Columnistas
La guerra fría se descongela
Por Fander Falconí
La guerra fría se descongela Fander Falconí Hace medio siglo nadie hubiera creído que un día se darían la mano en Cuba un presidente estadounidense con uno de los protagonistas de la Revolución Cubana. Muchos estadounidenses estaban convencidos de que esa revolución no llegaría a cumplir ni 10 años. Y bastantes latinoamericanos pensaban que Estados Unidos nunca cedería un milímetro en sus demandas de volver al statu quo anterior a 1959. Estos últimos fueron calificados de clarividentes, cuando se disolvió la Unión Soviética hace un cuarto de siglo. La Habana no retrocedió en su posición y Washington se mantuvo firme en sus demandas.
Por Fander Falconí
La guerra fría se descongela Fander Falconí Hace medio siglo nadie hubiera creído que un día se darían la mano en Cuba un presidente estadounidense con uno de los protagonistas de la Revolución Cubana. Muchos estadounidenses estaban convencidos de que esa revolución no llegaría a cumplir ni 10 años. Y bastantes latinoamericanos pensaban que Estados Unidos nunca cedería un milímetro en sus demandas de volver al statu quo anterior a 1959. Estos últimos fueron calificados de clarividentes, cuando se disolvió la Unión Soviética hace un cuarto de siglo. La Habana no retrocedió en su posición y Washington se mantuvo firme en sus demandas.
El calentamiento global, se bromeaba, derritió la Guerra Fría. Pero Cuba siempre fue caliente y, sin embargo, Estados Unidos mantuvo su hostilidad hacia el régimen que supuestamente había ‘despojado’ los bienes de sus ciudadanos, olvidando que el despojo fue iniciado por esos colonialistas que sustituyeron a los españoles en 1898. En la Cuba de 1959, la gran oligarquía y los latifundistas eran en su mayoría estadounidenses, incluso muchos connotados mafiosos, con algunos socios locales que administraban esos bienes. En los países caribeños eso convertía a la derecha estadounidense en parte interesada de la política de las ‘republiquitas’ antillanas. Ningún mandatario, desde el presidente demócrata Franklin D. Roosevelt, había osado meter la mano en el bolsillo de los multimillonarios estadounidenses, como lo había hecho Fidel Castro.
Hoy Obama ha llegado por avión en tres horas; en 1928, al entonces presidente Calvin Coolidge le tomó tres días el viaje en un buque de guerra. Los tiempos han cambiado, en especial en la actitud de la gente. Tampoco imaginaba nadie hace 50 años que el primer presidente estadounidense que pisara la Cuba revolucionaria iba a ser afroamericano. Ahora que el mayor enemigo planetario son las inequidades sociales, el cambio climático y la escasez de agua, parece absurdo seguir manteniendo una enemistad ideológica. Por otro lado, una nueva generación de jóvenes emprendedores cubanos quiere que la isla mejore su situación, aunque sin dejar a un lado la solidaridad socialista.
Pero, no todos los estadounidenses piensan así, en particular los sectores conservadores, partidarios de un capitalismo sin controles. Los republicanos (no solo Trump, sino todos los candidatos) se rasgan las vestiduras y condenan el ‘error histórico’ de los demócratas. Solo falta que aparezca un contador y un abogado que hagan las cuentas de las expropiaciones que hizo la revolución. En ese caso, poco les tocaría a los mencionados exiliados; gran parte de la Cuba de Batista era de unos pocos ciudadanos estadounidenses.
A pesar de las críticas de los autoproclamados ‘líderes’ de la libertad, como el Miami Herald, el tema ya no es tan fuerte. Más son los estadounidenses que apoyan el acercamiento que los que lo condenan. Claro que el inhumano embargo debe deshacerse del todo, algo que no depende solo de Obama, sino de un Legislativo con muchos republicanos. Pero en la práctica, está dándose el deshielo y eso, en forma paradójica, por obra y gracia del mismo capitalismo.
@fanderfalconi
El Telégrafo, Ecuador.