Columnistas
Una victoria parcial
Por Juan Diego García
El triunfo contundente del “NO” (OXI) en el referendo del pasado domingo en Grecia constituye un acontecimiento de enorme trascendencia como se puede constatar por las reacciones producidas a nivel mundial.
En Grecia misma el abultado apoyo popular al gobierno de Syriza se consolida con la reunión que ayer mismo el ejecutivo de Atenas ha sostenido con los partidos de la oposición y que arroja un nuevo espaldarazo a Tsipras por parte del espectro político, a excepción y por motivos diametralmente diferentes del neonazi Amanecer Dorado y del Partido Comunista.
Por Juan Diego García
El triunfo contundente del “NO” (OXI) en el referendo del pasado domingo en Grecia constituye un acontecimiento de enorme trascendencia como se puede constatar por las reacciones producidas a nivel mundial.
En Grecia misma el abultado apoyo popular al gobierno de Syriza se consolida con la reunión que ayer mismo el ejecutivo de Atenas ha sostenido con los partidos de la oposición y que arroja un nuevo espaldarazo a Tsipras por parte del espectro político, a excepción y por motivos diametralmente diferentes del neonazi Amanecer Dorado y del Partido Comunista.
A la negociación con la Troika, que ya está en marcha, el gobierno griego asiste reforzado. La Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI – que esperaban la derrota del “NO” e hicieron todo lo que estuvo en su mano para conseguirlo- están ahora colocados ante alternativas que suponen o ceder a Grecia (que era lo que no querían) o precipitar su salida no solo de la zona euro sino de la UE misma con las enormes consecuencias que eso conlleva.
La derecha europea, tan bien representada por las autoridades comunitarias, tiene ahora que avenirse a alguna fórmula de arreglo del pago de la deuda griega, seguramente lejos de su deseo inicial de imponer a Atenas la subida del IVA, nuevas privatizaciones, mayores reducciones en las pensiones y no afectar fiscalmente a las grandes fortunas. O sea, que todo el sacrificio fuera para los sectores populares. Una nueva negociación supone de hecho que Bruselas acepta el ejercicio de la soberanía nacional (reservado hasta ahora sobre todo a Alemania y Francia) como un elemento clave en la construcción europea, lejos de las imposiciones y las amenazas de los banqueros. Grecia, por su parte tendrá que aceptar alguna fórmula dulcificada de restricciones para mantener en lo fundamental el programa electoral que llevó a Syriza al gobierno y que las urnas han refrendado con un margen aún mayor este domingo. Del arreglo formaría parte una “quita” de la deuda y un nuevo plan de pagos con períodos mayores.
Este sería el panorama si las conversaciones discurren de manera positiva y se llega a un acuerdo. Sería una victoria no solo para Grecia sino para el resto de los países de la Unión que también han sido objeto de la estrategia de “recortes” mediante la disminución drástica de la parte de la renta nacional que corresponde a las clases laboriosas y el abusivo incremento de la parte que termina en manos del capital. En efecto, el modelo neoliberal en curso deteriora drásticamente los salarios y las condiciones de trabajo y desmonta paulatinamente el Estado del Bienestar, el modelo europeo de capitalismo. La victoria popular de los griegos constituye un avance para todos los trabajadores del continente (también y de manera particular para los mismos alemanes, víctimas igualmente del modelo neoliberal) precisamente en la perspectiva de construir una Europa social y no la de mercaderes, especuladores y banqueros que ahora predomina. Europa sí, pero de otra manera. Sería un camino largo y no exento de obstáculos, pero los griegos han indicado la ruta ganando la primera gran batalla de una guerra que será seguramente prolongada.
Si el arreglo no se alcanza y se imponen los grupos más duros del capital (de Alemania, pero igualmente del resto del continente), a Grecia le esperan días llenos de dificultades. Probablemente tendrá que abandonar el euro y emitir su propia moneda con los inconvenientes temporales que esto supone. Pero de esta manera podrá a mediano plazo ganar mucha soberanía, la misma que se pierde hoy cuando la gestión monetaria no se realiza de forma democrática, es decir, en función de los intereses mayoritarios de la población europea sino en interés de rentistas, banqueros y especuladores.
Si esta estrategia resulta exitosa, Grecia estaría mostrando que hay vida fuera del euro y obligaría a una revisión radical del funcionamiento monetario en el continente, empezando por diseñar sobre nuevas bases al Banco Central (sobre todo para que funcione como tal, como un banco central al servicio de los gobiernos y no como el cónclave siniestro de bancos privados que es hoy en día). Tampoco debería excluirse la misma salida de Grecia de la UE o al menos su permanencia formal pero en desarrollo de nuevas dinámicas que fortalezcan un modelo nuevo. Si la UE no presta dinero a Grecia ésta lo puede conseguir en China (muy gustosa en hacerlo si puede con ello incrementar su presencia en el Viejo Continente); Rusia ya le vende gas y petróleo a precio de amigo (no extraña que ayer mismo Tsipras haya llamado también a Putin y no solo a los jerarcas de la Unión). Tampoco debe sorprender la preocupación de Obama y su llamado a la búsqueda de una salida honrosa para todas las partes. Él sabe del papel clave de Grecia en la OTAN para toda la región; él no ignora la proximidad de Rusia y está informado del inmenso arsenal de que dispone el ejército griego (absolutamente desmesurado y una de las causas de la enorme deuda del país).
Aunque un país pequeño y de economía modesta, Grecia no deja de tener muchas cartas a su favor. Si la Troika procede con torpeza y con la soberbia que ha tenido hasta hoy y termina por arrinconar al gobierno griego seguramente que de forma inmediata empeoraría la situación de la población; pero ya se sabe, los sentimientos nacionalistas, el orgullo herido y la dignidad ofendida pueden producir los mayores sacrificios y hasta generar muestras extremas de heroicidad (¡que le pregunten a los cubanos!).
Se ha ganado una batalla pero la guerra sigue su curso y nuevas y más dramáticas confrontaciones se vislumbran en el horizonte. La batalla exitosa de este domingo en Grecia puede reproducirse en otras latitudes del Viejo Continente; el golpe que por ahora se ha dado al modelo neoliberal de capitalismo puede igualmente provocar dinámicas que fortalezcan los deseos de quienes no solo buscan superar este modelo sino el sistema mismo mediante un cambio de civilización para el cual se dan tantas condiciones (objetivas, sobre todo; pues las subjetivas están lejos de ser suficientes). La derrota de la Troika este fin de semana constituye un rechazo frontal a la manera como se adelanta hoy el proyecto de unidad europeo. Y en el peor de los escenarios, si la Troika persiste en su empeño, hasta la misma idea de la UE estaría en riego, esta vez a manos de la extrema derecha del nuevo fascismo que con tanta energía crece por doquier en Europa (y en el mundo).