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La marcha uribista del 2 de abril, una regresión fascista

Por Horacio Duque  

Un fracaso estruendoso serán las anunciadas marchas fascistas del uribismo programadas para el 2 de abril en contra del proceso de paz que se adelanta en La Habana.
 
Se trata de un movimiento social reaccionario y antidemocrático, que debe ser denunciado. Los movimientos sociales no son homogéneos y tampoco todos se mueven en la misma dirección transformadora. Al tiempo con los movimientos populares progresistas y democráticos se presentan expresiones sociales conservadoras y fascistas.

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Por Horacio Duque  

Un fracaso estruendoso serán las anunciadas marchas fascistas del uribismo programadas para el 2 de abril en contra del proceso de paz que se adelanta en La Habana.
 
Se trata de un movimiento social reaccionario y antidemocrático, que debe ser denunciado. Los movimientos sociales no son homogéneos y tampoco todos se mueven en la misma dirección transformadora. Al tiempo con los movimientos populares progresistas y democráticos se presentan expresiones sociales conservadoras y fascistas.

Lo hemos visto por estos días en Brasil, país donde la derecha, mediante la manipulación de los medios masivos de comunicación, ha promovido grandes manifestaciones para precipitar la destitución de la presidenta Dilma Russeff y el encarcelamiento de Lula.
 
Hay acciones colectivas regresivas de muy vieja data. Mussolini las utilizó a fondo e igual Hitler orquestó masivas acciones de fanáticos anticomunistas en Alemania para destruir el movimiento obrero.
 
Hoy tenemos la irrupción de movilizaciones ultra reaccionarias con la participación de capas medias y populares. Esos fenómenos tienen un sentido oscurantista y fascista.
 
Dicho proceso es simultáneo con vectores neofascistas ascendentes en diversos lugares, desde Europa hasta los Estados Unidos, incluyendo Alemania, Francia, Bélgica, Hungría.
 
Son manifestaciones de la cultura y los marcos cognitivos del decadente neoliberalismo, pesimista, de un capitalismo nihilista ingresando en su etapa de reproducción ampliada negativa donde el apartheid aparece como la tabla de salvación, señala Beinstein.
 
La campaña populista, xenófoba y racista de Trump en los Estados Unidos es la más relevante movilización regresiva en los actuales momentos.
 
Colombia no es ajena a esa tendencia y el proceso de paz orientado a la terminación del conflicto social y armado es el centro de las campañas desatadas por la ultraderecha fascista para bloquearlo y ocasionar su colapso mediante campañas y acciones cargadas de mentiras y engaños deliberados.
 
El grupo político del innombrable del Ubérrimo, ha convocado una marcha para el sábado 2 de abril cuya consigna central es la interrupción de las conversaciones  de paz que adelante el gobierno del presidente Santos y las Farc en la Mesa de La Habana.
 
Están en su derecho y nosotros en el de denunciarlo y cuestionarlo por sus fines violentos y protervos. Se trata, por lo demás, de un acto oportunista por las consignas que han lanzado. El uribismo, como el santismo, han sido los promotores del neoliberalismo, los protagonistas de la corrupción y las desigualdades sociales que generan la pobreza de millones de colombianos.
 
Por los hechos recientes no es difícil pronosticar el fracaso de esta convocatoria violenta.
 
Serán cuatro pelagatos, como los que se desplazaron recientemente a la Casa de Nariño a gritar por la oportuna y legal captura del jefe paramilitar de los 12 apóstoles de Yarumal, Santiago Uribe.

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