Conecta con nosotros

Columnistas

Es imperativo construir sistemas comunes y públicos de conocimiento para atacar corazón del capitalismo cognitivo

Por René Ramírez Gallegos*  

Voy a referirme a dos temas fundamentales como son el concepto de igualdad y el de emancipación, en relación a lo que ellos implican en las nuevas izquierdas en Latinoamérica. Lo voy a plantear desde la perspectiva de lo que hemos hecho en Ecuador, pero también con una proyección de mediano y largo plazo; porque nosotros queremos una izquierda que dure cien años, no una que dure diez años. En ese sentido, es necesario ser muy autocríticos de lo que estamos haciendo y del camino que nos falta por recorrer.

Publicado

en

Por René Ramírez Gallegos*  

Voy a referirme a dos temas fundamentales como son el concepto de igualdad y el de emancipación, en relación a lo que ellos implican en las nuevas izquierdas en Latinoamérica. Lo voy a plantear desde la perspectiva de lo que hemos hecho en Ecuador, pero también con una proyección de mediano y largo plazo; porque nosotros queremos una izquierda que dure cien años, no una que dure diez años. En ese sentido, es necesario ser muy autocríticos de lo que estamos haciendo y del camino que nos falta por recorrer.

Voy a hablar desde el punto de vista de una persona que trabajó en la academia pero que ya no puede pensar nada que no sea viable en términos concretos de acción, de transformación social. Tengo la suerte de participar desde hace nueve años en el proyecto de la Revolución Ciudadana y realmente creo que ha sido la mejor experiencia, porque estamos transformando Ecuador. Tenemos que tener un sentido histórico de lo que estamos haciendo y en qué momento nos encontramos ahora.

Existe un conflicto en las izquierdas sobre el que tenemos que tomar una decisión. La civilización está en crisis y ello se debe a que el capitalismo está en su máximo apogeo. Yo no creo que el capitalismo esté en crisis; tal como demuestra el último libro de Thomas Piketty a partir de un análisis de los últimos doscientos años, estamos en el periodo más alto de concentración de la riqueza de este periodo, el mejor termómetro de que el capitalismo está bien.

Esta crisis de civilización, producto del apogeo del capitalismo, desde lo que nosotros hemos pensado como izquierdas se debe justamente a una crisis del pensamiento, de las ideas. En ese sentido trataré de defender el concepto de la igualdad. Creo que tenemos que buscar una democracia radical. Y cuando hablamos de democracia radical, no hablamos únicamente, y aquí quizás voy a ser muy materialista, de la necesidad de ampliar la participación y la deliberación en el ámbito de la toma de decisiones, sino también de dilucidar cómo producir procesos de organización productiva y nuevas formas de organización del aparato productivo completamente democráticos y completamente cooperativos, ya que una real democracia está en la disputa de la materialidad. Nosotros, que deseamos construir una democracia radical, no podemos dejar de pensar en el tema económico, porque este será el principal filtro para atacar a nuestros gobiernos.

Y en ese marco, el otro concepto fundamental es el de emancipación. Desde lo que nosotros estamos avizorando, este punto pasa por un cambio en la matriz cognitiva. Tenemos que disputar el sentido del conocimiento, cómo se genera, cómo se produce y cómo se apropia el conocimiento. Hay un concepto del que la derecha quiere apropiarse, y que sin lugar a dudas es el corazón del concepto de emancipación, que es la libertad. Nosotros sostenemos que el conocimiento es libertad, que la educación es libertad y tenemos que apuntalar en el corazón de la transformación de las nuevas izquierda el conocimiento y  la educación.

Quiero señalar alguna información con respecto al tema de la igualdad. En Ecuador, y a nivel de Sudamérica, hubo dos décadas perdidas, de prácticamente un 0% de crecimiento. Del 2000 al 2006, previo a la Revolución Ciudadana, hubo en Ecuador una caída de la pobreza igual que en América Latina, pero en nuestro país eso no significó un una caída de la desigualdad. Esta reducción de la pobreza, de la que muchas veces se jacta la derecha, se debió a factores exógenos y no a factores deliberados de la política pública de los gobiernos. Con factores exógenos me refiero a los incrementos de los precios de las commodities, a flujos de remesas –porque lo que el neoliberalismo hizo fue expulsar a migrantes de nuestros países que se fueron a Europa–, al crecimiento de China y al crecimiento de América Latina. Es decir, no fue una acción política la que llevó al decrecimiento de la pobreza de 2000 a 2006. Durante estos ocho años de gobierno de la Revolución Ciudadana, hemos logrado que la reducción de la pobreza venga aparejada con una reducción de la desigualdad radical. Nosotros estamos reduciendo la pobreza de ingresos, de consumo, de necesidades básicas insatisfechas; la indigencia es hoy menor al 5%. Somos el país con menor desempleo de toda la región.

Somos un país que reduce polarización y que incrementa clase media. Las políticas que hemos hecho han tenido resultado, vemos los efectos de políticas públicas deliberadas.

Y aquí me parece excelente poner en debate el concepto de desigualdad. Permítanme  referenciar nuevamente al libro de Thomas Piketty, El capital del siglo XXI, que habla de la desigualdad de los países más desarrollados en los últimos doscientos años. Quiero extraer de allí dos conclusiones muy importantes. La primera es que la caída de la desigualdad en la historia ha sido producto de decisiones políticas. Con esto se destroza la mirada neoliberal que señala que la desigualdad caerá cuando los países se desarrollen. En economía esto se llama la Curva de Kuznets. Ella dice algo así: “No se preocupen, que los países se desarrollarán, y cuando alcancen el desarrollo, empezará a reducirse la desigualdad”. Esto no es así y hay que tenerlo claro, porque no existe la mano invisible. Para que se reduzca la desigualdad tiene que haber una mano bien visible y una mano de gobiernos de izquierda que lleguen al poder. Tenemos que dejar el romanticismo de creer que se puede transformar el mundo sin tomar el poder. Acá, si no tomamos el poder no vamos a cambiar la correlación de fuerzas. Y esto significa tener gobiernos progresistas en América Latina. La izquierda que señala que se puede transformar las relaciones de poder sin llegar al poder le hace un favor a una plutocracia global que acumula riqueza. Tengamos cuidado con esa posición de izquierda que, como señala el presidente Rafael Correa, es una izquierda infantil.

El otro punto que también es fundamental y que tiene que ser una señal para la izquierda es que no podemos quedarnos sentados esperando la profecía de Marx, que señalaba que el capitalismo morirá por sus propias fuerzas dado que disminuirá la tasa de rentabilidad del capital. Piketty señala que la tasa de rentabilidad del capital ha aumentado y seguirá aumentando; entonces, no  podemos  quedarnos  sentados. Debemos mantenernos movilizados para poder construir una sociedad mucho más justa y no creer simplemente que por las fuerzas del capital se va a eliminar al capitalismo. Es fundamental señalar esto porque a veces creemos que en las propias entrañas del capitalismo se encuentra su propia destrucción. Quizás este análisis histórico nos deja una gran lección: que tenemos que asumir una actitud proactiva y que no debemos tener la mirada de que la izquierda únicamente tiene que ser anticapitalista. Tiene que ser pro algo. Y en Ecuador hemos decidir ser pro buen vivir y lo señalamos en la Constitución de la República.

Las dos salidas importantes que se señalan como evidencia empírica de lo que implica la reducción de la desigualdad tienen que ver con dos cuestiones fundamentales: por  un  lado, tener impuestos progresivos, impuestos a la herencia e impuestos globales al capital. Por otro, la inversión en la educación pública de calidad.

Quiero  señalar también que, en términos analíticos y conceptuales, nosotros tenemos que disputar desde la izquierda la construcción de sustantivos críticos y no únicamente la adjetivación de sustantivos. Muchas veces como izquierda nos acostumbramos a poner adjetivos que la derecha nos imponía y eso es estar a la defensiva. Por ejemplo, al desarrollo le ponemos el adjetivo de “sustentable”, a la democracia le incorporamos el adjetivo de “participativa”, etc. Tenemos que construir sustantivos críticos y tenemos que disputar la semántica de los conceptos. En este sentido, desde el punto de vista académico, inclusive de la política pública, tenemos que decirle good bye a la “pobretología”. Bienvenida la “ricatología”. Tenemos que enfocarnos en los ricos si es que queremos superar la pobreza. No es fortuito que la academia, especialmente en la economía, haya creado toda una disciplina y todo un abordaje metodológico, empírico y teórico sobre la “pobretología” y toda la cuestión de la “ricatología” sea intocable. Yo pude proponer en Ecuador no hacer líneas de pobreza sino hacer líneas riqueza y saltó todo el mundo, porque obviamente cuando identificas a los ricos y señalas dónde están, no eres bien visto. Sí a los pobres, para que se los investigue y sean tomados como ratas de laboratorio. Y nuestra conclusión, después de calcular la línea de riqueza, fue que con el 2% de la riqueza de los más ricos del Ecuador podíamos superar toda la pobreza. Nosotros tenemos que enfocarnos justamente en ese 2%, porque nosotros somos el 98%, y con ese 2% podemos vivir todos bien, y esto está demostrado en América del Sur. En este momento, el problema de nuestros pueblos no es la cantidad de riqueza, sino la redistribución. Y quizás  una de las construcciones hegemónicas más importante que tiene la economía, y que la ha asimilado la izquierda, es que con políticas focalizadas vamos a superar la pobreza. Tengamos bien en claro que mientras sigamos pensando así, nunca superaremos la pobreza. Por esto tenemos que hablar de Igualdad, de Universalidad, de lo Público, de lo Común. Esos son los conceptos que realmente permitirán superar estructuralmente la pobreza.

Y aquí viene un punto fundamental que también tenemos que tener en claro: si bien en este momento no es un tema del tamaño del pastel, existen países, y esto nos está pasando a nosotros, que empiezan a tener lo que en economía se llama “rendimientos decrecientes de escala”, es decir, que estamos muy cerca de la frontera de producción económica. Existen otros países en América del Sur y de Centroamérica que todavía están muy lejos de esta franja y que simplemente, a través de la redistribución, pueden mejorar la calidad de vida de la población. Nosotros tenemos que buscar otros mecanismos de generación y producción de riqueza. Estamos en un momento de transición y por eso tenemos que pensar sistemáticamente la “gran transición” para la “gran transformación”, parafraseando a Karl Polanyi. Tenemos que tener muy claro que lo que estamos jugando en este momento de la historia de nuestros países es esa “gran transición” y esto implica suponer que el capitalismo existe y que todavía tiene mucho tiempo para quedarse. En este marco, tenemos que saber cómo convivimos con ese capitalismo  y cómo lo sometemos. Tenemos que enfrentar dos tipos de capitalismo: el industrial y el especulativo. ¿Cuál es el que más daño hace a nuestros países? El capitalismo especulativo, el capitalismo de las finanzas, del terrateniente, de las personas que tienen derechos de propiedad, de los mass media, de los importadores. Esta es una deuda pendiente de muchas naciones, en particular de Ecuador que no solamente es un país primario exportador sino también secundario importador. ¿Y qué significa esto? Tenemos una clase de burguesía que lo que hace sistemáticamente es especular con la importación, y cuando tomamos  medidas para  proteger  la industria nacional y generar empleo, lo que hace es saquear supermercados intencionada y programadamente para decir que nuestro sistema no funciona. Tengamos mucho cuidado con esta clase económica que lo que hace es atentar contra nuestras economías. Tenemos que luchar contra las clases rentistas en  nuestras economías. No podemos decir que hemos transformado nuestras sociedades si seguimos con una clase rentista, que es en la que se da el proceso de mayor acumulación dentro de nuestras sociedades.

Aquí hay otro punto importante, nosotros tenemos que disputar cómo se organiza la  forma  de  acumulación. Permítanme señalar lo que ha pasado en Ecuador  en estos ocho años en referencia a un concepto fundamental, que es la distribución primaria del ingreso. Este concepto mide cuánto acumula el capitalista y cuánto acumula el trabajador. En el sur nosotros tenemos una categoría muy importante –que en Ecuador es del 38%–, que es la de ingreso mixto, los cuentapropistas que pertenecen a la economía social y solidaria, que trabajan dentro de las cooperativas, en formas de producción completamente asociativas. En Ecuador ha caído 9% del total del ingreso nacional la participación de los capitalistas. Y de ese 9% se ha redistribuido la mitad en participación de los trabajadores y la otra mitad en el ingreso mixto. Es decir, justamente en este grupo poblacional en el que se diluye la división entre capitalista y trabajador. Un tema fundamental es buscar, como parte de la emancipación, no que tengan mayor participación los trabajadores, sino romper con la relación entre capital y trabajo. Eso permitirá realmente una real democracia y una real emancipación. Nosotros tenemos que avanzar en construir otras estructuras productivas. Y para eso es fundamental tener políticas deliberadas. Esta caída del 9% que puede sonar a poco si uno lo ve comparativamente a lo largo de la historia de estos doscientos años, nosotros lo hemos hecho en ocho. Yo era muy autocrítico en referencia a lo que habíamos redistribuido en estos años. Sin embargo, si uno ve los países que más han distribuido en los últimos dos siglos, tomando el pico más bajo y el más alto, han distribuido diez puntos porcentuales en un siglo y esto sólo ha tenido impactos radicales en relación a la pobreza, la desigualdad y el tema del empleo.

Quisiera tratar un tema fundamental, que es un peligro para las izquierdas. Permítanme señalar la relación entre lo objetivo y lo subjetivo. Yo estudio mucho el tema de la desigualdad y la pobreza, también subjetivamente. Cuando asumimos el gobierno, nosotros teníamos un ingreso promedio per cápita de 520 dólares. Pero el ingreso subjetivo antes de nuestros gobiernos era de 540 dólares. ¿Qué es el ingreso subjetivo? Cuando le preguntabas al ciudadano “¿con cuánto ingreso usted se sentiría satisfecho?”, había una diferencia de 15 dólares aproximadamente. Ahora, después de ocho años, dado que ha aumentado el bienestar de todos los ecuatorianos, estamos llegando objetivamente a 770 dólares el promedio del ingreso; pero el ingreso subjetivo ha subido a más de 1000. La diferencia es de 400 dólares. Esto significa que no solamente es necesario cambiar la estructura productiva, de relaciones de poder entre capital y trabajo, sino que también tenemos que generar una conciencia de otro patrón de consumo, porque si no, seremos víctimas de nuestro propio éxito. No es menor este debate. Porque además tenemos una pirámide poblacional muy joven que no sabe lo que es el neoliberalismo, porque ya ha vivido una generación de Revolución Ciudadana, y no entiende tampoco lo que se llama partidocracia, y ya es normal tener una educación pública, medicamentos y una salud gratuita. Si nosotros no buscamos edificar nuevos patrones educativos, lo que nos puede matar no vendrá por el lado productivo, sino por tener los mismos patrones de consumo del capitalismo. Esa es una amenaza muy fuerte para nuestros pueblos.

En Ecuador hemos tenido un gran debate sobre cuál es nuestro horizonte de sentido. Sabíamos que para poder producir un nuevo mundo, una nueva realidad, teníamos que disputar un gran pacto de convivencia y por eso propusimos –y fue la primera propuesta de campaña y el primer decreto presidencial– construir una nueva Constitución. El debate de esta Constitución es la pregunta de hacia dónde vamos. Nosotros decidimos construir la sociedad del buen vivir, que no es lo mismo que la sociedad del vivir mejor, que además ahora es eslogan de muchas campañas electorales de la derecha –me recuerda a Mauricio Macri en Argentina, a Mauricio Rodas en Ecuador, a México–. Este debate entre “mejor” y “bien” no es menor. Porque en “mejor” existe realmente una insatisfacción ad infinitum que es el concepto del capitalismo de que siempre necesitamos más, y eso es algo que nosotros no queremos.

En el marco de la Constitución de la República, propusimos cuatro temas  estructurales  y  fundamentales  para  la  gran  transformación: el  primero  es  pasar  del  antropocentrismo al biocentrismo. El tema de la sostenibilidad ambiental es fundamental: imponer en el centro de la construcción de la sociedad la vida humana, pero la vida en general también. Ecuador es el único país que tiene dentro de su Constitución los derechos a la naturaleza. Bolivia lo tiene, pero a nivel de ley. La segunda transición es pasar del colonialismo a la construcción de la sociedad plurinacional e intercultural. Ahí tenemos que aprender mucho de Bolivia, de las experiencias exitosas que implican romper con el colonialismo de la episteme que existe en nuestros pueblos. El tercer punto es pasar del capitalismo al socialismo del sumak kawsay, del buen vivir. Y el cuarto tema es pasar de la democracia representativa –que es una de las hipocresías más grandes, dado que es funcional al capitalismo– a una democracia radical, mucho más participativa y deliberativa.

Para hacer esto necesitamos un cambio en la matriz cognitiva; por eso hicimos una transformación en el campo de la educación superior. Recuperamos la gratuidad de la educación superior, que era exclusivamente para que una élite aprendiera a mandar. Antes, en Ecuador, de cada 10% que ingresaba a la universidad, 8% era del 20% más rico. Actualmente, con la gratuidad y con la política de que, si eres más pobre, otorgamos media remuneración básica unificada, y si eres buen estudiante,  una  remuneración  básica unificada, hemos  duplicado la matrícula de la educación superior del 20% más pobre, de los indígenas, de los afroecuatorianos.

Pero no es suficiente. Estamos tramitando un  proyecto de ley en la Asamblea Nacional que se llama “Código de la economía social de los conocimientos, la creatividad y la innovación”. Se trata de un código que busca gestionar de una manera diferente el conocimiento, combatir el “neodependentismo” que tienen nuestros países. El primer dependentismo fue el tema del manufacturado. Ahora eso ya no importa, lo que importa es cómo se gestiona la propiedad intelectual. Si no abordamos ese tema, no podremos producir una segunda independencia en nuestros pueblos. Tenemos que buscar sistemas institucionales que rompan con lo que en economía se llama la “tragedia de los anticomunes”, la hiperprivatización de los conocimientos que lleva a una monopolización de la renta y a un sub uso social. Tenemos que construir sistemas comunes y públicos de conocimiento y para eso hay que atacar el corazón del nuevo capitalismo, que es el capitalismo  cognitivo. Y esto no lo vamos a hacer si no lo hacemos como región, como sur global.

En este sentido, el corazón  de la gran trasformación no pasa por el cambio en la matriz productiva sino por el cambio en la matriz cognitiva, de pensamiento, de las ideas, de la cultura, frente al sentido de resignación que está impregnado en la psique social del mundo capitalista.

Para terminar, quisiera tratar un tema fundamental que tiene que ver con la restauración conservadora. Salió hace unos pocos meses un artículo en Le Monde Diplomatique que nos deja claro el peligro que atraviesan nuestros países. El primero es que la derecha ha aprendido muy bien y muy rápido y se plantea camaleónicamente como una derecha que es democrática, a pesar de que procura realizar golpes blandos. Es una derecha posneoliberal, sus propuestas no incluyen explícitamente menciones al neoliberalismo para llegar al poder, pero estoy seguro de que cuando lleguen al poder harán todo lo contrario. Y es una derecha social que promete continuar con los programas de la izquierda. Y en ese sentido es muy peligroso, porque a una pirámide poblacional joven que se le ofrezca esto, la división entre izquierda y derecha se le hace muy complicada al momento de la votación. Nosotros tenemos que ser muy creativos para proponernos nuevas estrategias para ganarnos a la ciudadanía, porque la ciudadanía no diferencia lo que era pasado y el neoliberalismo con lo que es esta realidad, luego de haber vivido en ella diez años. Tenemos que tener claros algunos puntos innegociables de esta nueva izquierda. Tenemos que tener cero tolerancia con la corrupción. La corrupción es algo intrínseco a la derecha y al capitalismo porque el capitalismo no tiene moral. Si claudicamos con el tema de la corrupción ofrecemos un flanco muy grande para que retorne la derecha. El otro tema es tener la bandera de la paz. Nosotros estamos haciendo estas transformaciones pacíficamente y justamente lo que quieren es que se genere violencia. La izquierda y la región latinoamericana tienen que tener y reivindicar esta bandera de paz. El tercero tiene que ver con la búsqueda de la unidad y la integración. Como suele señalar el presidente del Ecuador, esto no es un esnobismo, es una urgencia, es una necesidad: o nos integramos o perecemos; o nos integramos o morimos como proyectos de izquierda. El otro tema fundamental es innovar. Tenemos que tener innovación constante en la política y en la agenda programática. No creamos que con lo que hemos hecho la gente ya ha quedado conforme. Tenemos que tener agendas proactivas, porque si no será la derecha la que imponga la agenda y vamos a estar a la defensiva. Como se señala en el fútbol, la mejor defensa es el ataque y para eso tenemos que estar siempre atacando. Finalmente, el tema de poner siempre en el centro a la vida. La nueva izquierda debe poner en el centro y en el corazón de sus políticas a la vida humana y al trabajo.

Estoy convencido de que la nueva izquierda no se conformará con administrar bien el capital. Estoy seguro de que podemos cambiar el mundo. Y es únicamente a través de ustedes y de proteger a nuestros gobiernos que seguiremos caminando en ese otro mundo, que es posible, y que estoy seguro que podemos conquistar.

(Transcripción de conferencia magistral pronunciada recientemente en un foro internacional realizado en Buenos Aires, Argentina).

*Secretario de Educación Superior Ciencia y Tecnología e Innovación de Ecuador.

@compaiRENE

Revista Horizontes del Sur, Buenos Aires.

Continúe leyendo
Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *