Columnistas
El réquiem de Peñalosa por lo público
Por Celio Nieves Herrera
Luego de casi 5 meses de gobierno, el alcalde Peñalosa se ha visto obligado a corregir parte de sus yerros, retirando algunos artículos del Plan Distrital de Desarrollo y haciendo saltar fusibles con la renuncia de la directora del servicio jurídico de la Secretaría de gobierno y la de su primo a quién nombró de manera ilegal en la junta directiva de la ETB, por ejemplo. No obstante, se radicaliza en otros temas al pretender cobrar revancha contra quienes le negaron algunas propuestas en su primer mandato. Es el caso de la privatización de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá, ETB.
Por Celio Nieves Herrera
Luego de casi 5 meses de gobierno, el alcalde Peñalosa se ha visto obligado a corregir parte de sus yerros, retirando algunos artículos del Plan Distrital de Desarrollo y haciendo saltar fusibles con la renuncia de la directora del servicio jurídico de la Secretaría de gobierno y la de su primo a quién nombró de manera ilegal en la junta directiva de la ETB, por ejemplo. No obstante, se radicaliza en otros temas al pretender cobrar revancha contra quienes le negaron algunas propuestas en su primer mandato. Es el caso de la privatización de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá, ETB.
El señor Jorge Castellanos, quien oficia hoy como presidente de la ETB., no ha cesado de denigrar de la empresa que dirige, construida a pulso por los esfuerzos e inversiones del sector público desde hace 132 años. Su discurso se asemeja al enconado alegato de un privado que oculta las virtudes y exagera los defectos de un bien que pretende comprar a un precio irrisorio. Entre tanto, las multinacionales de las telecomunicaciones se frotan las manos, seguras de obtener de Colombia otro regalo como el de la otrora empresa pública OLA.
La privatización de las empresas y servicios públicos es una poderosa máquina de exclusión social, puesto que el bogotano que no tenga para comprar dichos servicios no es un cliente rentable y no tendrá acceso a la energía, al agua, a la Internet, a la educación, etc. La venta de la ETB, nos dejaría, en materia de telecomunicaciones, amarrados “de patas y manos” a los privados.
El alcalde Peñalosa presentó al Concejo de Bogotá, un proyecto de Plan Distrital de Desarrollo, donde el artículo 128 referido a la venta de la ETB., hace caso omiso de la normatividad vigente. Pide al Concejo que le ceda competencias y facultades que le son propias, para gobernar según sus caprichos y criterios, burlando lo ordenado de la ley 226 de 1995, que obliga a presentar previamente, los estudios técnicos y exposición de motivos, incorporados a un proyecto de acuerdo que justifique la venta de una empresa pública.
Los nuevos hábitos, regresivos en materia de democracia, se traducen en la actitud irresponsable del Gobierno Distrital que impone a la ciudad una ruta para los próximos 4 años que ni siquiera fue consignada en el Programa de Gobierno que Peñalosa presentó a los bogotanos durante las pasadas elecciones, como la venta de la ETB. Todo ello, mientras en el Concejo y otros escenarios, se desarrollan grandes debates sobre el mismo tema, configurando una farsa inédita sobre las consultas y debates a los que la ley obliga, previas a la aprobación del Plan de Desarrollo Distrital.
Poco importan las evidencias de la importancia de la ETB., para la ciudad: por su trabajo constante de inclusión social, por haber girado al Distrito, entre 1998 y 2015, 2,7 billones de pesos; por los cuantiosos pagos de dividendos a su socios, entre ellos la Universidad Distrital; por su inversión en fibra óptica de 2,3 billones de pesos que hacen de ella la empresa de telecomunicaciones con mejor infraestructura tecnológica en el país.
Finalmente, les invito a movilizarse para contrarrestar la curiosa filosofía de la nueva administración que según palabras de Castellanos, presidente de la ETB, ante el Concejo: “la mejor manera de defender lo público es privatizarlo”.