Columnistas
Aylan pasó al olvido y la indiferencia regresa a Europa
Por Viviana Viera
Angela Merkel pactó con Erdogan, el presidente de Turquía, reforzar el control para evitar más refugiados.
Ahora todo es más claro con la visita a Europa del autoritario presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan. Mientras en Bruselas la policía cerraba una de las calles más caras de la ciudad, la avenida Louise, para que la esposa del primer mandatario hiciera «shopping» tranquila, Erdogan negociaba un plan de tres billones de euros en intercambio de impedir el tránsito de los refugiados a Europa.
Por Viviana Viera
Angela Merkel pactó con Erdogan, el presidente de Turquía, reforzar el control para evitar más refugiados.
Ahora todo es más claro con la visita a Europa del autoritario presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan. Mientras en Bruselas la policía cerraba una de las calles más caras de la ciudad, la avenida Louise, para que la esposa del primer mandatario hiciera «shopping» tranquila, Erdogan negociaba un plan de tres billones de euros en intercambio de impedir el tránsito de los refugiados a Europa.
Como denunció Amnistía Internacional, en el corazón de la Unión Europea (UE) se vendió la vida de millones de refugiados, como se mercadea el petróleo. En el paquete de negociación, el islamo-conservador Erdogan consiguió también que se facilitara la entrega de visas a los ciudadanos turcos. Algo totalmente irónico, en este momento en el que Turquía es un país de paso para los yihadistas corta cabezas que van y regresan de Siria.
No es un secreto que desde hace muchos años la UE externaliza sus fronteras, exigiéndole a países de tránsito como Marruecos, Túnez y Libia que construyan centros cerrados de retención o cárceles para impedir que los migrantes puedan llegar a Europa. Obviamente estos países no han ratificado las convenciones internacionales en materia de refugio y asilo y, aunque las hayan firmado, no las aplican. Las condiciones de vida para miles de personas que se encuentran allí sin cometer ningún delito son bastante difíciles. Algunos se han quedado encerrados hasta dos años, el equivalente en algunos países de una pena de homicidio involuntario, sabiendo que ellos son las víctimas de las guerras. En los acuerdos, los países deben también recibir a los refugiados reenviados desde Europa, en violación del Protocolo de Ginebra, la Convención Europea de Derechos Humanos y los tratados internacionales, algo totalmente ilegal, pues una vez que una persona llega al territorio europeo y pide asilo político, el país debe estudiar su demanda y solo en el caso de rechazar la situación de riesgo puede reconducirlo a su país de origen. Pero en este caso no los llevan al país de origen, los devuelven del otro lado del mar, allá donde los derechos humanos son fuertemente vulnerados.
En Turquía, pese a la situación de evidente guerra en sus países, los sirios e iraquíes no reciben el estatuto de refugiados ni permiso de estadía provisorio que les permita escolarizar a sus hijos. Es conocido que las cárceles turcas están llenas de periodistas, sindicalistas, escritores, defensores de derechos humanos, detenidos por tener opiniones que molestan al gobierno de Erdogan. Pero justo después del pacto con Europa son los atentados de Ankara, matando en una manifestación a 102 personas que hacían una marcha por la paz y criticaban la política guerrerista del gobierno. Sin embargo, como bono de la negociación con Europa, Erdogan logró que pusieran a Turquía en la lista de países seguros y avanzó en el proceso de adhesión de su país a la Unión Europea. Pero sobre todo consiguió apoyo político de peso, ya que la misma dama de hierro alemana, Angela Merkel, viajó a Turquía a ratificar promesas y empujar a Erdogan en su campaña política, a dos semanas de las elecciones en ese país, que conoce una de las peores crisis políticas de su historia.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dijo claramente frente a su homólogo turco que la llegada masiva de migrantes se debía a la facilidad del acceso a las fronteras del viejo continente. Como si los flujos migratorios de refugiados no respondieran a las guerras que enriquecen las empresas de armas europeas y bombardean escuelas y hospitales sin que haya responsables. Y el presidente François Hollande utilizó la foto de Aylan para justificar el inicio del bombardeo francés a Siria, como si la población civil no hubiese recibido ya suficientes bombas para llevar a cuatro millones de personas a huir del país.
Los refugiados ahora tendrán muchas más dificultades para sobrevivir. Primero tendrán que lograr huir del peligro de sus países, luego llegar como puedan a los países de tránsito para enfrentar a la policía turca o marroquí financiada por la UE. Desde allí, coger un barco de fortuna que les permita o no llegar a Italia o Grecia. Al parecer, aparte del peligro del mar, en algunas costas del país griego grupos de neo-nazis esperan los migrantes para pincharles el barco o arrancarles el motor. Si alcanzan a desembarcar en costas europeas, deben tener cuidado de que no los reenvíen inmediatamente a Turquía, Marruecos o Libia donde posiblemente los encerrarían por largos periodos. Si logran quedarse, les espera entonces una larga caminata hasta el muro de la vergüenza en Hungría, donde desde hace un mes el parlamento aprobó una ley que permite dispararle a los migrantes. En caso de sobrevivir a las balas del dictador Orban, sigue el camino hasta llegar a un país donde puedan introducir una demanda de asilo. Pero mucho cuidado donde lo hagan, ya que los países europeos tienen cuotas de migrantes y si llegan después de que se cumpla la cuota, poco importan las persecuciones que hayan vivido, les negarán el asilo y quedarían sin papeles o podrían ser reenviados del otro lado del Mediterráneo. Y para completar el panorama, como dijo irónicamente un líder europeo en referencia a la crisis de refugiados, «Winter is comming», ‘el invierno llega’ y las posibilidades de sobrevivencia en todo este recorrido son cada vez más difíciles.
@Viviana_Viera_
Las 2 Orillas, Bogotá.