Columnistas
La política internacional del gobierno de Santos
Por Enrique Daza G.*
Si algo ha caracterizado la política internacional del gobierno de Santos es su alineamiento con Estados Unidos. Una muestra de ello ha sido su apoyo a la guerra contra las drogas. A pesar de que durante la Cumbre de las Américas realizada en 2012, prometió que habría un cambio en ella, tan pronto esta posición fue descartada por Obama, la retomó e incluso ha exportado con apoyo de EEUU lo que esa potencia considera una experiencia “exitosa” en la lucha contra el narcotráfico lo cual no es más que acudir a medios militares para resolver ese flagelo.
Por Enrique Daza G.*
Si algo ha caracterizado la política internacional del gobierno de Santos es su alineamiento con Estados Unidos. Una muestra de ello ha sido su apoyo a la guerra contra las drogas. A pesar de que durante la Cumbre de las Américas realizada en 2012, prometió que habría un cambio en ella, tan pronto esta posición fue descartada por Obama, la retomó e incluso ha exportado con apoyo de EEUU lo que esa potencia considera una experiencia “exitosa” en la lucha contra el narcotráfico lo cual no es más que acudir a medios militares para resolver ese flagelo.
En este momento las fuerzas militares colombianas asesoran varios países, entre los cuales figuran Panamá, Honduras y México, con este tipo de ayuda militar, financiada por Estados Unidos.
Otra clave de la política exterior de Santos fue olvidarse de la Comunidad Andina de Naciones, menospreciar los procesos de Unasur y Celac y poner todas sus fuerzas en la promoción de la Alianza del Pacífico la cual considera el proceso de integración más avanzado en toda la historia de América Latina y que no constituye más que otro TLC que intenta resucitar la fracasada propuesta del ALCA. Igualmente avanzó aún más que Uribe en la concreción de Tratados de Libre Comercio, ratificando los de la Unión Europea y Estados Unidos y negoció con Corea del Sur, Japón Y Turquía. Su apoyo incondicional y eufórico al TLC con EEUU, fue una prueba de su lealtad a esa potencia
Prometió la incorporación de la sociedad civil en la formulación de la política exterior cosa que no cumplió y, dando nuevamente la espalda a la integración continental, comenzó el proceso de vinculación a la OCDE y anunció la vinculación a la OTAN, piezas centrales de la globalización pro estadounidense. También pidió la entrada de Colombia al Tratado Transpacífico, TLC promovido por Estados Unidos con la finalidad de aislar a China y profundizar las disciplinas neoliberales que en la OMC tienen obstáculos
Hizo gala de su cercanía a Estados Unidos y su apoyo al sistema interamericano en la OEA que se opone a la Celac (que la conforman todos los países de América con excepción de Estados Unidos y Canadá)
Si bien normalizó las relaciones con Venezuela y Ecuador, que fueron interrumpidas por la política belicista de Uribe, esto significó simplemente el retorno a la tradición de décadas de política exterior colombiana de mantener relaciones normales con los vecinos.
Después de los altisonantes pronunciamientos sobre el fallo de la Haya en el litigio con Nicaragua y anunciar su inaplicabilidad y de que la Corte Constitucional señalara la necesidad de un tratado de límites con ese país, no adoptó el camino que han debido abordar el y todos los gobiernos anteriores de realizar negociaciones bilaterales con ese país.
Su acercamiento a Israel, hasta el punto de sentirse orgulloso de ser el Israel de América Latina, y el envío de tropas colombianas para que operen en Afganistán bajo la bandera de la OTAN muestran en qué lado se coloca en las
contradicciones internacionales.
Es inconcebible que en nombre del Polo Democrático, que tiene en su Ideario de Unidad el respeto a la soberanía nacional, la oposición a los TLC, el fomento a la integración latinoamericana, el replanteamiento de las relaciones con Estados Unidos y que protagonizó protestas contra la política gubernamental en la Cumbre de las Américas, se diga que hay que apoyar la política internacional de Santos.
En su esencia la política de fortalecer la alianza con Estados Unidos, dar la espalda a la integración latinoamericana, apoyar la guerra contra las drogas, fortalecer la globalización neoliberal, hay un hilo de continuidad en la política de Santos y Uribe. Una posición digna es oponerse a esas políticas y resguardar la independencia de las posiciones democráticas.
No se debe usar el apoyo a la política internacional de Santos como argumento para apoyarlo en la reelección.
*Director del Centro de Estudios del Trabajo (Cedetrabajo).