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El origen del hambre…

Por Omar Ospina  

Sigo leyendo, con la misma rabia con que fue escrito y con la misma rabia con que lo inicié hace un par de semanas, el libro El Hambre, de Martín Caparrós. Como ya dije, lo inicié rápido para cubrir en una semana sus 605 páginas. Pero a la tercera página, continué despacio masticando la rabia… lentamente. Voy por la 288 y la rabia aumenta. Hay libros –y poemas– que producen rabia, al mismo tiempo que respeto. Este es uno. Recomiendo especialísimamente que lo compren y lo lean. De cabo a rabo.

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Por Omar Ospina  

Sigo leyendo, con la misma rabia con que fue escrito y con la misma rabia con que lo inicié hace un par de semanas, el libro El Hambre, de Martín Caparrós. Como ya dije, lo inicié rápido para cubrir en una semana sus 605 páginas. Pero a la tercera página, continué despacio masticando la rabia… lentamente. Voy por la 288 y la rabia aumenta. Hay libros –y poemas– que producen rabia, al mismo tiempo que respeto. Este es uno. Recomiendo especialísimamente que lo compren y lo lean. De cabo a rabo.

Hay ocasiones en la vida, por desgracia muchas, en las que es necesario sentir rabia y sentir que alguien, desde hace mucho, está haciendo mierda a la humanidad entera. Y ese alguien es un algo abstracto pero concreto, porque abstracta es su idea y concretas son sus víctimas: EL CAPITALISMO.

Empiezo esta reflexión con una frase que encontré y que es una de esas verdades que por evidentes, nunca vemos:

El Hambre de mil millones (este rato) de personas en el planeta, no es producto de la pobreza: es producto de la riqueza.

Aparte de que tal vez cansados de “crear” papeles con apariencia de dinero o de “producir” productos financieros sin respaldo en una burbuja artificial y artificiosa que les explotó en la cara en 2008… pero que luego fue convenientemente restaurada no por los accionistas del Desastre sino por los Estados cómplices y alcahuetes, desde hace unos 20 años los grandes grupos especuladores financieros, con sede matriz en la Bolsa de Chicago y oficinas elegantes en Wall Street (empezando por Goldman Sachs, ese genocida financiero) se dieron a la tarea de especular con lo más necesario y sagrado –digamos– de las necesidades de la humanidad: los alimentos, la comida.

Y convirtieron en Comodities y en Futuros, los alimentos más necesarios de la humanidad. Se inventaron la manera, perversa, de usar los alimentos para no alimentar a la humanidad, sino para enriquecer más a los especuladores. Copio un párrafo, de la página 288:

«El etanol norteamericano está hecho de maíz, uno de sus cultivos principales. Los Estados Unidos producen el 35 por ciento del maíz del mundo, más de 350m millones de toneladas al año. Una Ley Federal, la Renewable Fuel Standard, dice que el 40 por ciento de ese grano deber ser usado para llenar los tanques de los coches. Es casi un sexto del consumo mundial de uno de los alimentos más consumidos del mundo. Con los 170 kilos de maíz que se necesitan para llenar un tanque de etanol-85, un chico zambio o mexicano o bengalí puede sobrevivir un año entero. Un tanque, un chico, un año. Y se llenan, cada año, casi 900 millones de tanques”.

«Va de nuevo: el agrocombustible que usan los coches estadounidenses alcanzaría para que todos los hambrientos del mundo recibieran medio kilo de arroz por día.

«Jean Ziegler, siempre tajante, dice que “los biocombustibles son un crimen contra la humanidad».

Mil millones de habitantes del mundo se acuestan con hambre todos los días. A fin de que los dueños de coches norteamericanos, llenen sus tanques 900 millones de veces. Sólo los norteamericanos… Faltan los de Europa…

Quito, Ecuador.

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