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Oro negro y cuello blanco

Por Fander Falconí  

Petróleo es la palabra clave en la geopolítica actual. El derrumbe de sus precios es una muestra de ello. Cuando el petróleo mantenía todavía precios altos, alrededor de 100 dólares por barril en julio de 2014, las petroleras aparecieron con un nuevo invento: el llamado petróleo de esquisto, por fracturación o ‘shale oil’, aplicando procesos invasivos contra las rocas sedimentarias y extrayendo de ellas la materia prima, con altos impactos ambientales.

Con ese procedimiento empezaron a bajar los precios del petróleo convencional. El problema para las petroleras es que los precios bajaron tanto que ahora el ‘shale oil’ ya no resulta muy rentable.

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Por Fander Falconí  

Petróleo es la palabra clave en la geopolítica actual. El derrumbe de sus precios es una muestra de ello. Cuando el petróleo mantenía todavía precios altos, alrededor de 100 dólares por barril en julio de 2014, las petroleras aparecieron con un nuevo invento: el llamado petróleo de esquisto, por fracturación o ‘shale oil’, aplicando procesos invasivos contra las rocas sedimentarias y extrayendo de ellas la materia prima, con altos impactos ambientales.

Con ese procedimiento empezaron a bajar los precios del petróleo convencional. El problema para las petroleras es que los precios bajaron tanto que ahora el ‘shale oil’ ya no resulta muy rentable.

Pero no fue este procedimiento el único causante de la caída de los precios. La demanda también bajó debido a la desaceleración económica de China. Hubo especulación y campañas de pánico para que bajaran los precios.

La caída de los precios del petróleo se venía gestando, desde que estos estaban en su apogeo, cerca de los 150 por barril. Después de la crisis del capitalismo en 2008, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lanzó una regulación contra la especulación en los futuros de ‘commodities’. ¿La razón? En los cinco años anteriores a la crisis, la inversión en estos había crecido de $ 13.000 millones a $ 260.000 millones, incremento mayor que el crecimiento de la demanda china de petróleo.

Cuando Rusia apoyó a los rebeldes de Ucrania, la Unión Europea quiso defender a su nuevo aliado, Ucrania. Pero Europa depende del petróleo ruso y no tiene fuerza para presionar. Estados Unidos estaba ya interviniendo en Siria, aliado ruso, también apoyando a los rebeldes. Así se ganaron el apoyo de Arabia Saudita, estado teocrático y tradicional enemigo de los estados laicos en Oriente Medio y los sauditas aumentaron las ventas de crudo para golpear a Rusia y así ayudar a la Unión Europea (no hay que olvidar la reciente visita del canciller estadounidense John Kerry al rey saudita). En charlas informales ya se habla de ‘Eurabia’.

Hasta la reconciliación entre Washington y Teherán ha contribuido a bajar los precios del crudo. Pero uno de los culpables por omisión resultó el cartel que debía defender los precios altos para beneficio de los países extractores: la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

Siempre que se han dado estas crisis, los grandes extractores de petróleo recortaban la oferta y hacían subir los precios. Pero esta vez ocurrió lo inesperado: Arabia Saudita abrió el grifo en lugar de cerrarlo.

La OPEP ya no cumpliría su función como cartel si uno de sus principales miembros ahora da ejemplo de individualismo. Hace falta un cartel de las materias primas para los países del Sur, aunque se opongan los países que se benefician de los precios bajos de estos bienes.

Y, quién sabe, haría falta un cartel del agua en las próximas décadas. Porque un cartel de la tecnología ya existe, aunque no tenga un nombre formal. Y ese cartel no es de países, sino de corporaciones. Pero el asunto de fondo es saber si esta reducción de precios favorece al planeta… y la respuesta es un rotundo NO. No solo porque ciertos programas sociales en nuestros países dependen del precio del petróleo. Una razón importante es que un precio bajo desestimula la búsqueda de energía renovable, es más, la encarece. Geopolítica aceitosa.

@fanderfalconi

El Telégrafo, Ecuador.

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