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Fondos Buitre: una salida política

Por Nora Merlin  

La actual coyuntura que atraviesa la Argentina con los fondos buitre está planteada por el Gobierno de Macri, las corporaciones económicas, los medios de comunicación hegemónicos y algunos partidos políticos, como un sofisma lógico. Esta clase de enunciado representa un argumento falaz con el que se pretende defender algo falso y/o confundir al adversario en el diálogo o la discusión.
 
En griego sophisma significa artificio, razonamiento capcioso; el diccionario lo define como “una proposición aparentemente verosímil, pero falsa y destinada a inducir a error al interlocutor”.

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Por Nora Merlin  

La actual coyuntura que atraviesa la Argentina con los fondos buitre está planteada por el Gobierno de Macri, las corporaciones económicas, los medios de comunicación hegemónicos y algunos partidos políticos, como un sofisma lógico. Esta clase de enunciado representa un argumento falaz con el que se pretende defender algo falso y/o confundir al adversario en el diálogo o la discusión.
 
En griego sophisma significa artificio, razonamiento capcioso; el diccionario lo define como “una proposición aparentemente verosímil, pero falsa y destinada a inducir a error al interlocutor”.

El planteo del problema, tal como lo realizan los buitres locales e internacionales, se vuelve un sofisma lógico de imposible solución: reclaman que Argentina cumpla a rajatabla lo dictaminado por el juez y pague a los fondos buitre la totalidad del monto adeudado. Sabemos que eso es irrealizable porque el resto de los acreedores podría reclamar con legítimo derecho el pago de la totalidad de sus bonos. Acto seguido, advierten que el incumplimiento de los compromisos internacionales de pago significaría para el país falta de  créditos o con tazas muy elevadas.
 
En el artículo “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma” (1945), publicado en Escritos I, Lacan presenta un problema planteado como sofisma, un postulado que, como mencionamos, no tiene solución lógica.
 
El caso de Lacan es el siguiente: El director de una prisión convoca a tres presos, les plantea un problema de lógica y les dice que el primero que consiga resolverlo obtendrá la libertad. Les comenta que tiene cinco círculos, dos negros y tres blancos. Colocará un círculo en la espalda de cada uno de ellos y los otros dos restantes los esconderá. El primero que averigüe su propio color y que pueda argumentarlo lógicamente, será libre. A continuación coloca un círculo blanco en la espalda de cada uno de los presos, escondiendo los negros. Es decir, los tres presos ven dos círculos blancos en las espaldas de sus compañeros, con lo cual cada uno de ellos puede pensar que él es un negro o un blanco.
 
Desde la deducción lógico-matemática, la solución es imposible, pues lógicamente son posibles tres combinaciones: dos círculos negros y un blanco, dos blancos y un negro o tres blancos. Sin embargo, se encuentra una solución de otro orden, que se aparta de la lógica clásica: cada uno puede deducir su color a condición de observar las reacciones de los otros. Lacan afirma que este problema, presentado como lógica clásica, únicamente adquiere solución a partir de la lógica humana. Esta última incluye al Otro, a los otros y también ineludiblemente comprende una dimensión temporal, un proceso. En ese proceso recorta tres momentos: el instante de la mirada, el tiempo para comprender y el momento de concluir. Resumiendo, los describe del siguiente modo:
 
-El instante de la mirada: Se dan a ver los datos iniciales. Por ejemplo, uno de los presos puede pensar: “Estando ante dos negros, sé que soy un blanco.”
 
-El tiempo para comprender: Aparece aquí una intuición en la que el sujeto objetiva algo más allá de los datos de hecho. “Si yo fuese un negro, él habría salido sin esperar un instante. Si se queda meditando es que soy blanco.” O, “si yo fuese un negro, los dos blancos que veo no tardarían en reconocerse blancos.”
 
-El momento de concluir: Hay aquí una respuesta, el sujeto se apresura hacia la salida y lo hace bajo la evidencia de la conducta de los otros. “Me apresuro a afirmar que soy blanco para que estos blancos, así considerados por mí, no se me adelanten.”
 
Este sofisma permite comprender que la racionalidad no supone una actividad de experto o de aislada deducción matemática, sino que, por el contrario, es relacional: Se trata de intersubjetividad, intereses, antagonismos, deseos, afectos, intuiciones y posiciones discursivas. Dicho de otra manera, sólo la experiencia de un proceso de intercambio social y el reconocimiento recíproco de los actores hizo posible el acierto y la salida a la libertad.
 
Como se comprueba, la solución del sofisma se presenta como posible cuando se logra dialectizar el problema. Esto implica, como dijimos, un proceso temporal en el que se incluye necesariamente al Otro y a los otros en una lógica relacional. En primer lugar, el instante de ver a los otros permite la constitución de los datos iniciales, que luego se irán modificando en un tiempo siguiente de comprensión. Esta dimensión de comprender y elaborar lo visto le permite al sujeto salir de la posición de mero espectador y “parir” una salida al mundo, como dijera Hanna Arendt, que, en el caso del sofisma lacaniano, es una salida hacia la libertad.
 
El movimiento dialéctico concluye con un juicio que es un acto, en nuestro caso sobre una identidad: “Soy un blanco.” Un acto que se produce y que demuestra luego, secundariamente, su lógica, sus razones y su derecho sin garantías. La combinatoria binaria entre dos relaciones al modo de la lógica clásica, verdadero o falso, es secundaria al acto y nunca es la que lo funda.
 
A esta altura, el lector debe estar preguntándose qué tiene que ver todo este desarrollo con el pago de la deuda, el canje, los bonistas y los buitres. Del mismo modo que Lacan establece en el sofisma que los presos encuentran su libertad únicamente por la vía de la relación intersubjetiva y colectiva, en el caso de la Argentina y los buitres, la solución tampoco se producirá por la vía de la deducción, el cálculo matemático o el sometimiento a la lógica clásica. La historia argentina nos ha demostrado que seguir la “lógica ortodoxa” de las recetas de los organismos financieros internacionales y a sus expertos, suponiendo que sus gurúes nos orientan porque saben, nos condujo a debacles económicas y financieras. Hoy aprendimos, por experiencia, que ellos nunca son neutrales y que no nos llevarán a ninguna solución con su lógica clásica y repetida.  Los fondos buitre y sus aliados locales, plantean el pago como un tema económico con fría solución matemática. En el sofisma lacaniano de la cárcel y los prisioneros, la solución fue posible a condición de transformar el sofisma lógico en una experiencia colectiva. Del mismo modo, frente a la coyuntura actual planteada con los buitres imperiales de la casa matriz o sus agencias filiales en versión nacional, pensamos que es necesario transformar los sofismas lógicos o económicos en problemas políticos. Esto significa emplear el  tiempo que sea necesario para un debate democrático, plural, responsable, en el que participen todos los actores involucrados y en el que se manifiesten intereses, desacuerdos y salidas posibles.
 
El destino de la Patria dependerá  de este debate por lo que es imprescindible abandonar la ilusión de poseer la fórmula buena o pretender portar la verdad única.
 
Una conclusión. Muchas veces las supuestas “verdades” objetivas, económicas, frías y alejadas de la gente, no son más que sofismas tramposos, de solución circular y repetitiva especulación financiera. Es factible salirse de la lógica clásica y las recetas de siempre, para pasar a la invención colectiva de soluciones reales y posibles. Sabemos que no se consiguen de una vez, sino que más bien son el fruto de un proceso y de un trabajo constante, democrático y colectivo, donde nada está garantizado.

La Tecl@ Eñe, Buenos Aires.

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