Columnistas
Desde Reficar hacia las 4G
Por José Roberto Acosta
El escándalo de Reficar es una alerta sobre lo que podría pasar con las obras de infraestructura de cuarta generación (4G), pues comparten la misma estructura de financiación y el alto riesgo de que sus plazos y presupuestos no se cumplan, pudiendo ser los recursos públicos de la venta de Isagén, destinados para financiar estos proyectos, los principalmente afectados.
Hacer obras con dineros ajenos, poniendo muy poco dinero propio, funciona siempre y cuando el costo de la deuda necesaria para cubrir las obras sea inferior al rendimiento del negocio, pero en Reficar ese no fue el resultado, pues, según el informe de la Contraloría, el costo de la deuda es hoy del 5,5% anual y la rentabilidad de la refinería es de apenas el 4,35%, margen negativo y destructor de valor que puede desembocar en que los acreedores bancarios se terminen quedando con la obra.
Por José Roberto Acosta
El escándalo de Reficar es una alerta sobre lo que podría pasar con las obras de infraestructura de cuarta generación (4G), pues comparten la misma estructura de financiación y el alto riesgo de que sus plazos y presupuestos no se cumplan, pudiendo ser los recursos públicos de la venta de Isagén, destinados para financiar estos proyectos, los principalmente afectados.
Hacer obras con dineros ajenos, poniendo muy poco dinero propio, funciona siempre y cuando el costo de la deuda necesaria para cubrir las obras sea inferior al rendimiento del negocio, pero en Reficar ese no fue el resultado, pues, según el informe de la Contraloría, el costo de la deuda es hoy del 5,5% anual y la rentabilidad de la refinería es de apenas el 4,35%, margen negativo y destructor de valor que puede desembocar en que los acreedores bancarios se terminen quedando con la obra.
Reficar no pudo caminar solita y le tocó a Ecopetrol, como papá de hijo vago, desembolsar mucho más de lo presupuestado y además ser su aval o fiador, para que los bancos le soltaran más dinero. Papel de padre alcahueta en el que podría caer la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN) como financiador de las obras 4G, poniendo el pecho cada vez que un concesionario se descuadre en presupuesto o plazo, pues aunque se supone que la Nación no soltará dineros a los contratistas hasta que entreguen las carreteras, a esa restricción se le hace el quite con la permanente disposición de la FDN a suministrarles el dinero mediante créditos. Es decir, los ineficaces anticipos, ya desaparecidos, se transformaron en créditos de la FDN.
Aunque la Agencia Nacional de Infraestructura ha logrado casi blindar el tema contractual, evitando reclamos abusivos como el que acaba de ganarle la Nación a la firma Álvarez y Collins en la concesión Bogotá-Girardot, en materia financiera las cosas no son claras, y si con una empresa pública como Ecopetrol las irregularidades de Reficar se conocen ya con el ojo afuera, ¿qué podría pasar con el seguimiento de concesionarios privados con información no tan pública?
El horror visto en Reficar debe tenerse en cuenta para que no se repita en el manejo de las concesiones y de la FDN y así no tener que llorar sobre leche derramada.
@jrobertoacosta1
El Espectador, Bogotá.