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El mal y el mal menor

Por Ingrid Penagos Peña  

En una reciente entrevista realizada al geógrafo marxista David Harvey con ocasión de la publicación de su último texto Seventeen Contradictions and the End of Capitalis, se le indagaba acerca de la capacidad de la izquierda para aprovechar la oportunidad histórica de la crisis financiera y sus consecuencias en Europa, a lo cual respondió “La izquierda no ha aprovechado con éxito las oportunidades creadas por esta crisis.

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Por Ingrid Penagos Peña  

En una reciente entrevista realizada al geógrafo marxista David Harvey con ocasión de la publicación de su último texto Seventeen Contradictions and the End of Capitalis, se le indagaba acerca de la capacidad de la izquierda para aprovechar la oportunidad histórica de la crisis financiera y sus consecuencias en Europa, a lo cual respondió “La izquierda no ha aprovechado con éxito las oportunidades creadas por esta crisis.

El peligro reside en que del descontento se apodere la extrema derecha de movimientos neofascistas, y esto constituye un peligro claro y presente ante el que debería responder la izquierda”. La respuesta de Harvey es reveladora, y alerta acerca de la  proliferación de  un fenómeno en Europa  que al realizar  un seguimiento y monitoreo a ciertos acontecimientos en el país: Las ejecutorias confesionales del procurador, las manifestaciones públicas de grupos neonazis, expresiones como la tercera fuerza y el movimiento por la restauración nacional, el centro democrático, el mensaje y contenidos de la campaña del candidato Oscar Iván Zuluaga;  permiten aproximar una interpretación de la amenaza real de la captura del Estado  por  las  tesis de la extrema derecha tal como Harvey lo advierte.

Siguiendo a  Harvey, desde la perspectiva del desaprovechamiento de las oportunidades históricas, para el caso de la disputa por la presidencia de la República,  las distintas fuerzas de izquierda fueron expectantes de una  inmejorable oportunidad: la  ruptura de dos  fuerzas constitutivas del   bloque en el poder; el no haber emprendido un  respaldo irrestricto a la candidatura de Unidad del Polo Democrático y la Unión Patriótica desde el principio le cedió ventaja a las dos candidaturas del establecimiento; expresiones de la  izquierda se inclinaron en la primera vuelta por  el voto en blanco (Modep, Movimiento por la constituyente popular) y otros por Santos (algunos sectores progresistas y el sector que representa Piedad Córdoba en marcha patriótica). Con Clara López en la segunda vuelta, la izquierda habría evitado este espectáculo de descalificaciones y acusaciones por las decisiones adoptadas en torno al quehacer el 15 de junio.

Ahora bien, el país se debate entonces  entre escoger algo así como “el malo y el menos malo”. Aunque ambos representan fracciones de élites,  Zuluaga  bajo la sombra de Uribe encarna la amenaza señalada por Harvey leída desde la perspectiva de la coyuntura colombiana; el retorno al Gobierno de la doctrina de extrema derecha, situada en el Hate speech o “discurso del odio” que hace apología a la antidemocracia  a través de la estigmatización a sectores históricamente discriminados, así como también se inspira en la defensa del militarismo exacerbado que perpetua la guerra y se alimenta  del latifundio armado, junto a toda suerte  de expresiones que pretenden reconfecionalizar el Estado al mejor estilo del Procurador.

Me causó escalofrió leer este aparte de un artículo de opinión publicado en la página web del movimiento de restauración nacional con ocasión de la muerte del maestro Gabriel García Márquez  “Sólo queda a unos cuantos ilusos – como la mayoría – creer que García Márquez fue un sabio o maestro. En realidad lo que fue, aparte de haber estado militando en el M-19 y aparte de ser un comunista asesino intelectual, sirvió muy bien al mundo, fue un perfecto lacayo cuyo don dio a Satanás – su amo aquí en la Tierra y quizás en el otro mundo lo siga siendo – muchas almas incautas”, en párrafos posteriores agregó: “Los únicos que lamentan la muerte de este comunista y sabueso escritor, son a la final los que aman este mundo y están encadenados a satanás. También se lamentan los venerables hermanos de la venerable logia a la cual el hermano venerable García Márquez pertenecía desde su juventud”; este texto parece estar escrito quizás por el Procurador Ordoñez,  con corrección de estilo de María Fernanda Cabal y última revisión de José Obdulio Gaviria, personalidades entrañablemente  comprometidas con la candidatura de Zuluaga, y por supuesto  este particular movimiento también.

Sin duda nubes tempestuosas se ciernen sobre el país si este personaje llega a la presidencia, eso sin mencionar toda la estela de dolor y muerte sembrada por el  paramilitarismo que podría activarse;  es igualmente perjudicial la  desestabilización continental que se produciría por vía de  la exportación del paramilitarismo que ya exhibe sus alcances en Venezuela. No son precisamente ingenuidades las que guían a personalidades de la talla de Carlos Gaviria Díaz a manifestar su voto por Santos, ni confusiones estratégicas de Iván Cepeda o hipoteca del proyecto de oposición del  Polo Democrático por el  anuncio de voto por Santos de la doctora Clara López; por el contrario  son decisiones adoptadas en medio de un ambiente de riesgo político e incertidumbre, mediadas por la racionalidad de reconocer en Santos un mal gobernante, que pese a ello,  abre una compuerta, que enterraría Zuluaga y su horda uribista:  un proceso de paz necesario para empezar a transitar horizontes de solución política del conflicto; y si a la pregunta  es eso suficiente para votar por Santos – el proceso de paz en la Habana y la fase exploratoria actual con el ELN-  e impedir el ascenso y consolidación del fachismo? la respuesta de estas autoridades democráticas es sí.

Por otro lado, están quienes con la justeza de los argumentos manifiestan que política y moralmente es imposible votar por un neoliberal mercader de la soberanía nacional  y profundizador del extractivismo; el destacado senador Jorge Robledo, ha hecho pública su decisión de votar en blanco y emprendió sendos esfuerzos por ganar adeptos a su causa; una posición aproximada  manifestó el senador electo Alberto Castilla, este valeroso dirigente campesino  se abstendría de votar por Santos, aun cuando no descalifica a quienes así tengan a bien hacerlo. Los puntos de vista de ambos senadores tampoco son producto de los ismos que ya empiezan a atribuírsele, ambos son voceros de luchas incansables del pueblo en temas como el agrario, recursos naturales y el medio ambiente,  han enfrentado la aplastante política que favorece un Estado corporativo servil del gran capital.

Es en medio de tan complejas circunstancias a las que la  izquierda y sectores demócratas se enfrentan en este tramo de la historia política nacional, que como lo ha denominado Jorge Andrés Hernández en el portal de opinión Razón Pública, es un escenario de “elección trágica” -porque cualquiera de las alternativas implicaría un “mal inevitable”-, al cual insisto con sobradas razones varios han optado por el “mal menor”, Juan Manuel Santos.

Ambas  decisiones son admisibles, ninguna menos racional que la otra; lo realmente incomodo  del debate son las acusaciones que van y vienen, Héctor Abad le endilga a Jorge Robledo la responsabilidad  de un posible asenso de la horrible noche con Zuluaga, lo cual es al menos desde mi criterio, inexacto. Santos es el retrato de un mal político, que pese a tener los recursos, el poder,  y todo el control del Gobierno fue superado por el exalcalde de Pensilvania  en la primera vuelta; si Santos resultase derrotado el 15 de junio sería por su incapacidad política y su fracción del poder, ningún mandatario en América Latina que proyecta un segundo mandato ha sido vencido, Colombia inauguraría la estadística. De igual forma quienes no votaran por Santos emplean calificativos inapropiados: confundidos, ingenuos, santistas disfrazados;  deteriorando las confianzas para los retos del futuro, dado que los dos  puntos de vista  aquí expuestos han manifestado que serán oposición sea cual sea quien resulte presidente.

A manera de cierre,  es un imperativo político continuar siendo la voz crítica y propositiva desde la oposición que denuncia, que cuestiona y que ofrece soluciones y salidas posibles; las garantías para el ejercicio de esa oposición son fundamentales para el desenvolvimiento de fuerzas sociales y para que no se detenga el ascenso del movimiento social y el libre ejercicio de la participación que constituyen la piedra angular de la democracia. La tercera vuelta ha de ser entonces la capacidad de unidad, solidez y concurrencia de los procesos y dinámicas democráticas y de izquierda,  ojala en un ambiente favorable a la solución política y no de prolongación de la guerra.

 

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