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Bogotá en la era del conocimiento

Por Alpher Rojas Carvajal  

La ciudadanía independiente, fortalece día a día su apoyo a la candidatura de Clara López.

La candidata del “Polo” y del ´liberalismo legítimo y popular´, en una palabra: de las Izquierdas democráticas, ha elevado el nivel y el tono del debate con serias contribuciones intelectuales y su característica lucidez analítica. La equilibrada mezcla de humanismo –conforme a su exigente tradición cultural- y su rica solvencia técnica, le facilita reducir complejos problemas a proporciones manejables para que tanto la gente de a pie y los sectores productivos, como las comunidades del conocimiento puedan evaluar críticamente la calidad y profundidad de sus ideas transformadoras.

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Por Alpher Rojas Carvajal  

La ciudadanía independiente, fortalece día a día su apoyo a la candidatura de Clara López.

La candidata del “Polo” y del ´liberalismo legítimo y popular´, en una palabra: de las Izquierdas democráticas, ha elevado el nivel y el tono del debate con serias contribuciones intelectuales y su característica lucidez analítica. La equilibrada mezcla de humanismo –conforme a su exigente tradición cultural- y su rica solvencia técnica, le facilita reducir complejos problemas a proporciones manejables para que tanto la gente de a pie y los sectores productivos, como las comunidades del conocimiento puedan evaluar críticamente la calidad y profundidad de sus ideas transformadoras.

Su planteamiento central de ´forjar la Ciudad del Conocimiento´, (base de los tres ejes de su programa: “una ciudad de oportunidades, una ciudad libre y una ciudad de buen vivir”), parte de mirar la ciudad desde el conjunto de normas, valores y representaciones. Ella que es economista laureada de Harvard y doctora en derecho y ciencias políticas de la universidad de Los Andes, ha comprendido que la ciudad-“hija del tiempo y de la acción colectiva de muchas generaciones”-,está cercada por una suerte de anacronismo institucional, con problemas históricos dejados por las administraciones de los partidos tradicionales, debe abordar sin dilaciones y examinar desde la perspectiva de los sistemas complejos.

El ritmo de crecimiento urbano, por ejemplo, amenaza la frontera agrícola y compromete el ecosistema al tiempo que da paso a la aparición de apremiantes problemas ambientales. El rápido crecimiento de vínculos transnacionales estimula nuevos procesos y formas de tomar decisiones; las compañías inmobiliarias transan sus intereses corporativos en las agendas ocultas de concejales y funcionarios corruptos, y conculcan el derecho de las mayorías al disfrute estético del espacio urbano. La expansión de las relaciones de intercambios mercantil y tecnológico induce patrones de preferencias que paralizan la capacidad reactiva de los ciudadanos y les crea desconocidas jerarquías e ilusorios objetivos. Las consecuencias son esos entornos segregados que estandarizan los modos de vida en lugar de la sociedad dinámica y moderna que construye tejido social y cultural.

Coincide Clara López con el sociólogo Manuel Castells, al manifestar la necesidad de pensar la ciudad más allá de la excluyente ecuación territorio/espacio. Porque a Bogotá hay que entenderla como un espacio social de múltiples dimensiones, en donde coexisten identidades y filiaciones diferenciadas. Así, podrán proyectarse ordenadamente sus metas productivas y articular las políticas públicas con el objetivo de producir sustanciales mejoramientos en la calidad de vida conjuntamente con la reinvención de un proyecto democrático que haga sostenibles la convivencia social y política. Es decir, la construcción de una ciudadanía organizada, autónoma y solidaria, capaz de convivir en la diferencia y de solucionar pacíficamente sus conflictos.

Entonces, el planteamiento de “forjar la ciudad del conocimiento”, no es solo un proyecto para definir los perfiles de su mapa urbano con bases científicas, sino también -y especialmente-, la promoción del interés público para que los ciudadanos aprehendan (y aprendan de) su ciudad. Una Ciudad Educadora que, en su condición de ente plural y polifónico, constituida por las sinergias que se producen entre las instituciones y los espacios culturales, “sea capaz de contrarrestar los fenómenos des-educativos y las tendencias de aculturación, fuentes de perturbación social, marginalidad y violencia” .Para tan ambicioso propósito ha convocado un equipo multidisciplinario de científicos sociales y expertos urbanistas de manos limpias de la más alta calificación.

El cualificado mandato de Clara López haría uso de la ciencia y la educación como herramientas comunicativas para estimular y fortalecerla cultura ciudadana, el pensamiento critico y la capacidad de incidencia de la sociedad sobre sus propios destinos.

Tal vez por ello, y porque no pueden encontrar mácula alguna en la dignidad de su vida y en su buen nombre, es que sus antagonistas han decidido atacarla sin compasión y emprenderlas contra su compañero Carlos Romero.

A Romero, -notable figura de las Izquierdas y una voz combativa en la búsqueda de alternativas que conduzcan al fortalecimiento de la democracia- le ha salido una gavilla medrosa, instrumentalizada por intereses privados, que apela al ataque personal. Sin embargo, en Bogotá ha emergido una cultura política que entiende tales estratagemas como el deliberado cálculo de los grupos de presión por ampliar el ya poderoso espectro de su dominación.

No obstante, la ciudadanía fortalece día a día su apoyo a la candidatura de Clara López, mujer meritoria, probadamente eficaz, capaz de superarla rutina dogmática y la indiferencia cívica. La candidata, que ha convocado un extraordinario equipo de científicos sociales, expertos y técnicos urbanos de manos limpias y altas calificaciones académicas, se propone construir las bases de una moral pública que estimule la participación activa y el diálogo social. Una de las varias respuestas que requiere la ciudad frente al complejo entrecruzamiento de relaciones y procesos determinados por la llamada “globalización”.

Esa ciudadanía independiente y critica, no atada a las consignas del establecimiento neoliberal (dictadas por la Tv, la demoscopia privatizada y las ignaras tertulias de la Radio), valora con creces las realizaciones sociales de los gobiernos de Izquierda en Bogotá y percibe en un nuevo mandato -con el liderazgo de Clara López-,la orientación de la capital hacia la modernidad en las dimensiones civil, política y social del “desarrollo de la ciudadanía”.

 

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