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Columnistas

Votemos en blanco y sigamos en la oposición

Por Yeilor Rafael Espinel Torres  

A pesar de lo antidemocrático y manipulador que ha sido el matoneo contra el POLO por su decisión unánime y autónoma de permitirle a sus militantes y seguidores decidir por quién votar, en blanco o abstenerse y su firme propósito de mantenerse en la oposición sin importar quien gane (Ver: http://bit.ly/1nMJgIA), mi decisión es la de votar en blanco en la segunda vuelta presidencial.

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Por Yeilor Rafael Espinel Torres  

A pesar de lo antidemocrático y manipulador que ha sido el matoneo contra el POLO por su decisión unánime y autónoma de permitirle a sus militantes y seguidores decidir por quién votar, en blanco o abstenerse y su firme propósito de mantenerse en la oposición sin importar quien gane (Ver: http://bit.ly/1nMJgIA), mi decisión es la de votar en blanco en la segunda vuelta presidencial.

No voté en blanco en las elecciones de marzo porque en ese momento sí había por quién votar (Ver: http://bit.ly/1k7cE6X), pero hoy la historia es otra.

A pesar de que digan que el voto en blanco no tiene efectos jurídicos, si tiene un peso político y hay que hacerlo valer. Un presidente elegido con baja votación y un abultado voto en blanco es un gobierno débil e ilegítimo. Es por eso que los invito a votar en blanco el próximo 15 de junio y a continuar en la oposición. Ni por ‘descarte’ -lógica del ‘menos malo’-, ni por miedo, ni mucho menos por oportunismo debemos votar por Juan Manuel Santos u Óscar Iván Zuluaga. Entre otras, porque los que votamos en primera vuelta por el programa del Polo Democrático Alternativo adquirimos un compromiso con la oposición, ya que la propuesta es diametralmente opuesta a la de los demás. Actuar en consecuencia es un asunto de coherencia, principios y sobre todo de visión política de país, a corto, mediano y largo plazo.

La confusión ingenua e involuntaria de algunos y la desinformación y tergiversación deliberada de otros, frente a este tema en medios de comunicación y redes sociales está llegando a un paroxismo sin precendentes, todo por cuenta de la utilización maniquea y electorera de la paz. No obstante, y en estos tiempos de redes sociales, trinos y hashtags lo cierto es que la expresión en redes sociales denominada #NiSantosNiZuluaga sintetiza el descontento de gran parte de los casi 2 millones de personas que votamos por el programa del POLO el pasado 25 de mayo, y nos impulsa a explicar que el #VotoEnBlancoSiTieneValor.

La lógica de votar por ‘descarte’, por el ‘menos malo’ o por miedo, es la vieja trampa de ponernos a escoger entre dos males del mismo origen. ¿No fue hace cuatro años cuando el cerco de aniquilamiento impuesto por la derecha nos quería hacer elegir la ‘legalidad ilegítima’ de Mockus (Ver: http://bit.ly/1eXRJVz) para evitar los mal llamados ‘falsos positivos’ de Santos y su continuismo uribista? Así ha sido siempre a lo largo de nuestra historia neocolonial, nos dividen y nos ponen a elegir a nuestro mejor verdugo. A propósito de trampas, debo señalar que en términos de comunicación política hoy se promueve el miedo desde el marketing gubernamental, los equipos de campaña y los grandes medios, con el único propósito de confundir y reducir la capacidad crítica y analítica de la gente. Principalmente con el objetivo de engañar y estimular emociones negativas en los electores e inducirlos a la polarización y al voto reeleccionista.

Ahora se nos exige de manera agresiva, irrespetuosa e incluso violenta,  elegir la paz de Santos para evitar que gane la guerra de Zuluaga. ¡Hágame el favor! No nos metamos mentiras, ambos representan exactamente lo mismo y obedecen con ominosa servidumbre y rigor, pero con diferente estilo, los designios de la Casa Blanca. Digan lo que digan votar por Santos o Zuluaga implica exonerarlos de su responsabilidad en la debacle económica y social del país, y de paso hacerse cómplices de la misma. A nombre de la paz se pretende refrendar los TLC que quiebran la industra y el agro, las reformas tributarias regresivas que afectan cada vez más a las capas medias de la población, la megaminería antinacional y el deterioro ambiental, las reformas educativas nefastas, las privatizaciones, el desempleo y la pobreza, etc.

Que el apoyo al voto en blanco no se comprenda o se tergiverse como un rechazo a la posibilidad de paz o un apoyo a la guerra. No faltaba más. Al igual que el POLO nunca hemos respaldado ni justificado la lucha armada y siempre hemos estado por la paz y la solución política del conflicto armado en Colombia. Los argumentos que circulan para apoyar a uno u otro candidato no son razones suficientes para que a nombre de la paz (o la guerra) se nos obligue a refrendar y a legitimar la desigualdad y la pobreza en la que nos ha sumido esta partida uribosantista empeñada en la entrega del trabajo, la riqueza y el ahorro nacional al capital extranjero. La paz es un deber del Estado, sea quien sea su gobernante.

Además, ¿Luego Santos y Zuluaga no han representado el continuismo uribista y neoliberal entronizado por el consenso de Washington y César Gaviria desde el año 1991? Votar por Santos le significaría al POLO y sus seguidores entregar las banderas y renunciar a un futuro cercano como opción real de cambio. Por eso creo que acertó en su declaración del pasado 29 de mayo (Ver: http://bit.ly/1nMJgIA). Caer o prestarse en la lógica del ‘descarte-miedo-oportunismo’ no deja nada bueno, miremos el futuro que les espera  a Mockus e incluso Gustavo Petro y otros ‘garzones’ más, luego de su repliegue al Santismo. ¿Qué credibilidad les podrá quedar?

Invito a hacer un análisis tranquilo y concienzudo de la situación. Los convoco a buscar serenidad y a no desfallecer, ni a perder el ánimo por lo adverso y a veces aplastante que pueda parecer el debate en la contienda política actual y veamos en los casi 2 millones de votos del POLO y los resultados de las recientes parlamentarias, un baluarte que se debe conservar y consolidar en las próximas elecciones locales y los próximos cuatro años. Lo que está en juego es el destino de la izquierda democrática, la autentica oposición y un futuro soberano para el país.

Incluso el éxito de la propuesta del POLO a nivel nacional y en Cundinamarca, proyecta un escenario propicio a corto y mediano plazo, para el fortalecimiento del mismo y la posibilidad de enfilar la Resistencia Civil en una gran convergencia nacional de cara a las justas luchas sociales que se avecinan (Renegociación de los TLC, educación, salud, agro, etc.). Movilizaciones que son por ahora la única respuesta a la profunda crisis económica y al desinterés de los últimos gobiernos. Si señores incluidos Santos y Uribe. Crisis económica que con seguridad plena ninguno de los dos candidatos resolverá en favor de la nación por más reelecciones que se les conceda.

Sería entonces una contradicción que por ‘descarte’, miedo u oportunismo, se acepte la invitación que hoy se nos hace desde los medios de comunicación, el oficialismo y algunos pocos sectores vacilantes. Votar por alguno de estos gemelos políticos sería un contrasentido frente a lo que ha propuesto el POLO para el país. Es el momento de poner a prueba y ratificar la coherencia y los principios. Es fácil refrendarlos en tiempos claros y tranquilos, lo realmente valioso y difícil es hacerlo en medio de la tempestad. Bien lo dice la canción “El material de los barcos y el alma de los partidos no se prueban en la calma sino en plena  tempestad”  (Versos de la canción El día le sigue a la noche de Carlos Riaño).

 

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