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Economía tóxica

Por Fander Falconí   

Cuando Hércules, héroe griego de la antigüedad, unta veneno (pharmakon) en la punta de una flecha de su arco (toxon) para matar a un monstruo mitológico, la palabra ‘toxon’ adquiere un significado perverso. En latín ya significa veneno (toxicus) de donde proviene el español tóxico. 

La crisis económica y financiera del capitalismo central de 2007-2008, en particular en Estados Unidos, mostró una relación estrecha entre los activos financieros y el nivel de toxicidad. En esa ocasión los bancos crearon las llamadas burbujas financieras, cuando otorgaron grandes préstamos a personas con poca probabilidad de repago. 

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Por Fander Falconí   

Cuando Hércules, héroe griego de la antigüedad, unta veneno (pharmakon) en la punta de una flecha de su arco (toxon) para matar a un monstruo mitológico, la palabra ‘toxon’ adquiere un significado perverso. En latín ya significa veneno (toxicus) de donde proviene el español tóxico. 

La crisis económica y financiera del capitalismo central de 2007-2008, en particular en Estados Unidos, mostró una relación estrecha entre los activos financieros y el nivel de toxicidad. En esa ocasión los bancos crearon las llamadas burbujas financieras, cuando otorgaron grandes préstamos a personas con poca probabilidad de repago. 

Los bancos, para ampliar el mercado, crearon las hipotecas de alto riesgo, conocidas como opciones ‘subprime’, con el respaldo de la Community Reinvestment Act, que es una ley que obliga a los bancos a prestar a personas que no tienen buen historial crediticio. El FICO Score (la forma de calificar el riesgo de clientes bancarios en EE.UU.) fue eludido en forma sistemática, lo cual amplió la demanda de bienes inmuebles e incrementó el precio de las casas. Fue esta una de las causas para que la burbuja inmobiliaria, tanto en EE.UU. como en Europa, se disparara. Luego devino en una crisis mutante que se trasladó del sector financiero a la producción y al empleo.

El mayor tóxico de nuestro tiempo es el dióxido de carbono (CO2) presente en las emisiones residuales por la quema de combustibles fósiles. Si se explotaran todas las reservas probadas de estos combustibles fósiles, se acabaría la civilización actual, al superar el umbral de +2°C. Sin embargo, las empresas petroleras multinacionales hacen constar esas reservas como sus activos. Por eso ha nacido un nuevo uso semántico para el término tóxico.

En un artículo científico de este autor, con Rafael Burbano y Jesús Ramos titulado ‘De activos tóxicos a ingreso tóxico’, publicado por varias entidades académicas, se determina que esos activos son en realidad activos tóxicos, pues su uso total llevaría al desastre ecológico. Por lo tanto, los ingresos que provienen del uso de tales reservas son ingresos tóxicos.

El mundo ha visto que el crecimiento económico solo ha traído prosperidad a la minoría que dice dar trabajo a todos. A escala local, solo debe permitirse el crecimiento útil para la mayoría, esto es un crecimiento con redistribución, y no el crecimiento que solo beneficia a la minoría que pretende controlar el crecimiento para su beneficio propio. Los políticos que tienen las riendas del planeta son también responsables de la toxicidad, sea por inacción o por interés.

Solo falta completar el panorama y calificar de economía tóxica al capitalismo supranacional que se niega a aceptar la realidad del acelerado calentamiento global.

París, ciudad luz, sede de la próxima cumbre de cambio climático a realizarse desde fines de noviembre, vio la semana pasada las tinieblas de la crisis civilizatoria que está profundizándose. Son venenos premonitorios de las discusiones tóxicas que se avecinan.

@fanderfalconi

El Telégrafo, Ecuador.

 

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