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Por un programa ciudadano participativo para Bogotá

Por Horacio Duque Giraldo  

El próximo 25 de octubre serán elegidos cientos de alcaldes, gobernadores, concejales, ediles y diputados, como autoridades locales y regionales del Estado colombiano.

En los días venideros conoceremos miles de nombres y propuestas para gestionar las entidades territoriales y resolver los problemas más urgentes de las comunidades.

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Por Horacio Duque Giraldo  

El próximo 25 de octubre serán elegidos cientos de alcaldes, gobernadores, concejales, ediles y diputados, como autoridades locales y regionales del Estado colombiano.

En los días venideros conoceremos miles de nombres y propuestas para gestionar las entidades territoriales y resolver los problemas más urgentes de las comunidades.

La paz será un asunto central de las campañas.

La ampliación de la democracia y el peso de los movimientos sociales son asuntos de señalada trascendencia.

La democracia como simulacro liberal y escenario de  manipulación de los politiqueros tradicionales tiene cada vez menos margen y las expresiones sociales y populares ganan legitimidad entre millones de ciudadanos.

En la escogencia de candidatos y definición de los programas y propuestas se hace necesario acudir a los escenarios de la participación efectiva de todos.

En el caso de Bogotá, la principal ciudad de Colombia, se ha perfilado una iniciativa conocida como “Bogotá por la paz”, que respalda el nombre de Clara López como candidata a la Alcaldía Distrital. Su nombre goza de un amplio respaldo popular como resultado de su compromiso con la superación de la violencia y terminación del conflicto social y armado, mediante los diálogos de La Mesa de La Habana. En alianza con Aida Avella de la Unión Patriótica, adelantaron en el primer semestre del 2014 una espectacular movilización desde la Izquierda para impedir el triunfo presidencial de la mafia fascista del Centro Democrático que gestiona Uribe Vélez.

Bogotá por la paz promoverá iniciativas que atiendan los problemas más graves de la Capital en materia de movilidad, empleo, jóvenes, educación, seguridad,  espacio público, medio ambiente y vivienda.

En ese sentido trabajará en la construcción de los pilares de la candidatura ciudadana: amplia consulta popular, códigos de ética solventes y un programa ciudadano participativo.

La construcción colectiva del Programa de la paz es un modelo de innovación social y democrática que ofrece a la ciudadanía la posibilidad de diagnosticar, proyectar y proponer medidas y acciones concretas para la Capital.

En esos términos las y los candidatos (a la Alcaldía, Concejo y Juntas locales ) asumen el compromiso de presentar y defender el Programa de paz y a ser garantes y defensoras públicos de sus contenidos.

Este formato programático se aleja de mecanismos de participación meramente representativos o de participación más decorativa, en los que, por ejemplo, la ciudadanía sólo puede ratificar o priorizar ciertos aspectos, pero no participar en la deliberación y diseño de las políticas en todas sus fases.

Un plan de trabajo así debe llevarse a cabo de manera sectorial y territorial. A nivel sectorial se deberían establecer cuatro grandes áreas de trabajo, a saber: derechos sociales (educación, salud, servicios sociales, equidad de género, jóvenes, servicios públicos, convivencia comunitaria…),  modelo de ciudad (movilidad, urbanismo, ecología…), economía (deuda, sistema productivo…) y democracia comunal (profundización democrática, transparencia, gobierno abierto…).

Para llevar a cabo la construcción de un programa por la paz en Bogotá, el diseño del proceso metodológico debe prever varias fases. En primer lugar resulta conveniente tener un mapa de agentes clave, que incluye movimientos sociales, plataformas, asociaciones y personas expertas, profesionales o usuarias.

Seguidamente se debe contactar con dichos agentes para explicarles el proceso y pedir su participación a través de varios canales. Bien pueden diseñarse unos formularios on line para la recogida de información: problemas y necesidades, objetivos y metas, propuestas concretas de actuación, así como mecanismos de participación de la ciudadanía en las instituciones. Así mismo se debe plantear la posibilidad de que se envíen documentos de trabajo, diagnósticos, decálogos y propuestas que ya se hubiesen trabajado desde organizaciones y grupos para tener en cuenta esos contenidos.

En esa dirección deberían proyectarse foros temáticos de debate en las localidades y sectoriales. Los foros temáticos deben organizarse  conforme a grupos de discusión acerca de temas concretos, en los que se den cita decenas de organizaciones sociales y personas expertas, profesionales o usuarias de diversos sectores. El debate debe darse  conforme a una metodología participativa, y  debe permitir la elaboración de una batería priorizada de problemas, objetivos generales y propuestas concretas, que serían la base para un primer documento preparatorio del programa por la paz para Bogotá.

Lo interesante de los foros y de este enfoque de construcción del Programa, es que permite, por ejemplo, que usuarias y profesionales de servicios públicos puedan debatir en torno al modelo de gestión de los mismos, acabando con la barrera entre personal técnico y ciudadanía y a la vez con el modelo de una política sólo apta para expertos. Porque las personas que habitamos Bogotá, sus localidades y sus barrios y les damos vida cada día somos quienes mejor los conocemos y debemos encabezar este proceso de cambio.

Debería fijarse desde ya una  próxima cita (primera semana de febrero)  para la construcción del programa  para celebrar un foro intersectorial, al que  que asistan todas las organizaciones implicadas de alguna forma en este proceso, y donde se profundice en el análisis de las líneas surgidas en el debate y se trabajen posibles cruces temáticos. A este foro asistirán miembros de organizaciones locales y barriales, pues es importante atender al mismo tiempo las demandas territoriales.

El resultado de un escenario de tales características debe permitir obtener un documento base con unas 15 líneas estratégicas para el Programa, abriéndose un periodo de recepción de propuestas por parte de la ciudadanía para cada una de esas líneas. Finalmente, se llevaría  a cabo, a través de herramientas telemáticas, una validación de ese Programa y una medida del apoyo ciudadano con que cuenta.

¿En qué se diferencia esta experiencia de otras experiencias de programas o presupuestos participativos? En que esta experiencia no es parcial, es decir, no es una parte más o menos marginal del Programa la que se somete a iniciativa ciudadana, sino la totalidad del mismo. Además, es vinculante, es decir, las líneas y propuestas resultantes del proceso serán vinculantes para los candidatos, que podrán ser revocados en caso de alejarse de las mismas injustificadamente.

La ciudadanía es protagonista en todos los estadios del proceso: seleccionamos los ingredientes, cocinamos y finalmente degustamos el plato (y también habrá que ponerle nota). Apostamos por esta receta, por un lado, porque la demanda social de más y mejor democracia que se ha expresado en las  plazas en los últimos meses no puede ser desconocida. Ha llegado la hora de hacer política desde abajo para la gente de abajo. ¡Es la hora de Ganar a Bogotá para la paz con democracia ampliada y el protagonismo central de los movimientos sociales y populares.

Nota 1. Descomunal el derrumbe judicial del uribismo parapolítico (Zuluaga et. al). Una a una sus fichas delincuenciales caerán para ser juzgadas por sus acciones criminales contra la sociedad en los últimos años. Como a Fujimori, le llegara el turno a Uribe Vélez y sus hijos, autores de infinidad de ilícitos contra líderes de derechos humanos, sindicalistas, estudiantes, en contra de las instituciones públicas afectadas por la corrupción y el despojo de los politiqueros ultraderechistas del caballista del Ubérrimo. Sus “falsos positivos” no quedaran en la impunidad. Sus generales y coroneles cómplices, tarde que temprano pararan en la cárcel.

Nota 2. Que mejor referendo para los avances de los diálogos de paz de La Habana que las elecciones de alcaldes y gobernadores el próximo 25 de octubre. Necesitamos cientos de alcaldes y decenas de gobernadores escogidos por la ciudadanía como líderes de la paz y la ampliación de la democracia. Así se da legitimidad a los avances alcanzados y al trabajo posterior de los temas que se deben debatir. Se le da, igualmente un vigoroso apoyo a las conversaciones del gobierno con el ELN.

 

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