Columnistas
Medellín: El modelo de ciudad colapsó
Por Víctor Correa Vélez
“Quizás, mientras esperas el metro atiborrado o en medio del tráfico que no avanza, tengas tiempo de leerlo”.
En estos momentos nuestra ciudad, la de la eterna primavera, la capital de la montaña, aquella que queremos, de la que no queremos irnos, para la que sobran hermosos calificativos por parte de aquellos que la habitamos, esconde también visiones retardatarias, excluyentes, inconsultas, que me hacen dudar del compromiso con lo público que tienen quienes ocupan nuestras instituciones.
Por Víctor Correa Vélez
“Quizás, mientras esperas el metro atiborrado o en medio del tráfico que no avanza, tengas tiempo de leerlo”.
En estos momentos nuestra ciudad, la de la eterna primavera, la capital de la montaña, aquella que queremos, de la que no queremos irnos, para la que sobran hermosos calificativos por parte de aquellos que la habitamos, esconde también visiones retardatarias, excluyentes, inconsultas, que me hacen dudar del compromiso con lo público que tienen quienes ocupan nuestras instituciones.
Tras el debate que ha generado el caos causado por proyectos como Parques del Río, que en la cotidianidad se percibe en el colapso de la movilidad y el trasporte público, hay una serie de propósitos que develan la Medellín que esperan ver, aquella que desplaza las comunidades de sus territorios hacia las periferias para garantizarles el negocio a las inmobiliarias, privatizando para el gran capital nuestro suelo. Una Medellín que desconoce, con los proyectos urbanísticos, las realidades sociales de quienes habitan los terrenos donde serán construidos, causando desarraigo. Una ciudad que pone en cabeza del alcalde poderes extraordinarios que vulneran la democracia como lo ocurrido con el acuerdo 300; que posa de tener la mejor empresa de servicios públicos y no atiende a más de 200.000 personas que no tienen acceso al agua potable. Una ciudad que no planea los impactos en movilidad y pareciera improvisar las intervenciones, que enajena recursos públicos para el enriquecimiento de particulares mediante las alianzas público privadas, que vende nuestros activos productivos como ocurre con UNE, que esconde tras el maquillaje la cruda realidad de nuestros habitantes de calle, y ni hablar de que no tiene institucionalidad distinta a los combos y parches.
No hay duda de que Medellín requiere una trasformación urbana que acreciente el equipamiento y el espacio público; de hecho, muchos de los proyectos tienen en esencia aspectos positivos, la cuestión está en ¿quiénes lo disfrutarán? ¿Cómo los impulsarán? ¿Cuáles serán sus impactos sociales? ¿Con qué recursos los construirán? ¿Son o no la prioridad? Proyectos como el jardín circunvalar, espacio para el disfrute de los ciudadanos, requiere movilizar decenas de miles de familias que, por su realidad, debido al desplazamiento y la pobreza, ocupan las laderas de nuestra ciudad, y el modelo de intervención inicialmente mostrado fue desastroso, con los desalojos de La Cruz, donde muchísimas familia estuvieron por meses durmiendo en carpas en una cancha.
Parques del río, espacio que recupera las riveras para la recreación y el esparcimiento, se consume los recursos de la venta de un activo productivo de la ciudad como era Une, los entrega a particulares por medio de una alianza público privada, encarece el costo del suelo y genera una presión predial que desplazará a muchos, y generó un caos vial cuyo impacto a largo plazo, si el proyecto se retrasa, será incalculable.
Los distintos planes parciales que en teoría dan acceso a soluciones de movilidad, espacio público y equipamiento como escuelas, parques, hospitales y demás, se están construyendo sobre territorio que ocupan medellinenses, pero no serán ellos quienes los disfruten, son para ellos los proyectos en las periferias de Medellín, lejos de esos beneficios, de sus trabajos, con desarraigo y destrucción de su tejido social e insertos con poca preparación en dinámicas de convivencia forzada.
Deben evaluarse, señor alcalde y gobernantes de nuestra ciudad, las verdaderas prioridades de Medellín, debe considerarse que quienes disfruten de la renovación urbana sean quienes históricamente han habitado el territorio con dinámicas de reparación suficientes; deben defender lo público y no volverlo un negocio de pocos, pues en últimas esto profundiza la inequidad. Deben, asimismo, entender que somos también el suelo que pisamos, el aire que respiramos, los vecinos con quienes convivimos, la ciudad que construimos y a la que tenemos derecho todos los ciudadanos.
Representante a la Cámara por Antioquia Polo Democrático Alternativo.