios? ¿Dónde está la bolita, señor ministro? ¿Tenemos ministro?

El Espectador, Bogotá.

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