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¿Por qué Francia?

Por Diego Otero Prada   

Todos nos preguntamos por qué Francia es objeto de ataques terroristas y me imagino que los franceses se están haciendo esta pregunta. 

La respuesta fácil es decir que es la lucha entre unos malvados enemigos de los valores occidentales representados por Francia. Si aceptamos esta interpretación fácil caemos en las teorías del choque de las civilizaciones y no llegaremos a ningún lado y, por lo tanto, no hay forma de lograr una solución a la guerra que se lleva a cabo en muchas partes del globo. 

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Por Diego Otero Prada   

Todos nos preguntamos por qué Francia es objeto de ataques terroristas y me imagino que los franceses se están haciendo esta pregunta. 

La respuesta fácil es decir que es la lucha entre unos malvados enemigos de los valores occidentales representados por Francia. Si aceptamos esta interpretación fácil caemos en las teorías del choque de las civilizaciones y no llegaremos a ningún lado y, por lo tanto, no hay forma de lograr una solución a la guerra que se lleva a cabo en muchas partes del globo. 

La situación es bastante compleja porque entran en juego varios factores. Pero hay una causa primera que es la ambición de las potencias del centro de apoderarse de los recursos de los países del Medio Oriente y de África.

El asunto se remonta a la intervención de Estados Unidos y Arabia Saudita para derrotar a la Unión Soviética en Afganistán con las consecuencias que ya sabemos: se creó el monstruo de Al Quaeda y se le dio alientos a los fundamentalistas islámicos.

Pero la verdadera tragedia vino con la invasión a Irak y el derrocamiento de Saddam Hussein bajo la excusa de las mentiras de que poseía armas de destrucción masiva. Lo que siguió fue realmente espantoso. Destruyeron toda la institucionalidad de Irak, disolvieron el ejército y la policía, enviando a la miseria a miles de miles de personas calificadas. Hoy, muchos de esos expertos militares, generales, capitanes y soldados, son los que componen el Estado Islámico. Tienen experiencia y armas.

Y  luego siguió el desastre de Libia, en esta ocasión el factor decisivo fue Francia que quería apoderarse de  las riquezas petroleras del país. Destruyeron un país que hoy está dominado por fundamentalistas islámicos, acabado, caótico. Muchas de las armas que poseía Gadafi  han engrosado las filas del Estado Islámico, de Al Quaeda y de otros grupos extremistas. 

Y luego viene  la locura de Siria, el deseo de los mismos países del centro de derrocar a Assad para apoderarse de las riquezas del país, para lo cual armaron a opositores que hoy forman parte del Estado Islámico y  otros grupos similares.

Y está también Yemen, centro de  lucha entre suníes y chiitas, con la intervención de las monarquías feudales apoyadas por Estados Unidos, que se ha vuelto otro polvorín.

Y  podría seguir con otros casos, como Nigeria, Malí, Somalia, Paquistán, la lucha de Ergodan de  Turquía contra los kurdos y el apoyo tácito al Estado Islámico.

Las potencias del centro han convertido al Medio Oriente en un caos. Les conviene dividir para reinar. E igual ocurre con otro actor importante como es  Israel.

Todos han jugado con fuego, se han equivocado tremendamente, y ahí están las consecuencias.

Y en este caos, Francia es hoy el que más sufre. Pero ha cometido varios errores. Su intervención en Libia es de lo más irresponsable. Fue reacio a apoyar el acuerdo nuclear de Irán con las potencias occidentales. Ha intervenido desde el comienzo en Siria apoyando a grupos extremistas y ha estado obsesionada con derrocar a Assad. Mientras los demás países han  llegado a  la conclusión que hay que negociar con el jefe sirio porque sin él no hay solución, es el único país junto con las monarquías feudales que sigue insistiendo en igualar a Assad con el Estado Islámico. Internamente Francia tiene una población musulmana de casi seis millones de personas, muchos viviendo en condiciones precarias en barrios marginales, tratados mal. Es Francia hoy un país que está firmemente aliado con Israel, en contra de la tradición política francesa de mayor objetividad de los tiempos de Charles de Gaulle y de Chirac.

Infortunadamente, en Francia el establecimiento está con la política extranjera colonialista de Francia y anti rusa del actual gobierno seudo socialista de Francois Hollande. Mientras no se den cuenta de los errores que están cometiendo y cambien de actitud, Francia seguirá siendo objetivo de los terroristas islámicos.

Lo que está ocurriendo en Francia es muy grave. En  lugar de actuar  con cabeza fría, la política va ser de represión, de más medidas de seguridad y de  persecución a los musulmanes y extranjeros. La carrera es ver quién es más duro, si los seudo socialistas, la de derecha de Sarkozy o la de Marine Le Pen. Ya lo dijo el  alcalde de Oslo, Noruega, después de los asesinatos de socialistas por un loco racista y de extrema derecha. Esto no se resuelve con  represión sino con democracia. Pero lo que se observa es un sentimiento securitario estilo George Bush Jr. en la patria de la libertad, la igualdad y  la fraternidad. En un país que en el pasado ha sido ejemplo  de independencia, de recibir refugiados políticos, de anti racismo, de convivencia de musulmanes, judíos y católicos, de rebeldía. Hoy eso es pasado y lo más grave bajo un gobierno supuestamente de izquierda. Que lo haga la derecha pase, pero un partido de izquierda?

Es la crisis de Europa, de la socialdemocracia, del dominio del sector financiero, de la imposición anti democrática de ajustes neoliberales por instituciones autoritarias, del crecimiento de los partidos de extrema derecha, del incremento de las desigualdades, del retroceso del estado de bienestar, de la vuelta del dominio de la imperial Alemania.

Pobre Francia y París. Cómo lo sentimos y sufrimos. Estamos con su gente, con su dolor, con jóvenes inocentes que nada tienen  que ver por los errores de sus gobernantes. Estamos a su lado, pero el mejor favor que podemos hacer es luchar porque sus élites cambien de las políticas equivocadas que están ejecutando. Como dijo el alcalde de Oslo, lo repito, la solución es más y más democracia.

Pero también estamos con las víctimas de Siria, con las de Libia, Irak, Afganistán, Nigeria, Somalia, Turquía, Paquistán, Yemen, Malí y  de tantos otros países. No hay muertes de primera, segunda o  tercera categoría. Todas son iguales y por ellas también sentimos dolor, no solo por las muertes de los países del centro.

 

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