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El miedo a la paz

Por Camilo Villa Romero  

No sorprende que los detractores del proceso de paz hayan iniciado el escándalo por las fotos de la comitiva de las FARC en La Guajira, sin embargo decepciona que el gobierno y sus representantes elevaran el debate a una especie de crisis por celos. En palabras del vocero del CICR, organismo encargado de los traslados de los negociadores a las zonas en donde se está haciendo el trabajo de la pedagogía de los acuerdos, “en estos desplazamientos no viajan personas armadas”.

Precisamente porque ha sido un acuerdo de la mesa, permitir que tanto el gobierno como las FARC participen directamente en la divulgación de los acuerdos parciales en distintas zonas del país.

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Por Camilo Villa Romero  

No sorprende que los detractores del proceso de paz hayan iniciado el escándalo por las fotos de la comitiva de las FARC en La Guajira, sin embargo decepciona que el gobierno y sus representantes elevaran el debate a una especie de crisis por celos. En palabras del vocero del CICR, organismo encargado de los traslados de los negociadores a las zonas en donde se está haciendo el trabajo de la pedagogía de los acuerdos, “en estos desplazamientos no viajan personas armadas”.

Precisamente porque ha sido un acuerdo de la mesa, permitir que tanto el gobierno como las FARC participen directamente en la divulgación de los acuerdos parciales en distintas zonas del país.

Así como el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, está viajando ya hace un año por todo el país, junto con su equipo, así mismo estaba contemplado que se hicieran estos actos de presencia de las FARC en los territorios.

Y es que tiene todo el sentido, que luego de tres años de diálogos y firma de acuerdos, para buscar una salida negociada a un conflicto de mas de 60 años, la labor de divulgación en cabeza de ambos sectores, juegue el rol tanto de fortalecimiento de la voluntad de las partes para llegar a un acuerdo final, como de hacer realidad el espíritu del actual proceso de paz, abandonar la violencia como método en política.

Para todos estos viajes, y como en cualquier operación humanitaria, como las entregas de secuestrados, o incluso en la ceremonia de perdón público en Bojayá o la jornadas conjuntas de desminado, el gobierno ha tenido que aceptar particulares formas de asumir la seguridad y en general la logística. Esto tiene que ver con la existencia del conflicto armado y el hecho real, difícil de reconocer para todos, que el Estado nunca ha tenido el monopolio absoluto de las armas ni tampoco ha podido llegar a cada rincón de Colombia.

Pensemos que esta actividad, la de introducir a las FARC como movimiento político, puede generar un proceso de sincronización de las voluntades políticas enfrentadas. Este momento en que tanto las FARC como el Estado, asumen como propios los acuerdos que en el pasado fueron parte de la agenda del contrario. Es poco menos que el embrión de una nueva democracia, en la que las palabras vuelven a tener fuerza y las armas entran en desuso, porque no logran realmente resolver los conflictos de este país.

Hace falta grandeza política para reconocer un acierto en el contrario y más para aceptar que hay asuntos que se comparten por principio. Es el caso de los acuerdos de paz, ¿podrá Álvaro Uribe reconocer a Juan Manuel Santos que un acuerdo de paz es el camino más corto para consolidar la seguridad para los colombianos? ¿Podrán las FARC aceptar que solo el fin de la confrontación armada dará paso a una democracia plena, con libertades políticas para la oposición? ¿Podrá Santos abandonar el discurso anti-insurgente para iniciar un periodo en la historia de nuestro país sin exclusión y violencia política?

En respuesta a la grave crisis que aún viven refugiados provenientes de Medio Oriente, la canciller alemana Ángela Merkel, aludiendo al principio del universalismo de los derechos humanos como pilar de la Unión Europea y saliendo al paso al creciente sentimiento xenófobo, abrió las puertas de Europa y de Alemania para que millones de personas ingresaran a los países de la Unión, esto a costa de su prestigio político. Cuando preguntaron a Yanis Varufakis, ex ministro de economía griego, su gran opositor político, por la actuación de Merkel, no dudo en conceder a la canciller su acierto con estas palabras “Nada me regocija más en principio que ver a un oponente político que hace algo bueno. Creo que es mi deber transmitir mis felicitaciones a la señora Merkel. Ha estado absolutamente brillante al dar pruebas de humanismo en un universo sombrío”.

Este es un buen ejemplo para el oído del Ministro Juan Fernando Cristo, que tantas veces ha rechazado pronunciarse públicamente sobre asuntos controversiales del proceso de paz, pero justo ahora cuando parece que estamos cada vez más cerca de un acuerdo final, no se resistió a aprovechar la ola de opinión negativa que generó la visita de los negociadores de las FARC al corregimiento del Conejo en La Guajira, y lanzó irresponsablemente argumentos lapidarios que le hacen el juego a los saboteadores a sueldo de la mesa de diálogos.

El centro del huracán han sido los señalamientos de “proselitismo armado” y la supuesta pérdida de confianza que ha generado esta situación. Paradójicamente estas voces no fueron tan vehementes, por ejemplo ante la evidente coacción a la que se vieron sometidos los pobladores de veredas y corregimientos en los que el paramilitarismo aún domina los comicios y las autoridades públicas, o la recordada visita de Salvatore Mancuso y Jorge 40 al Congreso de la República en 2006.

En estos momentos tan álgidos del proceso de paz, debemos intentar estar a la altura de la complejidad de cada movimiento en el tablero y no caer en el facilismo de la satanización y el escándalo amarillista. No debemos desconocer que estamos en un periodo de transición en el que aún no se han puesto en marcha los mecanismos de protección para los integrantes de las FARC. A esto hay que sumar el antecedente imborrable del genocidio político cometido contra la Unión Patriótica, el Partido Comunista, A Luchar y la Alianza Democrática M19, ejemplos de la falta de garantías y seguridad para quienes han estado dispuestos a dejar las armas en el pasado en la lucha por la democracia.

@cvillaromero

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