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Cali muere de sed

Por Horacio Duque  

Por estos días regresé a Cali, la capital del departamento del Valle del Cauca, la tercera ciudad de Colombia. Calor infernal. Brisa refrescante. Barrios históricos. Miraflores, San Fernando, Alameda.

Son más de 3 millones de seres humanos. Bondad, amor y hospitalidad de sus habitantes. Afros con amplia presencia en el espacio público. Una sociedad viva y en movimiento. Un acontecimiento urbano.

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Por Horacio Duque  

Por estos días regresé a Cali, la capital del departamento del Valle del Cauca, la tercera ciudad de Colombia. Calor infernal. Brisa refrescante. Barrios históricos. Miraflores, San Fernando, Alameda.

Son más de 3 millones de seres humanos. Bondad, amor y hospitalidad de sus habitantes. Afros con amplia presencia en el espacio público. Una sociedad viva y en movimiento. Un acontecimiento urbano.

Es verano, intenso y agobiante, y la ciudad siente los rigores de la falta del precioso líquido. Escasea el agua. En las tardes, los barrios del casco central  se quedan sin agua. Así no más. Sin explicaciones y sin poder decir mayor cosa. No hay una reacción colectiva frente a tan descomunal daño. Pocos se preguntan qué pasa, cuales los problemas de este daño generalizado.

Me valgo de las opiniones de un conocedor de la ciudad, del columnista Emilio de Sardi, quien publica sus opiniones en el diario El País de la ciudad.

Recojo sus notas, es una reflexión inicial que debe dar luz a estudios mas amplios, colectivos, comunales sobre los problemas del agua en Cali.

Veamos sus apreciaciones.

“Este verano ha desnudado una vez más las graves fallas de los responsables de proveer el agua de Cali, y tanto Emcali como los gobiernos municipales de los últimos lustros presentan un balance desastroso en este frente. Ni las más elementales medidas de urgencia han sido tomadas oportunamente, ni existe un plan serio para resolver el problema del abastecimiento del agua a largo plazo.

“Los resultados de lo que va corrido del siglo son deprimentes. Para empezar, el porcentaje de fugas prácticamente se ha doblado en quince años, sin que haya una política seria para reducirlo a niveles aceptables. Adicionalmente, medidas tomadas hace mucho tiempo para enfrentar contingencias no han sido implementadas adecuadamente. Hace más de quince años se construyó un tanque en La Campiña, al norte de Cali, para unir la red baja del acueducto con la red alta, de forma que cuando no hubiera suficiente producción en la planta del río Cali, la red alta pudiera ser atendida por las plantas del río Cauca. Los recientes racionamientos en el casco antiguo de la ciudad son fruto de no operar adecuadamente ese tanque. Como tampoco se han puesto en operación los pozos perforados hace también más de quince años en el distrito de Aguablanca, capaces de atender más de 500 mil personas cuando las plantas del río Cauca deban parar por turbiedad del río.

“Lo más grave es que no hay un plan racional para abastecer la ciudad de agua en el largo plazo. Las soluciones que de tiempo en tiempo plantean tienen en común que todas son insuficientes, inadecuadas y antieconómicas. Así, plantear como ‘solución de largo plazo’ el desplazamiento de la bocatoma a Salvajina, cuando se trata del mismo río, no es sino una excusa para otorgar contratos. A Santa Marta van a llevar el agua del río Magdalena, en un recorrido de 60 kilómetros que incluye 40 kilómetros de tubería submarina, pero le están llevando agua nueva, de otra cuenca.

“O la idea del Cinara de extraer 10 metros cúbicos de agua por segundo de las “galerías filtrantes”, es decir de nuevos pozos en Aguablanca, con el consiguiente riesgo para la estabilidad del jarillón del Cauca, cuando ni siquiera han podido potabilizar los 600 litros por segundo de los de hace quince años, es por lo menos utópica. Y el cuento de que con una represa en Pichindé van a multiplicar por cuatro el agua que el río Cali va a suministrarle a la ciudad no se lo cree ni el que lo inventó. No. Ninguna de esas propuestas es seria, aunque con seguridad sí producirán jugosos contratos.

“En esta cuenca, las únicas propuestas que podrían tener una justificación económica son las que se han esbozado para el río Timba, una de las llamadas ‘fuentes del sur’. Pero la solución real, definitiva, de largo plazo, es el trasvase de aguas de la vertiente del Pacífico, al otro lado de los Farallones, por donde fluyen numerosos ríos de excelente y muy firme caudal. No se sabe si es para reír o llorar que mientras en Cali se busca ignorar esta solución, la más obvia y lógica de todas, la minería ilegal ya la ha utilizado y, a través de un túnel perforado en la cordillera, ya está trasvasando casi un metro cúbico por segundo. Sólo que al revés: del río Cali al Pacífico. Pareciera que cuentan con mejores ingenieros que los que tenemos y que debieran venir a asesorar a los candidatos a la Alcaldía, a ver si alguno propone la solución sensata de este problema” (http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/emilio-sardi/agua-para-cali).

Esclarecedora nota de Emilo Sardi. Gracias.

Agua para Cali, es la demanda de todos. A movernos y a elevar nuestras peticiones ante quien sea. No hay que callar ni cruzarse de brazos. La más mínima tarea importa.

 

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