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De libertades y fascismos…

Por Omar Ospina García  

El fascismo español, así como el francés y el alemán y el italiano y el inglés, porque en todos lados se cuecen habas, es lo que me pone a dudar de si aquí estamos en verdad defendiendo la verdadera libertad de pensar y de decir lo que sea y lo que se nos antoje, o, quizá sin saberlo y con el hermoso propósito de la defensa de la Libertad de Expresión, estamos defendiendo la pureza de las razas europeas, blancas y arias y vascas y sajonas y bávaras y vikingas, etc., que quieren a la vieja y maquillada Europa libre de los oscuros descendientes de los pueblos que conquistaron, masacraron, explotaron y humillaron por siglos, y ni siquiera les untaron su civilización democrática sino que los dejaron “libres” para que se mataran entre ellos en su primitiva barbarie.

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Por Omar Ospina García  

El fascismo español, así como el francés y el alemán y el italiano y el inglés, porque en todos lados se cuecen habas, es lo que me pone a dudar de si aquí estamos en verdad defendiendo la verdadera libertad de pensar y de decir lo que sea y lo que se nos antoje, o, quizá sin saberlo y con el hermoso propósito de la defensa de la Libertad de Expresión, estamos defendiendo la pureza de las razas europeas, blancas y arias y vascas y sajonas y bávaras y vikingas, etc., que quieren a la vieja y maquillada Europa libre de los oscuros descendientes de los pueblos que conquistaron, masacraron, explotaron y humillaron por siglos, y ni siquiera les untaron su civilización democrática sino que los dejaron “libres” para que se mataran entre ellos en su primitiva barbarie.

Hoy son los moros y los beduinos de Alá y de Mahoma los que huelen a bosta, no importa el dios en el que crean; mañana les oleremos a feo –ya olemos a feo hace centurias, pero se han aguantado el olor a cambio de oro, plata, esmeraldas, maíz, papas y petróleo–, los indígenas de la Pachamama y Quetzalcoatl.

Porque en resumidas cuentas, no es la Libertad de Expresión y mucho menos otra, mucho más valiosa e importante, la libertad de pensamiento, porque hablar piedras cualquiera puede si tiene los medios o tiene lengua larga, lo que está en juego: es el derecho humano, ese sí inalienable, de trabajar, movilizarse, vivir donde se quiera vivir sin que nadie se tape la nariz. Todos venimos de esos 120 aventureros que salieron del Valle del Rift y se desperdigaron por el planeta evolucionando hacia estaturas, colores de piel, maneras de pensar y de hablar diferentes. Y eso es lo que está en juego y lo que se sacrifica o se reivindica con el trágico suceso de París, según como se analice y se dilucide: el derecho a vivir en donde sea y a trabajar o a mirar a los cerros de Ubeda.

Charlie Hebdo y sus excesos, es lo de menos. Lo de más es que ello fue originado con un propósito que ya parece bastante claro: blanquear de nuevo a Europa (no sé si hasta regresar a los buenos tiempos bárbaros en los que los blancos de allá se mataban a piedrazos, poco antes de que llegaran los arios del valle del Indo para poder matarse a cañonazos), y asegurarse manu militari de los negros yacimientos de oriente hoy y de América Latina mañana, junto con los del ocre cobre, el explosivo uranio y el indefinible litio, que serán la riqueza de mañana, y que les permitirán salir de sus crisis y volver a ejercer el dominio mundial que les ha sido escriturado por su dios de larga y luenga barba y ojos azules.

Eso es lo que se juega: y ya debe de haber nacido o estarse educando en algún aristocrático y venerable claustro europeo o en un moderno campus de la Ligue, el líder que hará ese trabajito con prisa y sin pausa, aunque para ello tenga que abrir de nuevo ciertos hornos crematorios o pulsar un par de botoncitos que dejen salir el hongo de Hiroshima y Nagasaki. Sólo que los hornos y los botones ya no serán contra los hijos de Abraham, hoy sí de verdad dueños del planeta como pueblo elegido que son, sino contra negros y cetrinos que les ensucian el piso en la venerable y entumecida Europa y en la aséptica y tecnológica “América”. No la del Río Grande a la Tierra del Fuego sino la de Alaska a Texas, o sea la descendiente de los pilgrims del Cutty Shark y del Mayflower. El resto del mundo, es prescindible: lo debe de decir entrelíneas o lo dice claramente, no estoy seguro, el Manifiesto del Club Bildelberg, que alguna vela tiene en este entierro parisino…

Quito.

 

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