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¿AIS de cuarta generación?

Por José Roberto Acosta  

Pareciera que el triste mecanismo de subsidios visto con Agro Ingreso Seguro se puede repetir con el dinero proveniente de la inconveniente venta de Isagén, pero no como regalo a “familias” del sector agropecuario, sino a los consorcios privados que construirán la infraestructura mediante concesiones de cuarta generación.

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Por José Roberto Acosta  

Pareciera que el triste mecanismo de subsidios visto con Agro Ingreso Seguro se puede repetir con el dinero proveniente de la inconveniente venta de Isagén, pero no como regalo a “familias” del sector agropecuario, sino a los consorcios privados que construirán la infraestructura mediante concesiones de cuarta generación.

 

Increíble, “… lo que se busca es que el día de mañana, cuando el consorcio decida salir a refinanciar sus créditos con la banca, ya tenga un producto que esté calificado, socializado y con una estructura que el Gobierno está regalando como un bien público”, según palabras textuales del presidente de la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN), en entrevista en la última revista de la ANIF.

Se ha denunciado que los recursos de Isagén se prestarán a los consorcios privados a plazos de veinte años, con ocho años de gracia, es decir, que por los próximos dos cuatrienios el Estado renuncia a recibir más de un billón de pesos en utilidades de Isagén para beneficiar al sector privado que no devolverá un solo peso en ese mismo período. Y pareciera que, según las desafortunadas declaraciones del presidente de la FDN, terminarían siendo un “regalo de bienes públicos” a un grupo de empresarios privados.

No es fácil digerir que, habiendo el país sufrido por las malas prácticas que se derivaron del programa Agro Ingreso Seguro, ahora se proponga como política de gobierno que el producto de la irregular venta de Isagén se canalice como “regalo” para mejorar la rentabilidad de consorcios privados y mitigar sus riesgos como empresarios. ¿Otro ejemplo de socialización de pérdidas y privatización de utilidades?

El próximo 22 de agosto la suerte estará echada: Isagén quedará en manos de extranjeros y lo recibido por su venta será enterrado por ocho años, tiempo suficiente para que este país de desmemoriados olvide la “ingeniosa” transferencia de los bienes públicos a bolsillos privados.

Ojalá las cacareadas vías de cuarta generación no terminen siendo autopistas de extracción de recursos del Estado por cuenta de unos pocos particulares, pues aunque se disfracen de legalidad, requieren de mayor control político por el Congreso y la ciudadanía para desnudar la conveniencia social de este tipo de decisiones económicas. Usted vota, pero ¿usted decide?

El Espectador, Bogotá.

 

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