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La paz en Bogotá

Por Horacio Duque  

Algunos consideran que el tema de la paz no tiene mucha injerencia en el proceso electoral local y regional para escoger alcaldes y gobernadores, el próximo 25 de octubre. Sugieren una mayor preponderancia de otros temas como la seguridad, el desempleo, la movilidad, la falta de agua y el ambiente.

La paz, según tal enfoque, es lejana a las preocupaciones cotidianas e inmediatas de los ciudadanos y las familias.

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Por Horacio Duque  

Algunos consideran que el tema de la paz no tiene mucha injerencia en el proceso electoral local y regional para escoger alcaldes y gobernadores, el próximo 25 de octubre. Sugieren una mayor preponderancia de otros temas como la seguridad, el desempleo, la movilidad, la falta de agua y el ambiente.

La paz, según tal enfoque, es lejana a las preocupaciones cotidianas e inmediatas de los ciudadanos y las familias.

Pero, dada la trascendencia del asunto, cuando se tramitan unos diálogos para poner fin al mas prolongado conflicto armado de la historia nacional, es bastante complicado sustraer dicha materia de los debates públicos y las decisiones colectivas respecto de la escogencia de las autoridades municipales y departamentales. Máxime cuando hay actores políticos jugados a fondo en su empeño por obstruir cualquier avance hacia la paz en la sociedad y el Estado. El uribismo y el Centro Democrático han establecido como prioridad de sus discursos y programas el ataque a La Mesa de conversaciones de La Habana y los resultados concretos de sus avances. Le juegan al fracaso.

Bogota, la capital del Estado y la mayor concentracion ciudadana de la nación, no es ajena a los acuerdos de la paz. Cada avance, cada logro, cada consenso es objeto de la reflexión colectiva en los diversos escenarios del espacio público democrático. En universidades, en colegios, en fabricas, en corporaciones publicas, en las iglesias, en las juntas comunales y otras esferas del encuentro ciudadano, los habitantes de la ciudad registran y valoran cada progreso de la paz y su trascendencia para el desarrollo de la misma.

En esos términos la paz es una referencia de mucha trascendencia en el planteamiento de los candidatos a ocupar el cargo de Alcalde de Bogota.

No se puede pretender gobernar la ciudad omitiendo los postulados de la paz con justicia social y democracia ampliada.

Enrique Peñalosa, el abanderado del neoliberalismo y el cemento, obstruira con su plataforma oligárquica la paz, pues su cometido apunta a precipitar las privatizaciones de las principales empresas distritales, a regresar los privielgios de los grandes contratistas, a posicionar los gamonales de la politiquería clientelar, impedir la construccion de la primera etapa del Metro y afectar el derecho a la movilidad y otras garantias de millones de personas. Las coincidencias y cercania de Peñalosa con Uribe Vélez lo convierten en un franco enemigo de los acuerdos con las Farc

Pacho Santos tambien es un desastre dado su virulento discurso de fanatico ultraderechista que lo tiene anclado en el pantano de la guerra, la violencia y la parapolitica.

Rafael Pardo es un político ambiguo al que en el asunto de la paz se debe interpretar por sus actos concretos como la toma de Casa Verde, su complicidad en el exterminio de la UP y la guerra sucia contra los movimientos sociales siendo Ministro de la Defensa. Es un politiquero con varios rostros. Uribista, gavirista, pastranista, santista y neoliberal momificado.

Quien sobresale por sus compromiso con la paz es Clara López, la candidata del Polo Democrático y de una amplia coalicion de fuerzas democráticas y alternativas. Clara y su programa son una apuesta por la paz, la justicia y la democracia ampliada para la Capital. Son un compromiso con los derechos sociales y el desarrollo de la ciudad sin exclusiones ni privilegios para las viejas camarillas oligárquicas que se mueven alrededor del señor Peñalosa y de sus grandes patrocinadores como Uribe Vélez y Vargas Lleras.

Es cierto que los altos poderes financieros, politicos, mediaticos y del contratismo nos quieren imponer a Peñalosa a rajatabla, pero por toda la ciudad crece la fuerza de la unidad popular y de izquierda para hacer de la capital el mas fertil campo de la reconciliacion y concordia.

La paz necesita a una Bogotá progresista y humana. La paz es incompatible con la fantasia neoliberal del candidato Enrique Peñalosa y sus faraonicos embelecos.

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