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Los #PanamaPapers y el “asesino del ajedrez”

Por Felipe Pineda Ruiz  

El apacible Parque Bittsevsky, al sur de la ciudad de Moscú, es un tradicional enclave natural que se hizo célebre por albergar en su intrincado bosque a Aleksandr Pichushkin, mejor conocido como el “asesino del ajedrez”, quien perpetraba sus crímenes en medio del sol resplandeciente, ante la ininteligible bruma o bajo la presencia cómplice de la noche.

Mediante engaños, llevaba a sus víctimas a pasear por los senderos desolados del Bittsevsky, hasta llevarlos hacia la misma alcantarilla remota que desemboca en las turbulentas aguas del río Bitssa. La presión sobrenatural de tan enrevesada corriente se encargaba del resto, desapareciendo los cadáveres en cuestión de segundos.

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Por Felipe Pineda Ruiz  

El apacible Parque Bittsevsky, al sur de la ciudad de Moscú, es un tradicional enclave natural que se hizo célebre por albergar en su intrincado bosque a Aleksandr Pichushkin, mejor conocido como el “asesino del ajedrez”, quien perpetraba sus crímenes en medio del sol resplandeciente, ante la ininteligible bruma o bajo la presencia cómplice de la noche.

Mediante engaños, llevaba a sus víctimas a pasear por los senderos desolados del Bittsevsky, hasta llevarlos hacia la misma alcantarilla remota que desemboca en las turbulentas aguas del río Bitssa. La presión sobrenatural de tan enrevesada corriente se encargaba del resto, desapareciendo los cadáveres en cuestión de segundos.

Una vez atrapado, Pichushkin se dedicó a relatar con desparpajo y en detalle los pormenores de su prontuario genocida y galopante, llevado a cabo entre 2001 y 2006. De aquellas confesiones brilló con luz propia un detalle desgarrador: hacía un conteo minucioso de sus “dianas” en un tablero de ajedrez; por cada muerto un número en cada cuadro hasta completar la asombrosa cifra de 61 homicidios. Su obsesión final era finalizar su carrera de “serial killer” una vez consumado el asesinato número 64.

Al igual que al verdugo del Parque Bittsevsky, o al mismo fascismo, al capitalismo siempre le hacen falta pocas piezas para finiquitar su gran estocada: la crisis de 1929, la de principios de los años 80 y la de 2008 así lo confirman.

La operación publicitaria disfrazada bajo el ropaje de indagación rigurosa, llevada a cabo por 190 reporteros pertenecientes al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés) y denominada #PanamaPapers nos muestra hasta donde son capaces de llegar los mandamases del poder financiero para lavar su imagen construida durante décadas: la de especuladores, amantes del capital y las transacciones de orden especulativo, y por supuesto la de clientes principales de los llamados paraísos fiscales.

De la sistematización del millón de archivos realizada por la ICIJ, que llegaron inicialmente al diario alemán Süddeutsche Zeitung y que pertenecen al buffet jurídico-Financiero Mossack Fonseca, emergieron los nombres de centenares de políticos (Putín, Macri, David Cameron y los jeques árabes), estrellas de cine y televisión (como Almodóvar), deportistas (Lionel Messi) y personas ligadas al mundo del poder con cuentas bancarias anónimas en Panamá.

No obstante, la investigación premeditadamente omitió decenas de nombres de poderosos en la lista de origen británico y norteamericano ¿porque? La financiación de la ICIJ, eje central del estudio, lo explica todo: entre los donantes de esta entidad global se encuentran la Ford Foundation, la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Open Society Foundation, ésta última perteneciente al especulador consumado George Soros. La otra parte del rompecabezas, de tan sutil ligereza, está en la explicación de los orígenes y relaciones financieras de la misma Mossack Fonseca.

Fundada en 1986 en la ciudad de Panamá por el ex alumno de la London School of Economics Ramón Fonseca y el ciudadano panameño de origen alemán Jurgen Mossack, la compañía logró consolidarse gracias a sus vínculos más que cercanos con la entidad financiera británica Rothschild, de fuerte ascendencia en la reserva Federal de los Estados Unidos y en la corona británica (http://bit.ly/1SgK76g).

Las anteriores evidencias nos lleva a los trasfondos geopolíticos irrebatibles que se esconden tras los #PanamaPapers: minar el prestigio de Vladimir Putin y poner contra las cuerdas a los desaforados “jeques árabes”.

Sin embargo, el principal objetivo es de orden económico: proyectar la intención norteamericana de convertirse en el principal “off-shore” del mundo ejerciendo una presión paulatina contra otros paraísos fiscales como Panamá, Mónaco, San Marino y decenas de islas del Caribe entre otros “refugios monetarios” que en total generan pérdidas para las naciones que experimentan fugas de capitales, por concepto de pago de impuestos, que se aproximan a los 240.000 millones de dólares anuales según la OCDE (http://bit.ly/1oyBlCy), cifra equivalente al Producto Interno Bruto anual de países como Singapur, Portugal, Irlanda o Chile.

Estados de la unión americana como Dakota del Sur, Delaware, Nevada o Wyoming, se han convertido en los primeros territorios estadounidense donde la tributación, para quienes trasladen su capital, es casi nula. La privacidad para los nuevos inversionistas en estos nuevos paraísos fiscales, cabe acotar, es mayor que en países tradicionales en el ámbito como Suiza.

El capital y su camarilla de “banksters” empiezan nuevamente a poner, de manera sinuosa e intempestiva, sus números en cada cuadro del ajedrez de la dominación. Temo que, al igual que sucedió con el obstinado psicópata ruso Aleksandr Pichushkin, sus pretensiones nuevamente terminarán con un desenlace predecible.

@pineda0ruiz

Democracia en la Red, Bogotá.

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