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Unidad en democracia

Por Clara López Obregón  

El Polo Democrático se prepara para la realización de su Congreso Nacional, el cuarto en sus 10 años de existencia. Sobresale la vocación democrática del Polo que somete a su dirigencia y el direccionamiento político del partido, cada dos años y sin derechos propios, al dictamen de las urnas. Los 772 delegados y delegadas, elegidas popularmente por disposición estatutaria, tienen el mandato de direccionar al Partido en una coyuntura bien diferente a la de su fundación, cuando arreciaba la salida militar al conflicto armado.

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Por Clara López Obregón  

El Polo Democrático se prepara para la realización de su Congreso Nacional, el cuarto en sus 10 años de existencia. Sobresale la vocación democrática del Polo que somete a su dirigencia y el direccionamiento político del partido, cada dos años y sin derechos propios, al dictamen de las urnas. Los 772 delegados y delegadas, elegidas popularmente por disposición estatutaria, tienen el mandato de direccionar al Partido en una coyuntura bien diferente a la de su fundación, cuando arreciaba la salida militar al conflicto armado.

Las distintas expresiones políticas que se expresan al interior hicieron campaña alrededor de tesis políticas que ahora el colectivo debe abordar con responsabilidad para que en el proceso de adopción de decisiones se mantenga y fortalezca la unidad interna que todos los sectores están comprometidos a proteger.

Los delegados y delegadas tienen el reto de buscar fórmulas sobre por lo menos dos temáticas: el grado de involucramiento del partido en el apoyo al proceso de diálogos para la paz y la política de alianzas o, más concretamente, los mecanismos de  convergencia con las fuerzas de la izquierda, alternativas y la democracia para avanzar en materia de poder local y regional, tanto en las elecciones de octubre y como para disputar con éxito el poder político nacional en el 2018. En este contexto, tiene gran valor el mensaje de Polo Unido enviado por el senador Robledo.

Así mismo, son enormes los espacios de consenso que no debemos despreciar: la defensa de la soberanía nacional y la unidad latinoamericana y del Caribe, la oposición al modelo neoliberal que hoy encarna el Gobierno Nacional, la defensa de los derechos sociales, el empleo decente, los servicios públicos y la defensa de lo público, entre tantos elementos de coincidencia que llevaron a distintas expresiones, algunas hoy separadas, a pactar un ideario común que siguen compartiendo.

Retomar y avanzar en el proceso de unidad de las fuerzas de izquierda democrática con un programa común en cumplimiento de ese Ideario de Unidad fue el factor de éxito en la primera vuelta de las elecciones presidenciales donde la alianza Polo-UP obtuvo 2 millones de votos. En la segunda vuelta, el voto por la paz significó que se hayan mantenido los diálogos de La Habana, la base de las conversaciones con el ELN y la esperanza de paz en un país que lleva más de 50 años de guerra. El Polo no debe marginarse de este esfuerzo que constituye una de las tareas prioritarias de la coyuntura actual. Sin el éxito del proceso de paz, será imposible profundizar la democracia para acceder al poder político nacional.

El Ideario de Unidad contiene muchas pistas sobre las intenciones de los fundadores en materia de paz y unidad. En su párrafo introductorio se lee, “Conscientes de la profunda crisis nacional y convencidos de que la vía para la transformación de las estructuras económicas, políticas y sociales de Colombia solo la encontraremos con el ejercicio pleno de la soberanía nacional y con la profundización de la democracia hoy cada vez más restringida, los afiliados del Polo Democrático Alternativo nos comprometemos a avanzar en el proceso de unidad de las fuerzas de izquierda democrática.” Más adelante el mismo Ideario rechaza la violencia como herramienta política, aboga por la lucha de masas pacífica, la salida política negociada al conflicto armado interno, los acuerdos humanitarios, el desmonte del paramilitarismo, los derechos de las víctimas, la recuperación de la verdad histórica y la superación de la persecución de las personas por sus ideas políticas.

El expresidente del Polo, Carlos Gaviria, resaltaba el deber ético del cumplimiento de las reglas del juego como base para la convivencia. La democracia no se puede entender sin el apego a las reglas previamente acordadas. Los estatutos del Polo contienen las reglas para preservar la unidad en democracia: Reconocimiento y respeto de los derechos de las mayorías y minorías (art. 17) y toma de decisiones por mayoría de votos, sin perjuicio de que se busque el consenso (art. 19); consenso que dicho sea de paso ya se viene buscando en diálogos con la participación de los integrantes de la bancada parlamentaria y dirigentes nacionales de varias tendencias del partido.

Con todo, Carlos Gaviria repetía que el consenso, cuando no se logra, es paralizante y señalaba cómo la unanimidad excluye el libre juego de mayorías y minorías, con respeto del disenso; que son pilares de la democracia. Nada tiene de vergonzante pertenecer a una expresión minoritaria ni pueden atribuirse calidad excepcional alguna quienes participan de la mayoría. Unos y otros merecen el mayor respeto dentro de la deliberación política que debe proyectarse como herramienta de unidad en la diferencia. Las expresiones mayoritarias deben cuidarse de actuar con soberbia o desconocimiento de los derechos de las minorías y las expresiones minoritarias, de irrespetar la voluntad mayoritaria y convertir el disenso en factor de división. Unos y otros están obligados por la ética y las reglas a actuar con responsabilidad, decoro y respeto. Esa es la fórmula de la unidad en democracia.

 

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