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El retorno de Cristina Kirchner

Por Roberto Follari   

Mal le salió el cálculo estratégico al cuestionado juez Bonadío en Buenos Aires. Se ventiló que dicho juez, de trayectoria jalonada por pedidos de recusación y de juicio político a su persona, llamaría a declarar a la presidenta en una causa contra funcionarios del gobierno de Cristina Kirchner -iniciada desde miembros del macrismo-, pero que originalmente no la incriminaba a ella. Bonadío fue quien la incriminó y la citó a indagatoria.

De tal modo, la expresidenta, que estaba recluida en la lejana Patagonia por decisión de no interferir en la primera etapa del actual Gobierno (como respeto a la decisión democrática de quienes lo eligieron) tuvo que ir a la Capital Federal.

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Por Roberto Follari   

Mal le salió el cálculo estratégico al cuestionado juez Bonadío en Buenos Aires. Se ventiló que dicho juez, de trayectoria jalonada por pedidos de recusación y de juicio político a su persona, llamaría a declarar a la presidenta en una causa contra funcionarios del gobierno de Cristina Kirchner -iniciada desde miembros del macrismo-, pero que originalmente no la incriminaba a ella. Bonadío fue quien la incriminó y la citó a indagatoria.

De tal modo, la expresidenta, que estaba recluida en la lejana Patagonia por decisión de no interferir en la primera etapa del actual Gobierno (como respeto a la decisión democrática de quienes lo eligieron) tuvo que ir a la Capital Federal.

Y su presencia hizo estallar en pedazos el relato mediático instalado por el actual Gobierno, difundido con evidente complicidad periodística, más la de un sector de peso dentro del Poder Judicial.

Según ese pintoresco relato, las políticas desastrosas del macrismo son fruto de los errores del Gobierno anterior. Hacen todo lo contrario al gobierno kirchnerista, pero pretenden responsabilizarlo de sus propias políticas: devaluación, tarifazos que van entre el 300 y el 700% en gas y electricidad, cesantías masivas en el Estado y empresas privadas (van ya 110.000 en solo 4 meses), inflación que duplica la que había anteriormente, negociaciones salariales con topes de hecho, la prisión política de una dirigente social como Milagro Sala, procedimientos represivos para evitar la protesta social, apertura al endeudamiento externo, son algunas de las bellezas que jalonan hoy la vida de los argentinos.

Es, por supuesto, la receta del ajuste tal cual las derechas la han practicado siempre, en la Argentina con las dictaduras de Onganía, Lanusse y Videla, y luego con Menem, De la Rúa y ahora Macri. Es su propio programa, su proyecto, su ideología desplegada en acto. Pero como resulta impresentable, se dispara esta horrible ‘medicina’ social justificándola en “la pesada herencia” recibida, en el pretexto de que todo estaba tan mal que había que hacer esto. Esto que, resulta evidente, es lo único que la derecha neoliberal sabe y quiere hacer (con representantes ideológicamente prístinos en el actual Gobierno: Prat Gay, Melconian, Sturzenegger, todos de reconocida trayectoria).

Cristina aprovechó la ocasión para reaparecer con cientos de miles de seguidores que esperaron su salida del edificio judicial de Comodoro Py, donde ella había hablado con claridad al juez, señalándole su impericia profesional y su invalidación -por parcialidad manifiesta- para juzgarla. Bonadío ya fue sancionado hace unos meses por parcialidad contra la expresidenta en otra de las causas invocadas contra ella. Y allí fuera, habló Cristina desde una tarima, como si fuera nuevamente presidenta. Con todos los medios -esta vez sí- propalándola, dado la masividad extraordinaria de sus seguidores. A la misma hora Macri aparecía por la TV en un acto, en que perdió rotundamente en rating frente a la expresidenta.

Lo principal fue el discurso de hora y media, medido e inteligente, lanzado por la exjefa de Estado. Dejó claro que pudo haber optado por tener fueros que la protegieran, y que decidió personalmente no tenerlos. Llamó a la paz en los reclamos, al cuidado de las formas institucionales y del ejercicio de la libertad. Pero sobre todo, a defender los derechos conseguidos en los últimos 12 años frente a la calamidad social instalada por el nuevo Gobierno. Hay 1’300.000 más pobres en Argentina desde que subió Macri, dicen sus aliados de la U. Católica Argentina. Nada menos. Así, Cristina llamó a un Frente Ciudadano que reúna a todos los damnificados por la actual situación, hayan votado por el kirchnerismo, por el macrismo o por quien fuera.

Y dejó claro, por si alguien no lo supiera, que ella es la dirigente política más importante de la Argentina, la de mayor peso y prestigio; a la vez que certificó que ni aun presa (según el evidente designio de la campaña político-mediático-judicial lanzada en su contra) va a cejar en su empeño de impedir que Argentina retome el camino del hambre, la dependencia geopolítica y la exclusión social generalizada.

El Telégrafo, Ecuador.

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