Columnistas
Torturas de la CIA, vergüenza planetaria
Roberto Follari
El mundo está escandalizado ante el informe sobre las torturas de la CIA, que los republicanos buscaban ocultar. El presidente de Afganistán, aliado de Estados Unidos, deplora las torturas y exige el nombre y situación de todos los ciudadanos de su país que han sido torturados. El expresidente de Polonia promueve una mueca de asco cuando declara que dejó a Estados Unidos hacer estas operaciones, pero creyendo que nunca se sabría de ellas.
Roberto Follari
El mundo está escandalizado ante el informe sobre las torturas de la CIA, que los republicanos buscaban ocultar. El presidente de Afganistán, aliado de Estados Unidos, deplora las torturas y exige el nombre y situación de todos los ciudadanos de su país que han sido torturados. El expresidente de Polonia promueve una mueca de asco cuando declara que dejó a Estados Unidos hacer estas operaciones, pero creyendo que nunca se sabría de ellas.
Ahora, confrontado a la vergüenza de la barbarie que él mismo autorizó, el expresidente pretende tardíamente separarse de las prácticas ilegales de interrogatorio practicadas por la gran potencia.
Lo increíble es que en el mismo momento en que el mundo se escandaliza por las acciones de un país que dice defender la democracia a escala planetaria y la pisotea en el extremo de la violación sistemática de los derechos humanos, el parlamento de ese país pretende sancionar a funcionarios venezolanos por supuesta transgresión a tales derechos. No sabemos exactamente si funcionarios venezolanos han faltado en ese plano, pero no es Estados Unidos (juez y parte para el caso) quien pueda opinar al respecto con alguna objetividad, y menos aún con alguna autoridad moral, luego de las revelaciones del informe de la CIA.
Estados Unidos no para. A pesar de la gravedad de las acciones de tortura perpetradas, declara que no enjuiciará a nadie por haber realizado estas prácticas, y que si hay pedidos de extradición desde el extranjero por agresión a sus ciudadanos, simplemente no serán respondidos. Lo que se dice, un comportamiento muy respetuoso del derecho, así como de la soberanía de los demás países del mundo. Absoluto desprecio por todas las restantes naciones y por su propia condición jurídica, incluida la de sus aliados. Lo mismo que ya se advirtió con el caso del espionaje, cuando ni el celular de Merkel se salvó del control.
Mientras, Mujica recibe en Uruguay a seis presos de Guantánamo, y pone en evidencia la singular vulnerabilidad de quienes allí sufren detención sin ningún apego a derecho, bajo tormentos sin límite ni examen externo. La cárcel instalada en territorio que no debiera ser estadounidense, pues es parte de la isla de Cuba, fue objeto de promesa de Obama en cada una de sus dos elecciones: “La vamos a cerrar”. Seis años de gobierno, ningún avance serio en el tema.
Es cierto que el gobernante de EE.UU. ha mostrado algún pesar por las torturas, sin justificarlas como hace la amplia derecha ideológica estadounidense. Pero lo es también que si no se toman acciones legales estrictas contra quienes han envilecido el trato hacia prisioneros hasta las formas más brutales y primitivas, se está allanando el camino para que estas prácticas inhumanas se repitan, o puedan -incluso- incrementarse.
El Telégrafo. Ecuador.