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La Minga agraria conquista derechos indígenas y campesinos

Por Horacio Duque  

La Minga agraria está dando una lección de seguridad para los pactos que se consoliden con el gobierno y sus Ministros en el marco de las negociaciones de paros y huelgas.
 
La vía cierta para que los pactos con el Estado tengan seguridad política, y hasta juridica, es la presencia de las masas en las calles y vías públicas. Es la movilización y acción de millones. Lo demás es flor de un día.
 
Hay que aprender de los recientes acontecimientos promovidos por la Minga para saber cómo debemos exigir el cumplimiento, implementación y efectividad del tratado de paz.

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Por Horacio Duque  

La Minga agraria está dando una lección de seguridad para los pactos que se consoliden con el gobierno y sus Ministros en el marco de las negociaciones de paros y huelgas.
 
La vía cierta para que los pactos con el Estado tengan seguridad política, y hasta juridica, es la presencia de las masas en las calles y vías públicas. Es la movilización y acción de millones. Lo demás es flor de un día.
 
Hay que aprender de los recientes acontecimientos promovidos por la Minga para saber cómo debemos exigir el cumplimiento, implementación y efectividad del tratado de paz.

El clima de la coyuntura social nacional propiciado por los procesos de paz en curso, está significando un giro colosal e inédito en el campo político colombiano.
 
Los protagonistas centrales de la historicidad contemporánea no son las viejas maquinarias electoreras (liberal y conservadoras, con los disfraces de reciente factura: U, CD, etc.) de la oligarquía terrateniente, empresarial, banquera y burocrático-militar.
 
Los sujetos centrales de la construcción histórica son los movimientos sociales y populares con sus múltiples repertorios de protesta y acción colectiva.
 
En el haber de los diálogos de paz está un consenso sobre la crucial problemática agraria, foco genético del conflicto armado.
 
Si existe una problemática estructural detonante de la guerra, ese es el de la tierra y su concentración en manos de una poderosa oligarquía agraria y ganadera cebada en la violencia contrainsurgente.
 
Los acuerdos de paz de La Mesa de diálogos de La Habana sobre la Reforma Rural Integral contemplan la creación de un Fondo de tierras, la actualización del catastro rural, la formalización de la propiedad, la transformación de las vías terciarias y la actualización de las infraestructuras de comunicación, las acciones sociales en educación, salud y seguridad social, la seguridad alimentaria, el cooperativismo agrario y la formalización laboral de millones de trabajadores.
 
Casi 14 millones de personas que residen en los espacios rurales, entre campesinos, indígenas y afro descendientes, están urgidos que todos estos puntos se hagan realidad para atacar la pobreza, la miseria y el abandono.
 
Son problemas que requieren la acción inmediata del Estado y sus diferentes entidades.
 
Es lo que explica la resistencia y movilización rebelde de los días recientes en más de 90 puntos de la geografía nacional, especialmente en el Cauca, Valle, Eje Cafetero, Bajo Cauca antioqueño, Córdoba, Cesar y Chocó.
 
La potencia de la multitud se ha hecho sentir, por encima de la violencia gubernamental, ejecutada con el Esmad y los grupos paramilitares/Gao, obligando a la inoperante burocracia del Ministerio de Agricultura a darle prioridad a los pliegos que exigen el cumplimiento de acuerdos anteriores y a la entrega de tierras, subsidios y apoyos a las economías comunitarias que le dan soporte a la supervivencia de millones de ciudadanos. ¿Qué sería de Colombia sin la producción de los campesinos e indígenas y afros?
 
Aunque el gobierno y sus delegados en Cali acuden a múltiples argucias y dilaciones para desmontar el paro y desconocer las reivindicaciones prioritarias de la Minga agraria, la presión social concentrada en el Resguardo de Munchique, Norte del Cauca,  propicia la continuidad de los espacios de negociación para alcanzar una definición sustancial en la Cumbre a realizarse el 22 de junio en la Casa de Nariño con el presidente Juan Manuel Santos.
 
Hay que acompañar esta poderosa corriente popular y activar nuevos frentes del movimiento social, que se manifiesta en el rechazo a la venta neoliberal de la ETB en Bogotá por Peñalosa, en el rechazo masivo a la mega minería en Armenia, Ibagué y Caquetá; en las huelgas del Carbón; en los paros de 400 mil maestros; y en las movilizaciones universitarias de Bogotá.
 
Nota. En el Quindío crece un poderoso núcleo de ciudadanos por la paz. Con el liderazgo de Carlos Barreto, Cesar Zapata, Cesar Carvajal, John Jairo Mises, Arely Arias, Libardo García, Carlos Alberto Cifuentes y otros compañeros se está publicando el periódico Enlaces de paz; se proyecta una cumbre campesina, indígena y afro de los municipios cordilleranos y las juntas comunales rurales, con epicentro en Génova, para estructurar el Pliego por la Reforma Agraria Integral y las rutas de la resistencia agraria. De igual manera se proyectan consultas populares en la Universidad del Quindío y en los colegios de bachillerato para que los estudiantes se pronuncien sobre la mega minería depredadora del agua, los páramos y ecosistemas estratégicos.
 
El lunes 13 de junio en el salón de Conferencias de la Alcaldía de Armenia, a partir de las 3 de la tarde, haremos un evento de pedagogía política de paz.
 
En la vereda Alaska, de Buga, se ha realizado una importante actividad de pedagogía de la paz, con cerca de 200 líderes agrarios y comunales. Ocurrió el 2 de junio. Están en proceso nuevos eventos en Tuluá, Caicedonia, Florida y sur del Valle en coincidencia con las Alcaldías municipales y como parte de los nuevos planes de desarrollo aprobados recientemente.
 
Iremos al Consejo de Paz del departamento del Quindío presidido por el gobernador Osorio y en compañía de Libardo García, quien preside la Fundación por los derechos humanos Demetrio Prieto.

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