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Con Clara, Bogotá será Ciudad del Conocimiento

Por Horacio Duque  
 
El tema de convertir a Bogotá en la ciudad del conocimiento ocupa un lugar de preeminencia en las bases programáticas de la candidata a la alcaldía mayor,  Clara López. Construir ese nuevo modelo urbano implica articular la educación, la cultura y la proyección de la Ciencia, tecnología e innovación como eje de una política de desarrollo económico orientada a generación de empleo de calidad en las nuevas industrias sin chimeneas.
 
La tercera revolución urbana en curso en el planeta incorpora a plenitud todos los avances de las comunicaciones y la información. Hoy las ciudades son Smart city, ciudades inteligentes, habitadas por seres inteligentes. Uber es un símbolo de la ciudad inteligente, como alternativa de movilidad urbana compartida.

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Por Horacio Duque  
 
El tema de convertir a Bogotá en la ciudad del conocimiento ocupa un lugar de preeminencia en las bases programáticas de la candidata a la alcaldía mayor,  Clara López. Construir ese nuevo modelo urbano implica articular la educación, la cultura y la proyección de la Ciencia, tecnología e innovación como eje de una política de desarrollo económico orientada a generación de empleo de calidad en las nuevas industrias sin chimeneas.
 
La tercera revolución urbana en curso en el planeta incorpora a plenitud todos los avances de las comunicaciones y la información. Hoy las ciudades son Smart city, ciudades inteligentes, habitadas por seres inteligentes. Uber es un símbolo de la ciudad inteligente, como alternativa de movilidad urbana compartida.

En América Latina ya surgen algunos casos de ciudades del conocimiento. Me refiero a Yachay (http://bit.ly/1qFBqTv), la ciudad del conocimiento en Ecuador promovida por el gobierno del presidente Rafael Correa.
 
Los avances en áreas como las telecomunicaciones, la microelectrónica, la biotecnología, la informática y la robótica, entre otros, están cambiando las matrices productivas básicas y producen potencialidades en la producción de bienes y servicios. 
 
Clara plantea esta iniciativa para la capital de la Republica. Se trata de un proyección de la ciudad hacia el futuro.
 
Bogotá es una aglomeración urbana bastante compleja que exige manejos y tratamientos muy diversos y que requiere de manera urgente un desarrollo científico y tecnológico tal que propicie la comprensión y la discusión científica y rigurosa de sus problemas y proyectos, al tiempo que promueve acciones para mejorar la calidad de vida de su población.
 
Desde ese horizonte, el desarrollo y promoción de la ciencia, la tecnología y la innovación se constituyen en elementos importantes para la articulación de los conocimientos actuales con su aplicación eficaz.
 
En los próximos años, los mayores desafíos por resolver en Bogotá y su área de influencia, son aquellos relacionados con la necesidad de lograr una  sociedad más equitativa –enriquecida con el pensamiento científico– y una economía más competitiva, en un mundo globalizado y en permanente turbulencia.
 
Las soluciones a estos desafíos requieren necesariamente el fortalecimiento de las capacidades propias de la ciudad para la generación, apropiación, aplicación, acumulación y difusión del conocimiento científico, el desarrollo tecnológico y la innovación, en beneficio del desarrollo social, como componentes fundamentales de la calidad de vida de la población.
 
Bogotá como ciudad-región debe orientarse hacia una sociedad del conocimiento  productiva y equitativa, fuente de bienestar para sus habitantes.
 
Con la aplicación de una consistente política de Ciencia, Tecnología e Innovación, la ciudad tendrá una orientación clara para fortalecer y hacer uso del conocimiento, visto como dispositivo estratégico que contribuye a la reducción de las inequidades, el mejoramiento de la calidad de vida de los y las habitantes de Bogotá y la modernización y el desarrollo económico y productivo de los diferentes sectores de la sociedad.
 
Mantener la competitividad está en la incorporación de enormes cantidades de valor agregado, desde el diseño y la planeación hasta la innovación cotidiana en microelectrónica y biotecnología. Este valor agregado aparece como resultado de un gran esfuerzo de incorporación de conocimiento en toda actividad, desde el desarrollo de la industria hasta la construcción de la sociedad. Este es el rasgo más notorio del mundo que empezamos a vivir, al que comienza a llamarse Sociedad del Conocimiento.
 
El conocimiento es esencial para el crecimiento económico y la construcción del bienestar social, por lo menos desde la revolución agrícola.
 
La capacidad de inventar e innovar, es decir, de crear nuevos conocimientos y nuevas ideas, materializados en productos, procedimientos y organizaciones, ha alimentado históricamente al desarrollo. Las organizaciones e instituciones de creación y difusión de conocimientos han sido el fundamento del desarrollo económico y social de todos los grupos humanos.
 
La diferencia principal que aporta la “economía fundada en el conocimiento” del siglo XXI es la aceleración sin precedentes del ritmo de creación, acumulación y depreciación del conocimiento y el nuevo papel de las comunidades de conocimientos: redes de individuos e instituciones cuyo objetivo fundamental es la producción y circulación de saberes nuevos en una intensa actividad que pone en relación a personas que pertenecen a entidades diferentes o incluso rivales. Hoy la única diferencia entre la capacidad de funcionamiento de dos sociedades está en su nivel de protagonismo en este juego intenso del conocimiento. O nos preparamos adecuadamente para ello o continuaremos la triste carrera de crecimiento de la pobreza, la inequidad y la violencia.
 
Transformar la educación
 
Se requiere una transformación fundamental del proceso educativo que conduzca no sólo a recibir información sobre lo que otros hicieron, sino, además y sobre todo, a generar la capacidad de producir conocimiento nosotros mismos. Se requiere también un análisis de la forma como operan realmente las cadenas productivas de la región, identificando las brechas tecnológicas y de conocimiento que hay entre las formas de hacer las cosas entre nosotros y las mejores prácticas internacionales, para comprender la fuente de nuestras ineficiencias y las formas de vencerlas. Se precisa acercar las industrias a las universidades para que estas puedan participar en el proceso de creación de conocimiento y de riqueza de manera cotidiana, e identificar las brechas que dificultan la cooperación entre las instituciones de educación superior y las empresas. Y se necesita desarrollar políticas públicas que promuevan estos cambios, partiendo de un análisis de las actuales, con sus fortalezas y debilidades.
 
Sólo se podrá participar en la nueva sociedad si tenemos capacidades para generar conocimiento que agregue valor y eficiencia a los recursos naturales que poseemos. La capacidad de innovación permanente en las empresas manufactureras y de servicios públicos y privados es el motor esencial de la sociedad contemporánea.

La clave es la capacidad de innovación, no la tecnología. Esta se puede comprar –casi siempre a precios excesivos en forma de manuales, de libros o de instrumentos, pero al hacerlo sólo se consigue la solución desarrollada por otro para sus problemas, en sus circunstancias.
 
La capacidad de innovar para adaptar la tecnología, resolver nuestros problemas acá y ahora y obtener ventajas competitivas sólo se da por la acción de seres humanos bien educados y con las competencias para hacerlo bien desarrolladas.
 
Este capital humano es esencial no solo para el desarrollo sino para la misma supervivencia en la nueva época que comienza. La innovación tecnológica debe darse en las empresas y entidades públicas y privadas, desde el diseño y la organización de los procesos, hasta los propios cambios en la línea de producción; pero hay muchas innovaciones que no pueden hacerse así, “en vivo y en directo”, por la incertidumbre que entrañan. Para estas, es esencial la cooperación entre empresas, universidades y laboratorios, en los que sí pueden hacerse estos ensayos “fuera de línea”, minimizando el riesgo y aumentando las posibilidades de éxito. Por esto, es tan necesaria la estrecha cooperación entre el mundo académico y el empresarial en estos tiempos.
 
El principal reto que enfrentamos los bogotanos en el siglo XXI es el de cómo desarrollar  una Sociedad del Conocimiento o Sociedad Creativa enfocada a mejorar la competitividad y los niveles de exportación tecnológica, con capacidad de proyectarse en un mundo en rápido proceso de cambio dominado por tres tendencias que a nivel internacional se encuentran liderando el tema de CTeI (Ciencia, tecnología e Innovación tecnológica), las tecnologías de la información y las comunicaciones Tics, la inversión en conocimiento y capital humano en temas de apropiación del conocimiento e innovación  y los resultados del conocimiento: Producción científica, patentes y exportaciones de tecnología. Es claro que el progreso científico y tecnológico que se está dando en diversas áreas de la ciencia son procesos que están generando nuevas oportunidades y desafíos.
 
Se trata de una acción para  trabajar de manera conjunta con la academia y la empresa en lineamientos para direccionar, regular y articular las actividades que en materia de ciencia, tecnología e innovación desarrollen las empresas y las organizaciones con el objetivo del desarrollo integral de la ciudad, la región y el país.

El propósito de la propuesta consiste en armonizar la ciudad con las nuevas tendencias de los países de América Latina en vía de desarrollo líderes en ciencia, tecnología e innovación, convirtiéndola en una herramienta aplicable al sector productivo, al sector científico – tecnológico y a la academia, con el fin de reinsertarnos en el mundo como ciudad-región capaz de producir y proveer bienes y servicios basados en el conocimiento, para garantizar el desarrollo sostenible, y contribuir a la disminución de la pobreza llevando a la región a ser más competitiva.

Existe la necesidad de fortalecer el desarrollo científico-técnico de la ciudad para hacerla más competitiva, pero igualmente atender las condiciones de vida de los sectores más vulnerables de la población, haciendo de la ciudad un espacio de mayor equidad social, que pasa, entre otras, por el fortalecimiento de su propio talento humano.
 
Por eso la importancia de desarrollar capacidades propias de generación de conocimiento a la vez de alimentarse del acervo del conocimiento desarrollado en otras latitudes, de manera que la ciudad, y por ende el país, vaya cerrando la brecha tecnológica y de generación de conocimiento frente a las grandes economías. El desarrollo de capacidades propias también, claro está, debe contribuir a resolver los desafíos del propio desarrollo económico, social y político de la ciudad, de la región y del país.
 
Construir Bogotá Ciudad del conocimiento es más que pensar en cemento y relleno fluido para favorecer a Cemex, la cementera mexicana socia del daño de las losas en la troncal de la Caracas.

 

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