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Columnistas

Noches de violencia

Por Fander Falconí  

Elena Poniatowska, escritora, periodista y activista política, tiene publicado un libro famoso: La noche de Tlatelolco, en el que recoge testimonios de los hechos de violencia desatada desde el mismo Estado mexicano (la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968), en la que fueron asesinados más de 300 estudiantes.

Cuarenta y seis años después, la matanza a los estudiantes ocurrida en el Estado de Guerrero devela a un país carcomido por el narcotráfico, la violencia, la corrupción y la impunidad.

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Por Fander Falconí  

Elena Poniatowska, escritora, periodista y activista política, tiene publicado un libro famoso: La noche de Tlatelolco, en el que recoge testimonios de los hechos de violencia desatada desde el mismo Estado mexicano (la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968), en la que fueron asesinados más de 300 estudiantes.

Cuarenta y seis años después, la matanza a los estudiantes ocurrida en el Estado de Guerrero devela a un país carcomido por el narcotráfico, la violencia, la corrupción y la impunidad.

El 26 de septiembre, 43 estudiantes desaparecieron de la ciudad de Iguala. De acuerdo al Procurador General de México, los jóvenes fueron detenidos por la Policía municipal de Iguala y Cocula, que los entregaron a sicarios de la organización criminal narcotraficante ‘Guerreros Unidos’. En la oscuridad de la noche, fueron masacrados y asesinados.

México es el ejemplo más claro de la vitrina neoliberal, que fue estrenada en forma oficial durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, entre 1988 y 1994.

La adopción de la fórmula mágica del neoliberalismo tuvo claros impactos en la economía y la sociedad mexicanas. El movimiento zapatista irrumpió en la escena política, mediante una acción militar, en 1994, cuando entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), formado por México, Canadá y Estados Unidos.

Lo sucedido en México en la década del noventa fue la respuesta social más radical y contundente al neoliberalismo, justo en el momento de la inauguración del TLCAN.

La sociedad mexicana −luego de la adopción del neoliberalismo como modelo de desarrollo, y de otros factores sociales y políticos concomitantes− fue adquiriendo un mayor nivel de complejidad. Se produjo una escalada de manifestaciones de corrupción en las altas esferas del Estado y de violencia en la sociedad.

Esta situación configuró el escenario apropiado para el aparecimiento del crimen organizado y los poderosos carteles del narcotráfico, con todo su efecto devastador en la colectividad mexicana. Así, fueron modificándose muchos ámbitos de la vida del país limítrofe con los Estados Unidos de Norteamérica, el principal consumidor de drogas del mundo (y lo que es peor: con una prevalencia de uso creciente, según el Informe Mundial sobre las Drogas 2014 de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito).

En los hechos sucedidos en el estado de Guerrero, lo que preocupa es el nivel de impunidad que está presente en México (como fue en el 68) y que ahora, con la matanza de los estudiantes, parece corroborarse.

Pero lo que es un elemento que irrita es la falta de decisión del Gobierno mexicano para intervenir en este caso con el rigor y la urgencia que este hecho ha exigido. Las relaciones que parecen existir con esta suerte de narcoparamilitarismo con sectores de la política y el Gobierno, hacen de este escenario algo impredecible, incluso en términos de tiempo de duración, porque la corrupción, los niveles de violencia alcanzados, la impunidad y la complejidad misma de la sociedad mexicana, son factores que determinarán el ritmo para salir de la crisis actual de los derechos humanos.

El Telégrafo, Ecuador.

 

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