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Hacía otra Colombia

Por: Roberto Trobajo

A este gobierno la historia no lo absolverá. Las causas que dieron lugar a tantos derramamientos de sangre, no sólo están latentes, sino que estás exacerbadas, y así no se reconstruye la Colombia que todos merecemos.

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Por: Roberto Trobajo

A este gobierno la historia no lo absolverá. Las causas que dieron lugar a tantos derramamientos de sangre, no sólo están latentes, sino que estás exacerbadas, y así no se reconstruye la Colombia que todos merecemos.

¿Paz?  Si realmente se quiere construir la paz con apoyos internacionales, debe ser abogando, porque los países ─sobre todo los acreedores de la cada vez más abultada deuda externa colombiana (ya es del 60 % del Producto Interno Bruto)─, nos ayuden condonando la deuda, siempre que esos miles de millones de dólares que se dejarían de pagar, el gobierno los use en fomentar el emprendimiento, en el desarrollo de viviendas, salud, educación; pero no, se prefirió hacer la cruzada tras el logro del Premio Nobel y, sobre todo, para que nos ayudaran a financiar el posconflicto con préstamos, con los que el país se endeudara aún más.

Así no se reconstruye al país. Así no se hace la paz. Si este gobierno fue capaz de crear nuevos ministerios y varias agencias adjuntas en tres meses, a sabiendas de que robusteció el aparato burocrático para complacer a la maquinaria financiadora de la campaña presidencial, pues ahora ─en similar lapso de tiempo─, que empiece a desmontar ministerios y agencias, a fusionar (en pos de austeridad) y que actúe como nobel de paz buscando aliados que nos condonen la deuda y aporten solidarios al desarrollo socioeconómico de Colombia.

¿Prosperidad? Para ser prósperos hay que fomentar una economía solidaria, y no estoy hablando sólo de cooperativas y mutuales, me refiero al fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas: entidades a la que están vinculados más de la mitad de millones de colombianos junto a sus familias, a quienes nos han gravado con el IVA del 19 % y cualquier cantidad de impuestos más, y no a las grandes empresas ─que son pocas─, y que para nadie es un secreto financian sin mesura las campañas políticas.

Así no viviremos mejor. Así no dejaremos de ser uno de los países más inequitativos de Latinoamérica y del mundo. Así no erradicaremos las abismales desigualdades que provocaron las guerras. Así no tendremos paz.

¿Educación? Con ICETEX convertido en tan leonino como el más cruel de los bancos, y un “Ser Pilo Paga” utilizado para publicitarse de benefactor de unos pocos mientras que miles de jóvenes no tienen acceso a la educación superior por falta de cupos, y otros tantos estudiantes desertan por carencias económicas: así no se educa a un pueblo.

En dos oportunidades propuse a los ministros de Educación y las TIC que financiaran un proyecto de Educación por Televisión a través de Internet, para que todos los que quisieran estudiar carreras universitarias y tecnológicas pudieran hacerlo gratuitamente y con libre acceso. Propuse aprovechar la infraestructura de las universidades públicas y las privadas que desearan colaborar ─similar a como Cuba lo viene haciendo mediante sus dos canales de televisión educativos─, y la respuesta sigue siendo la misma, es decir: ninguna. No hay voluntad política para resolver este grave problema, al que se le suma lo poco que les pagan a los maestros y lo mal que se atiende a los profesores colombianos.

Sé que construir carreteras es vital para desarrollar cualquier país, pero no así como lo está haciendo este gobierno; hace falta infraestructuras para hacer crecer a nuestra Colombia, pero así no.

Lo prioritario es reconstruir el tejido humano, desarrollar el mayor capital de este país que es nuestra gente, los colombianos. De esta forma, lograremos todo lo que anhelamos. Nuestra Colombia sí tiene arreglo.

 

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