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LA IZQUIERDA COLOMBIANA EN UN NUEVO PARTIDOR: UN DESAFIÓ HISTÓRICO

El primero, el del “lugar de la izquierda”: como se dijo, la desaparición de la guerrilla fariana, crea nuevas condiciones a la izquierda y a lo alternativo, no obstante permanezca el alzamiento
armado eleno.

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El primero, el del “lugar de la izquierda”: como se dijo, la desaparición de la guerrilla fariana, crea nuevas condiciones a la izquierda y a lo alternativo, no obstante permanezca el alzamiento
armado eleno.

 

Algunos apuntes sobre la coyuntura nacional e internacional

Esto escribíamos hace tres años en respuesta a requerimientos e inquietudes de unos amigos respecto a nuestra postura frente a los diálogos de la Habana, que estaban en curso:

“(…) El conflicto armado colombiano se ha constituido en una rémora que impide que amplios sectores sociales se involucren en la lucha social y que la izquierda salga de su marginamiento político, que además le ha acarreado un enorme costo en vidas humanas de numerosos y valiosos líderes y luchadores sociales. En este conflicto, la respuesta degradada de la guerrilla al accionar criminal y genocida del paramilitarismo, ha contribuido sustancialmente a la derechización del país, e igualmente, a que una enorme parte de la población colombiana considere a un individuo autoritario, con un entorno criminal inocultable, en un prohombre objeto de culto irracional –que en circunstancias normales no pasaría de ser un irrelevante e inadvertido ex congresista–. Por lo tanto, la solución política (o dialogada) del conflicto armado debe ser la condición sine qua non para que, parodiando a Gabriel García Márquez, todas las izquierdas en convergencia programática condenadas a cien años de marginalidad, tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad en esta tierra”.

Y más adelante complementábamos:

“(…) estamos adportas de la firma de un acuerdo que le ponga fin a la confrontación armada. ¿Por qué es trascendental para nosotros? Entre otros avances políticos, porque tras la derrota definitiva de la táctica de la combinación de todas las formas de lucha que esto significaría, se abre a futuro para las izquierdas un abanico de posibilidades, desarrollos y realineamientos en la perspectiva de la “Gran izquierda” con que todos soñamos y, desde luego, en la que PDA jugará sin lugar a dudas un papel destacado. Este escenario obraría como una condición objetiva para la unidad, pues como lo precisaremos más adelante, la unidad no es solo un problema de voluntad”. [1]

Pues bien, las FARC se desmovilizaron tras de más de media centuria de oposición armada al Estado y sus sesenta mil votos obtenidos en las elecciones parlamentarias contribuyeron a debilitar la matriz mediática que infundió el miedo de que el país se le había entregado a las FARC; la imagen de “Timochenko presidente” ya no asustó a nadie. Después, el candidato estigmatizado hasta el paroxismo por los medios con el sello “castrochavista” obtendría una votación histórica para la izquierda en la segunda vuelta presidencial; se inaugura así un nuevo momento de la vida política nacional, una especie de “nuevo partidor” de la contienda política, cruzada al menos por dos grandes reacomodos políticos:

El primero, el del “lugar de la izquierda”: como se dijo, la desaparición de la guerrilla fariana, crea nuevas condiciones a la izquierda y a lo alternativo, no obstante permanezca el alzamiento
armado eleno. El viejo san Benito de ser pro-­‐guerrillera le había colgado un estigma casi inamovible en medio de esa pavorosa realidad comunicacional de la “post verdad”. Una parte de la definición estratégica en esta nueva etapa, es el lugar que se le va a asignar en la fotografía de la política, a cada denominación de este espectro alternativo. Y en esta cuestión ha pesado mucho quién carga con el imaginario negativo de las FARC y su pasado, quién asume su legado. Por eso casi toda la izquierda se ha esforzado por subrayar este deslindamiento. Hasta Piedad Córdoba salió –y no de muy buena manera–, a desmarcarse de las FARC, cosa que habían hecho antes los Verdes con Claudia López, los Progresistas con Gustavo Petro y también el Polo Democrático en su momento. Pero no basta sólo con desmarcarse y deslindar sino que es necesario disponernos como el atleta en el “nuevo partidor”, pues otra carrera empieza para las izquierdas; la anterior, que trascurrió en estos cincuenta y pico de años de conflicto armado, la perdimos. El desafío histórico para la izquierda va en mismo sentido de “dar la patada al tablero” como lo propone Podemos en España y empezar la partida venidera imponiendo una nueva centralidad de la política. Para conseguir esto se requiere formular nuevos relatos, nuevas narrativas, nuevas tesis; en fin, un relanzamiento de lo que significa “ser izquierda hoy” en Colombia que contribuya a la construcción de esa “gran izquierda” con la que soñamos, que anime e impulse nuevas convergencias y espacios unitarios que vayan más allá de ella. ¡Con decisión! El camino contrario de impulsar convergencias en donde las izquierdas vayan de socio menor, subordinada a la estrategia de la derecha como lo proponía el “Gobierno de transición”, en donde el primer paso era darle gobernabilidad a Santos, resultó en la práctica equivocada; el haberse deslindado de Santos, así sea tardíamente, contribuyó sin duda al éxito de Gustavo Petro.

Y el segundo, la cuestión de “la estrategia de las derechas”: Cuando se presentan contradicciones en el Bloque de poder, el nivel de sus pujas permanentes suelen hacerse más enconadas y su profundidad y explicación se ponen a prueba en cada etapa. Precisamos: lo que cohesiona a esta confluencia es un pacto de clases y sectores de clases a largo plazo, para una etapa histórica, que no disuelve sus permanentes roces por asuntos bien sea políticos de orden táctico y operativo, o bien sea por asuntos económicos de corto o mediano plazo, entre ellos en el “como” se aprovecha el aparato del Estado para apuntalar los negocios, por ejemplo. Todo ello supone que este Bloque, además de enfrentar la permanente “resistencia al capital” de los sectores subalternos con su propia estrategia de poder, debe armonizar las recurrentes fricciones a su interior.

A propósito, los primeros debates en el congreso en torno a los temas de tierra y de victimas en el gobierno de Santos 1.0 desnudaron contradicciones entre los intereses de la propiedad latifundista y los intereses del capital financiero nacional y transnacional en torno a la tierra. Esta cuestión, profundizó, a nuestro juicio, el reacomodo en el Bloque de poder que generó reales y no cosméticas fisuras en él, a tal punto que diferenció el uribato con el santismo en la “forma” o en “como” desarmar a la guerrilla y terminar el conflicto armado.

En la etapa actual, hemos asistido a un cambio en el mapa de los proyectos políticos que representan a esa confluencia. Antes de la Constitución Política del 91 eran básicamente el Partido Liberal y Conservador, con sus múltiples denominaciones y luchas intestinas, y luego, con la nueva carta, vino la explosión de nuevos partidos de diversa denominación y representación, las más de las veces ligados a expresiones regionales de las mafias. Después sucede algo cualitativamente nuevo: tras la toma del Partido de la U por el santismo, la facción disidente del Bloque de poder crea el Centro Democrático para enfrentar esa contradicción. El último período fue “decantando” y consolidando como partidos fuertes al propio Centro Democrático, a la U y Cambio Radical, al lado de los vetustos partidos Liberal y Conservador. Y los hechos más recientes ilustran que estos se están recomponiendo y reagrupando, bajo lo que parece ser un espíritu Frente nacionalista desde luego no a la usanza del bipartidismo de antaño, pero sí en una especie de aglomeraciones cruzadas por el nuevo momento: su convergencia de segunda vuelta, cede ahora lugar a bloques de partidos igualmente excluyentes.

Vale la pena recordar que lo que empezó como una oposición solitaria pero permanente del Partido Liberal y el PDA a inicios de Uribe, ganó amplitud y pasó a animar la denominada “polarización” hasta convertirse en el llamado choque de trenes, grave asunto que dio lugar al proyecto de “Unidad Nacional” como intento de zanjar la creciente disputa al interior del establecimiento. Tal gobierno de “Unidad Nacional” benefició a la suma de fuerzas más cercanas a Juan Manuel Santos, pero no estaba en capacidad de disciplinar a la facción derechista disidente, o al menos apaciguar la contradicción en curso. Y aunque no se encuentra en un punto de “no retorno”, la persistencia de esa lucha de facciones burguesas y sus “delaciones mutuas”, han exhibido ante el ciudadano común, de modo palmario, tanto la codicia sin límites propios del gran capital, como su carácter criminal (la corrupción en el poder y falsos positivos incluidos); todo ello exacerbado por el agotamiento de su modelo económico.

Al respecto del modelo, el déficit fiscal, central en él, ya superó los topes impuestos por la draconiana regla fiscal y alcanzó el 3.6 % del PIB en el 2017 según The Economist, basándose en cifras oficiales [2]. Entonces, según la receta neoliberal, su reducción se convierte en una prioridad gubernamental para relanzar la economía después de cuatro años de disminución del crecimiento del producto. Ya se anuncian reformas lesivas para la población como medidas contributivas para disminuirlo: la tributaria y la pensional. En la primera, la clásica formula de disminuir los impuestos al empresariado y compensar ampliando la base de tributación; se contempla gravar los salarios desde 1.9 millones afectando a sectores medios-­‐bajos y el Ministro Carrasquilla anunció la idea de gravar con el I.V.A. toda la canasta familiar y así eliminar todas las exenciones a este impuesto. En lo referente a las pensiones, estas ascienden al 3.8% del PIB y al 25% del recaudo tributario [3], si Duque cumple con la promesa electoral de no aumentar la edad de jubilación y no cerrar Colpensiones –exigencia recurrente en los últimos años de sus financiadores de campaña: los fondos de pensiones y el sector financiero– todo apunta al plan B esbozado en campaña: se promoverá un sistema de dos pilares en donde Colpensiones administraría un primer piso solidario que garantizaría una pensión equivalente a un salario mínimo para todos los trabajadores y los fondos administrarían el pilar complementario bajo el sistema de capitalización individual para los trabajadores de más altos ingresos (esta es la propuesta de Fedesarrollo y del grupo Sura o “Sindicato Antioqueño” que a su vez administra “Protección”, el segundo gran fondo privado de Colombia)[4]. Es decir, lacónica conclusión: ¡pensionados de segunda y pensionados de primera!.

Otro tema de esta coyuntura política que moverá agenda gubernamental será el tema de la paz, en donde las expectativas están centradas en cómo Iván Duque modificará los acuerdos con las FARC, como prometió en campaña, sin hacerlo trizas como bravuconamente declaraban miembros conspicuos del Centro Democrático. La conquista del electorado de centro, sobre todo en la segunda vuelta, se convirtió en una exigencia para ambas campañas y en consecuencia el discurso de la modificación de lo pactado frente al de hacer trizas el acuerdo se impuso. La implementación, la JEP y la garantía de participación política de la dirigencia Fariana quedó bajo fuego enemigo. Y la continuidad o no de los diálogos con el ELN se prevé que estará caminando en el filo de la navaja. Sin embargo, el gobierno de Duque no la tiene fácil en este asunto. El respaldo internacional al proceso es un obstáculo no tan fácil de saltar; la advertencia del FMI de que reversar los acuerdos tendría consecuencias en la inversión –no olvidemos que detrás de la paz hay grandes oportunidades de negocios de las transnacionales que le apostaron al proceso–, además de los pronunciamientos de la ONU y otros organismos multilaterales que preocupados ante los anuncios, han reiterado su apoyo a los acuerdos. [5]

Con el llamado a indagatoria a Uribe y con sendos artículos de la prensa del establishment gringo en su contra, uno de ellos citando documentos desclasificados [6], se alimentó la esperanza de que Duque pueda “a lo Santos” traicionar a Uribe o que se desate un proceso parecido al vivido en el Perú con Fujimori. O dicho de otra manera, que Duque en una actitud pragmática, abandone a su suerte al capo, si es que el imperio decide sacrificarlo. Asumimos con prudencia esta expectativa, pues las denuncias de la gran prensa gringa hacia el exmandatario no hacen de esto un hecho inevitable de sobrevenir, pero a la vez tampoco se puede desechar como posibilidad, pues esto depende de cómo se resuelve la disputa al interior del establishment americano entre Trump y sus adversarios. Es decir, hay que tener en cuenta que la prensa gringa tiene cierto sesgo antitrump fruto de las disputas de una parte del establishment y el trumpismo y lo que en ella publique no necesariamente es la expresión del Gobierno de Trump. Lo que si debe preocupar a los verdaderos demócratas del país es la intencionalidad anunciada de reformar las cortes –reduciéndolas a una sola– con el propósito inocultable de tener “una justicia de bolsillo” y así garantizar la impunidad, no solo del expresidente Uribe y el grueso de su entorno criminal, sino cubrir con un manto de impunidad toda la elite política-­‐empresarial que durante décadas auspició el paramilitarismo.

Sin duda, los resultados de la contienda presidencial en primera y segunda vuelta dejan un desafío unitario enorme a las izquierdas que impulsaron a Colombia Humana y a la Coalición Colombia; sus guarismos electorales dejan a los sectores alternativos por primera vez con la opción real de alcanzar la presidencia en el 2022. Y esto último solo será posible si enfrentamos unitariamente las regionales del año entrante y la oposición al gobierno de Duque. Aquí, la nueva reforma política bajo el esquema gobierno-­‐oposición establecido por la ley de equilibrios de poderes (acto legislativo 02 de 2015) es clave como prueba acida para ella misma, es decir, si realmente es un avance garantista de los derechos de la oposición y para la capacidad de esta de hacer un ejercicio acertado de la misma. La incapacidad legal de otorgar personería jurídica a Colombia Humana, la formación política que paso a segunda vuelta, empieza a responder la pregunta.

Otro elemento clave en el ejercicio de la oposición va a ser la movilización popular y ciudadana. Ya el pliego de peticiones de los gremios económicos del país [7] y las recomendaciones de la OCDE [8] están en el escritorio del carrasquilla; lo que se viene es el ajuste estructural de las finanzas en favor de los poderosos reduciendo sin clemencia los ingresos de los sectores populares. En todo esto, la exigencia de seguridad y garantías para la actividad de los líderes sociales es clave en esta etapa, pues es notorio que su actividad es incómoda para algunas elites políticas regionales asociadas a las mafias y el paramilitarismo.

El optimismo de los resultados electorales y de la consulta no se debe traducir en un triunfalismo que nos impida ver las dificultades, no solo internas sino externas, al proceso de construcción y consolidación del proyecto alternativo unitario al cual el PDA se debe. El capitalismo mundial desde hace una década no está en sus mejores momentos y un clima de incertidumbre económica ronda el panorama internacional en estos últimos meses, pero compartimos la tesis que esta crisis no es solo económica, como la anterior de los años 30, sino una crisis civilizatoria; decir esto es de Perogrullo, pero es una verdad de la que hay que partir para el análisis general. Las izquierdas siempre hemos denunciado que los perdedores de la globalización neoliberal son los sectores subalternos en lo interno y la periferia capitalista en lo externo. Pues bien, lo novedoso de la coyuntura actual es que “otros” perdedores de la globalización neoliberal ubicados, no en la periferia del sistema, ni en la subalternidad se han expresado políticamente; el Trumpismo, el Brexit, el ascenso de los partidos pro fascistas y xenófobos en Europa así lo sugiere. En la lectura de una parte del establishment Gringo que apoya a Trump es que los E.E. U.U. perdió con la globalización en términos de industrialización, empleo y hegemonía monetaria del Dólar y que todo esto se ha traducido en un declive en la hegemonía política como primera potencia mundial. La guerra comercial desatada por Trump contra China, la Unión Europea, Canadá y México es el corolario de esta lectura y sería ingenuo pensar que saldríamos indemnes si esta disputa se mantiene y recrudece en el tiempo. ¡Cuando los elefantes pelean, quien sufre es la hierba, dice el adagio chino!.

Otro escenario adverso como el anterior es el que se configura con el avance electoral de la derecha en la región después de más una década de derrotas electorales a manos de la izquierda y el progresismo y que, desde hace más de dos años, coronó alcanzando el gobierno en algunos países claves de la región como Argentina y Brasil. Así se inició una ofensiva restauradora por parte de las viejas elites regionales de las posiciones políticas y económicas perdidas. Aquí lo relevante políticamente para las izquierdas es la puesta a prueba de dos tesis: si esto marca el fin del ciclo progresista como lo ha sugerido un sector de la intelectualidad de izquierda o solo es un reflujo en un proceso largo de avances y retrocesos como controvierte otro sector de la intelectualidad. La victoria de López Obrador en México; la nueva crisis de deuda Argentina y las dificultades de Macri para consolidar su proyecto; la persistencia del proceso Boliviano que sigue mostrando cierta solidez, no obstante el revés electoral que permitía la reelección de Evo y el desarrollo sin muchos sobresaltos del proceso Uruguayo parece que apuntala la segunda tesis.

En este escenario de disputa regional el tema de Venezuela seguirá siendo motivo para exacerbar el nacionalismo y la administración del miedo para lograr adhesiones, respaldos, solidaridades y cierta “unidad nacional” frente al peligro del “dictador Maduro”. No nos cabe duda que la política internacional seguirá la sempiterna senda de subordinación al interés imperial, no obstante los muy contados amagos de independencia parcial de algunos mandatarios (Belisario Betancourt y su ingreso a los No alineados, por ejemplo), por lo cual es de esperar que Colombia juegue el asignado rol de provocador en los planes intervencionistas que desde hace un buen rato se está fraguando contra el país hermano por parte del Departamento de Estado, con la gravedad de que esto ha sido dicho públicamente por los mismos voceros de esa agencia. A guisa de ejemplo dos medidas: el retiro de la UNASUR como se había prometido y el retorno de las fumigaciones con glifosato en contravía de lo pactado en la Habana, trayendo así de regreso las peores formas de subordinación a la política antidrogas de los gringos.

Concluimos con que lo mejor de esta coyuntura política es el nuevo estado de ánimo de la ciudadanía: el resultado de las presidenciales y la consulta anticorrupción, su presencia en las calles en rechazo a los asesinatos de líderes sociales (velatón) y en rechazo al nuevo gobierno (las marchas del 7 de Agosto) son un buen termómetro de ese ánimo. Estas últimas, aunque no fueron portentosas, si fueron aceptablemente concurridas, no obstante lo inédito de convocarlas el día de la posesión presidencial. Y la movilización de 11. 7 millones de ciudadanos en la consulta anticorrupción, sin dádivas, sin clientelismo y sin el apoyo decidido de los medios es realmente estimulante y esperanzador. Jornada en la cual la militancia polista aportó con su decisión y entrega. Si este estado de ánimo logra mantenerse, determinará en buena medida el curso de los “reacomodos” inicialmente mencionados.

aportes para la caracterización del Gobierno de Duque

Desde el análisis político, cada cuatro años por esta época, es común, inevitable y hasta necesario, que el tema del momento, el coyuntural, sea los retos o desafíos que enfrentará el nuevo gobierno; desde luego que cada sector político o sector social hará desde sus expectativas particulares el análisis y sus respectivos énfasis. En general, los temas más recurrentes en donde el análisis político ha centrado las miradas son la paz, la economía, las relaciones internacionales, la reforma constitucional de las cortes, la oposición política. Al respecto ya esbozamos arriba algunas opiniones, sin embargo, para el movimiento social y popular, la perspectiva debería ser otra: si bien preguntarse por los retos y desafíos del nuevo gobierno es importante, lo es más la pregunta por los retos y desafíos del mismo movimiento social frente al nuevo gobierno. Para esto, la “caracterización de un gobierno” es un ejercicio necesario del movimiento social y popular para establecer un marco general de “certezas” desde el cual poder definir posturas, posicionamientos y comportamientos frente al gobierno de turno.

En el abanico de posibles caracterizaciones, las hay desde las más simples hasta las más elaboradas, sin que ello implique que estas últimas sean, en sí mismas, las más acertadas o convenientes; para el movimiento social es vital establecer si un gobierno es de signo neoliberal o no, de modo simple, sin ningún rodeo conceptual, pero a veces también es necesario para responder a coyunturas específicas, complejizar el análisis e intentar definir la correlación de fuerzas, no solo en lo económico sino también en lo político, en la que está inmerso el nuevo gobierno y en la cual se moverá y tomara las decisiones. Si será decididamente neoliberal o atemperará su postura frente a la movilización social. Y es aquí, donde el análisis político en perspectiva Gramsciana, sin ser el único, aporta a la caracterización de un gobierno o un periodo. Sin duda, el concepto “Bloque de poder”, inicialmente elaborado en ese marco teórico por Poulantzas, complejiza la visión que se tiene de esa entidad llamada Estado, superando así la vieja concepción instrumental que lo concebía como aparato al servicio de UNA clase social y manejable a su antojo. Este concepto tiene como virtud, el que induce a escarbar hasta lo más profundo posible en las contradicciones de quienes, como bloque heterogéneo con intereses específicos diferenciados, nos gobiernan.

Desde luego que el ejercicio de caracterizar un gobierno no debe ser indefinido, pero afinarlo y concretarlo requiere al menos de sus primeras ejecutorias. La agenda legislativa presentada en el primer periodo de la primera legislatura es un indicativo de las prioridades gubernamentales. Es como tener en cuenta lo que la politología estándar llama los “100 primeros días de…” que define el perfil del nuevo mandatario o con palabras de las abuelas es esperar que sirven en el desayuno para saber cómo va ser el almuerzo.

También es sugerente para la caracterización de gobierno de Duque asumir el debate iniciado en la academia sobre la emergencia de una “nueva derecha” para aludir a fenómenos como el trumpismo, el brexit, la ofensiva restauradora en américa latina. Derecha que sin abandonar sus postulados más clásicos y conservadores, incorpora elementos diferenciadores en su accionar político, según estos académicos.

Ya hay unos elementos puestos sobre la mesa para aventurar la caracterización: un gabinete pronunciadamente corporativo, la propuesta del “pacto por Colombia” ya acogido por Clara López y la ASI, el retiro de UNASUR, el respaldo a la consulta anticorrupción y el desestimulo que de facto se dio a la misma con la presentación de proyectos que recogen algunas preguntas de la consulta, el anuncio de su ministro de defensa de presentar un proyecto de ley para regular la protesta social, la penalización de la dosis mínima, el anuncio de impulsar el “fracking responsable”, los anuncios en materia tributaria y pensiones, el Sisben para ricos, la autorización en el aumento de tarifas de Electro Caribe. ¡Empecemos ya este esfuerzo!

Hacia una convergencia que convoque más allá de las izquierdas

La suma de las iniciativas de Duque y sus alfiles se encuentran casi al carbón en documentos de la OCDE, de Fedesarrollo, la ANIF, el Consejo Nacional Gremial y parcialmente en el documento de la Comisión del Gasto que dejó el gobierno Santos. El continuismo económico es evidente. Pero transcurre en momentos nuevos.

El resultado electoral mostró que hay un nuevo humor político entre las gentes. El nuevo partidor se da precisamente en un nuevo estado de ánimo de la población. La sustracción del miedo a la guerrilla, el agotamiento de la formulación neoliberal, el hastío con la corrupción, ya empezaron a expresarse electoralmente. Y más recientemente, la tempranera caía de la imagen presidencial está asociada en buena medida a la andanada económica anunciada y a la persistencia en el asesinato de líderes sociales. Hay condiciones muy propicias para la más amplia movilización social.

Para responder a los desafíos del período, mucho convendría la centralización de las batallas inminentes tal como alguna vez obró desde la Gran Coalición Democrática. Pero para darle sentido político y programático a la confrontación venidera, desde el campo de los demócratas debería iniciarse la unidad de acción de las oposiciones, en la explícita perspectiva de una confluencia que vaya más allá de las izquierdas.

Es la forma de darle canales al proceso de politización de la lucha social que ya venía en curso, y que la pasada campaña no sólo registró sino que potenció, con un activo debate programático. A ese fenómeno, que produjo la temporal unificación de todas las derechas hacia segunda vuelta y a su nueva aglomeración post-­‐ elección, debemos corresponder con procesos de síntesis desde los sectores más avanzados del espectro político, con perspectiva estratégica.

 

Taller político Estanislao Zuleta

Bogotá 7 de septiembre del 2018

 

BIBLIOGRAFIA
[1] Carta a “Vamos por los derechos”. Consultar en www.wilsonarias.com

[2] La economía colombiana, el desafío de la sostenibilidad fiscal. Portafolio, 23 de Mayo de 2018. Ver en: http://www.portafolio.co/economia/colombiana-­‐el-­‐desafio-­‐de-­‐la-­‐sostenibilidad-­‐fiscal-­‐ 517423. Consultado el 15 de agosto de 2018

[3] los retos económicos que deberá enfrentar el gobierno que llegue en lugar de Santos. La republica, 18 de Junio de 2018. Ver en: https://www.larepublica.co/especiales/duquepresidente/los-­‐retos-­‐economicos-­‐que-­‐debera-­‐ enfrentar-­‐el-­‐proximo-­‐gobierno-­‐2739450 Consultado el 15 de agosto de 2018

[4] La reforma pensional de Duque: más plata para Sarmiento y el Sindicato Antioqueño. Cesar Giraldo. Razón Publica, 23 de Julio de 2018. Ver en: https://razonpublica.com/index.php/politica-­‐ y-­‐gobierno-­‐temas-­‐27/11281-­‐la-­‐reforma-­‐pensional-­‐de-­‐duque-­‐m%C3%A1s-­‐plata-­‐para-­‐sarmiento-­‐y-­‐ el-­‐sindicato-­‐antioque%C3%B1o.html Consultado el 15 de agosto de 2018

[5] Dos | Preocupa a organismos internacionales la suerte de la paz en Colombia y así se lo transmiten al nuevo Gobierno. Noticias 1, portal digital. 5 de Julio de 2018. Ver en: https://canal1.com.co/noticias/uno-­‐dos-­‐tres/dos-­‐preocupa-­‐organismos-­‐internacionales-­‐la-­‐suerte-­‐ la-­‐paz-­‐colombia-­‐asi-­‐se-­‐lo-­‐transmiten-­‐al-­‐nuevo-­‐gobierno/ Consultado el 15 de agosto de 2018

[6] Ver al respecto: https://www.elespectador.com/noticias/judicial/los-­‐cables-­‐diplomaticos-­‐ desclasificados-­‐que-­‐comprometen-­‐alvaro-­‐uribe-­‐con-­‐el-­‐narcotrafico-­‐articulo-­‐790738 y https://www.semana.com/nacion/articulo/finca-­‐de-­‐uribe-­‐fue-­‐supuesta-­‐base-­‐de-­‐grupo-­‐ paramilitar-­‐segun-­‐investigacion-­‐de-­‐nsa/574716

[7] Ver en: http://www.cgn.org.co/reactivacion-­‐economica-­‐2018-­‐2022-­‐propuestas-­‐del-­‐cgn-­‐para-­‐ el-­‐presidente-­‐duque-­‐y-­‐su-­‐equipo/ recuperado el 15 de Agosto de 2018

[8] Ver en: https://www.oecd.org/eco/surveys/Overview_Colombia_ESP.pdf. Recuperado el 15 de Agosto de2018

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