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El viacrucis económico que se viene

Por José Roberto Acosta  

“No se puede tapar la realidad con un dedo, hay una situación difícil y lo que viene no es fácil”, sentenció el doctor Luis Carlos Sarmiento Angulo en la última asamblea de accionistas del Grupo Aval, cuya junta directiva preside, certificando el cierre de la más larga y próspera etapa de crecimiento económico de nuestra historia y el inicio de un nuevo capítulo de contracción.

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Por José Roberto Acosta  

“No se puede tapar la realidad con un dedo, hay una situación difícil y lo que viene no es fácil”, sentenció el doctor Luis Carlos Sarmiento Angulo en la última asamblea de accionistas del Grupo Aval, cuya junta directiva preside, certificando el cierre de la más larga y próspera etapa de crecimiento económico de nuestra historia y el inicio de un nuevo capítulo de contracción.

Comparando los años 2000 y 2014, según el DANE, la cantidad de bienes y servicios producidos anualmente en Colombia es casi el doble, el ingreso por habitante es 58% más alto en términos reales y los colombianos catalogados dentro de la llamada pobreza monetaria pasaron de ser la mitad de la población a 28,4%. Sin embargo, en materia de distribución nada se avanzó, pues el coeficiente de Gini que la mide sigue en un escandaloso 0,538, el quinto peor del planeta, recordándonos que no es la pobreza el problema sino la inequidad.

En materia de comercio exterior sufrimos el más grande hueco de nuestra historia entre lo que vendemos al mundo y lo que le compramos, el cual ascendió en 2014 a US$6.293 millones, equivalente a casi el 6% de todo lo que producimos en un solo año, siendo con China (US$5.397 millones), México (US$ 4.176 millones) y EE.UU. (US$3.303 millones) con quienes más crece esta insostenible deuda y con quienes, a pesar de la bienvenida subida del dólar, no se vislumbra cambio de tendencia, en un ambiente de guerra cambiaria internacional en la que todos buscan abrir mercados con monedas devaluadas, lo cual significa para EE.UU. el fin de su locomotora cambiaria y monetaria, que jalonó su exigua recuperación económica.

En materia fiscal ya hemos anticipado un hueco adicional superior a los $15 billones por la sola caída de las rentas petroleras, que no será cubierto con las últimas reformas tributarias, que castigaron al trabajador en beneficio de las rentas empresariales, al tiempo que un Gobierno derrochón gasta sin miramientos y hasta propone disparar la contratación pública para aceitar las próximas elecciones regionales.

Se viene un apretón de los hogares, cuyo aporte al valor agregado de la economía ya se redujo del 41,2% en 2000 a 35% en 2014, por cuenta no sólo de las cargas tributarias adicionales, sino también de menores entradas de capital externo e inversión privada, presionando a que los ya elevados precios de la finca raíz empiecen su declive y mermen aún más esa pasajera sensación de riqueza que nos acompañó al inicio del siglo XXI.

Aunque tenemos un sector financiero aún sólido y un Banco de la República con alta credibilidad, el modelo de clientelismo asistencial totalmente desfinanciado fiscalmente compromete el futuro inmediato de cada uno de los colombianos, así el Gobierno quiera tapar su irresponsabilidad con frívolos premios internacionales o espaldarazos de la OCDE o el FMI, mientras busca tapar los huecos con un dedo o con la inconveniente, ilegal y soterrada venta de Isagén. Increíble, pero desde que por votación escogieron a Barrabás, el pueblo sigue eligiendo a los malos.

El Espectador, Bogotá.

 

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